Vie 17.06.2016
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CINE

Escenas íntimas de una infancia en construcción

Esta semana se estrena Rara, la coproducción argentino-chilena de Pepa San Martín, premiada en el Festival de Cine de Berlín e inspirada en la vida de la jueza Karen Atala, a quien la Justicia le arrebató a sus hijas por lesbiana. La historia es contada desde el punto de vista de una de las chicas, en su temprana adolescencia, lo cual permite salir con inteligencia y gracia de los clisés alrededor de los problemas con la tenencia, la lesbofobia y la invisibilidad.

› Por Gabriela Cabezón Cámara

La cámara sigue a una nena: vemos parte de su cuerpo, en ese estado del cuerpo que es pura transición de la infancia a la adolescencia, de espaldas, atravesando un colegio grande y lindo. En algún momento, luego de cruzar todo el patio, baja a los pies la cámara y sube una escalera paso a paso. Y después se le mete adentro a la chica: escuchamos lo que ella escucha y vemos lo que ve. Un grupo de chicos y chicas jugando uno de esos juegos bien propios de la edad. A besarse. Según se gane o se pierda alguna consigna más o menos boba. La cosa es besarse, lo demás no importa. La nena pasa: “No puedo, me tengo que ir”. La escena siguiente es en el interior de un auto. La nena, Sara se llama, nos enteramos, viaja con una mujer de pelo corto y cara simpática. Escuchan música, van por una ruta que bordea el mar, hermosa. Llegan a la casa, también grande, hermosa y con jardín: a esta altura es notable que los problemas que vaya a enfrentar la protagonista no van a dirimirse en el paradigma de la pobreza. Ahí las espera la hermanita menor de Sara, Cata, y la mamá de las nenas, Paula. La que manejaba, Lía, es la pareja de la madre. Comen las cuatro juntas, entre risas, hablando más o menos a la vez: una imagen de familia feliz. La más chica, Cata, encuentra un gatito en la cocina. Deciden cuidarlo. Lía lo alimenta con una minimamadera, las cuatro sentadas al sol. Al día siguiente está de visita la abuela, Icha, la mamá de Paula. Lava los platos mientras las mujeres comentan que llamaron a Paula del colegio. Por un dibujo de la nena: representó a su familia. El gatito, ella misma, su hermana Sara, su mamá y la novia de su mamá. La abuela interviene. Dice algo así como que no entiende cuán lejos quieren llegar, que no se dan cuenta de que no están en Nueva York sino en Viña del Mar, que no pueden tirar tanto del hilo. Un rato después, sentadas en la cama de la más chiquita y jugando con el gatito, las hermanas charlan. La mayor le explica a la menor que está mal lo que hizo, que no puede dibujar a su mamá junto a Lía ni decirle a sus compañeros que tiene dos mamás. “¿Por qué?”, pregunta la otra. “No sé”, la reveladora respuesta de la hermana mayor. “Está mal, al papá no le gusta”. La escena de paraíso familiar se rompe: acá apareció el conflicto, estoy contando apenas los primeros minutos de la película, Rara, que se estrena este jueves en nuestra ciudad.

LA EDAD DE ORO

Es una coproducción argentino-chilena, con dirección chilena, Pepa San Martín estuvo al mando, la actuación de tres chilenas, Julia Lübbert, Mariana Loyola, Emilia Ossandón y la argentina Agustina Muñoz, entre otros. El conflicto empieza ahí, pero la película, ya lo dije, está contada desde el punto de vista de Sara. Entonces se va a desatar una especie de guerra entre padre homofóbico y madre, pero para ella va a ser una cosa más entre las varias que le están pasando.

El de esta semana en Buenos Aires es su estreno comercial mundial. Antes fue exhibida en festivales. Y le fue bárbaro: ganó el Gran Premio del Jurado a Mejor película en la sección Generation Kplus del Festival de Cine de Berlín. El jurado destacó: “La actuación, el guión y, sobre todo, la dirección que nos mantuvo totalmente absortos en esta hermosa historia de lealtad, desesperación, esperanza y amor en sus múltiples formas”. Y tiene razón, la historia se trata de eso, de amor al fin y al cabo, y la dirección, el guión y las actuaciones son notables.

Empecemos por el título, “Rara”: no se refiere a la madre ni a la novia de la madre ni a la familia lésbica. Habla de la nena, que tiene 13 y, ya sabemos, es una edad compleja esa. Todas somos raras a los 13. La sinopsis con que se publicita la película dice esto: “Que te gusten los chicos, pero igual saber que son unos tarados. Vivir pegada a tu mejor amiga y también esconderle algún secreto. Tener problemas en la escuela y que tus padres se peleen todo el tiempo. Estas son el tipo de cosas que enfrenta una chica de 13 años, como Sara, quien no tiene problemas en que su madre viva con otra mujer, aunque su padre no piense lo mismo.” Y dice bien: de esto se trata Rara. De una nena. Fue la elección de Pepa San Martín, guionista además de directora de la película.

¿Por qué desde el punto de vista de la nena?

–Las primeras versiones del guión fueron desde el punto de vista de la madre, sin embargo sentíamos que le faltaba algo, entonces comenzó ese estado reflexivo de ver quién de todos los personajes llamaba más nuestro interés y definitivamente era la hija adolescente, su mirada, su crisis, su estado; descubrimos que con ella lograríamos dibujar un personaje entrañable que se sentaría en las casas de muchos para establecer un tema sin prejuicios.

¿Cómo trabajaste el guión y la dirección para lograr ese punto de vista?

–El guión lo escribí junto a Alicia Scherson, hacemos una buena dupla. Humor, emoción y realismo fueron los hilos con que tejimos esta historia. El desafío, tanto en la escritura como en la dirección, era no abandonar el punto de vista de ella. No hay ninguna escena donde Sara no esté. Siempre contamos a través de su mirada, de su sentir.

En Rara, el padre termina llevando a la madre a los tribunales para pelearle la tenencia de las nenas. El argumento es que una lesbiana no puede ser una buena madre. Nos suena un poco remoto luego de las leyes de Matrimonio Igualitario, que en Chile aun no existe, y de Identidad de Género, pero hasta no hace mucho también podía pasar en nuestro país. El caso más famoso en Chile fue el de la jueza Karen Atala, una mujer de, hoy, 53 años, chilena de origen palestino y la primera jueza de su país en asumir públicamente su lesbianismo. En 2003 el padre de sus tres hijas menores de edad la llevó a juicio para quitarle la tenencia de sus hijas basado en la homosexualidad de la madre, que vivía con su pareja y las nenas. Karen Atala decidió asumir su sexualidad y defenderse en los Tribunales. Las sentencias de primera y segunda instancia reconocieron su derecho a ocuparse del cuidado de sus hijas. El padre siguió adelante y recurrió a la Corte Suprema de Justicia con los siguientes argumentos: “Aparte de los efectos que esa convivencia puede causar en el bienestar y desarrollo síquico y emocional de las hijas, atendida sus edades, la eventual confusión de roles sexuales que puede producírseles por la carencia en el hogar de un padre de sexo masculino y su reemplazo por otra persona del género femenino, configura una situación de riesgo para el desarrollo integral de las menores respecto de la cual deben ser protegidas” y “la convivencia entre Atala y su pareja, sitúa a las menores en un estado de vulnerabilidad en su medio social, pues es evidente que su entorno familiar excepcional se diferencia significativamente del que tienen sus compañeros de colegio y relaciones de la vecindad en que habitan, exponiéndolas a ser objeto de aislamiento y discriminación que igualmente afectará a su desarrollo personal”. Una hermosura de argumentos, ¿no? La Corte Suprema le da la razón al padre en 2004. Pero Karen no se achicó: denunció al Estado chileno frente a la Corte Interamericana de Derechos Humanos que en 2010 falló a su favor e instó al gobierno de su país a “adoptar legislación, políticas públicas, programas y directivas para prohibir y erradicar la discriminación con base en la orientación sexual en todas las esferas del ejercicio del poder público, incluyendo la administración de justicia”.

Pepa cuenta que sí, que tuvo en cuenta el caso de Atala para escribir el guión, pero también que investigó, que habló con mucha gente, que sí, que la película hace pie en “el Caso de la jueza Atala, fue el que tuvo más pantalla, Karen dio y da una lucha política, pero casos como éste no son aislados en nuestra sociedad, hablé con muchas mujeres que tuvieron que pararse ante un tribunal y convencer a un juez de que el hecho de ser lesbiana no se interponía en el hecho de ser madre. De todos las personas con las que conversé, madres e hijos, creo que el común denominador es la ingenuidad, el pensar que este amor es tan real, es tan maravilloso, te sientes tan bien con él que crees que es imposible que alguien lo destruya.”

Algo de esto cuenta Mariana Loyola, que interpreta a la madre en Rara: “Es una película preciosa y súper simple, que requirió de mucho realismo al momento de realizarla. Pepa es una mujer muy inteligente: cuando vi la película, en el estreno en Berlín, quedé muy impresionada. Parece que uno estuviera viendo una película sin conflicto, que simplemente cuenta la mirada de dos niñas y ahí está el trasfondo, lo horrible que puede llegar a ser esa discriminación por la condición sexual de la mamá, eso pasa como de lado y finalmente es lo que resuena en la película”.

Pepa ha estrenado tres películas, Rara es su primer largo, las otras dos, La Ducha y Gleisdreieck, son cortos, y las tres cuentan historias que giran en torno al lesbianismo de un modo interesante: logran universalizarlo, son historias de dos (o tres) mujeres, pero podrían ser las historias de personas de cualquier otra orientación sexual.

Estás construyendo una obra alrededor de las relaciones entre mujeres. ¿Por qué? ¿padecés o padeciste alguna discriminación?

–Me he sentido discriminada más por mujer que por lesbiana. Trabajo con historias que me interesan, por ahora son estos temas los que me mueven, ¡quién sabe mañana!

Hablame de tu concepción de arte y política: ¿cómo se relacionan a tu criterio? ¿qué tipo de relación elegís vos?

–El arte se mueve desde los sentires, desde un discurso personal que muta en una obra. La política es parte de nuestra sociedad, nos marca como individuos. Aquí está lo interesante: el arte tiene el poder de ser la voz de los ciudadanos, la rebelión del pueblo, creo que el arte y la política se deben mirar de frente, deben tener una relación desafiante. Estoy lejos de las reivindicaciones y los slogans, el cine es un arma mucho más poderosa que tiene la virtud de retratar la realidad con imaginación y eso tiene un efecto reflexivo y sanador.

¿Qué recepción te imaginás en Buenos Aires?

–Como directora creo que uno siempre espera que la vea mucha gente y que esta sea una herramienta para abrir un diálogo, siempre hemos querido que Rara entre en las casas de los no convencidos.

Respecto de eso, de la recepción de la película, reflexiona Agustina Muñoz, la actriz argentina que representó a la pareja de la madre en Rara. “Mientras filmamos hacíamos muchas cosas juntas y, como se filmó cronológicamente, la despedida de la familia al final fue emocionante, ahí caí en que habíamos hecho una película que tiene este grado de emoción: eso se reflejó en la recepción que tuvo en Berlín, la sala se llenaba de chicos y familias, era una especie de película familiar siglo XXI, se notaba que a los chicos no les era extraña la conformación de la familia de Rara, lo que se preguntaban es cómo al padre se le podía ocurrir hacer semejante cosa. Espero que en Buenos Aires sea vista así también, que se pueda pasar en escuelas. Pese a las leyes de avanzada que tenemos, yo creo que todavía hay núcleos conservadores muy duros que no aceptan familias como la de Rara. Pero por lo menos les da pudor decirlo públicamente: la corrección política es en sí misma muy débil, pero algún efecto va haciendo.”

Es una película preciosa, que logra hacer arte con un conflicto profundamente político. Vayan a verla.

Rara se estrena este jueves a las 20 en el Cine Gaumont, Av. Rivadavia 1635.

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