11 DE SEPTIEMBRE: FELIZ DÍA, MAESTRXS
Como maestra, escritora y activista, val flores le pone el cuerpo en el aula a la aséptica y maternal figura de la señorita. Mientras, brinda algunas pautas queer para demoler la escuela tal cual la conocemos.
› Por Dolores Curia
Después de quince años de trabajo en escuelas neuquinas, val flores se ha sacado el guardapolvo para volcarse exclusivamente a la reflexión sobre la práctica educativa. Da talleres sobre la Ley de Educación Sexual Integral en la Universidad Nacional de La Plata, entre otras universidades, y también talleres de escritura particulares. En esos espacios y todos los que pisa divulga una pedagogía queer, que consiste en “pensar la potencia erótica de la producción de conocimiento, problematizar la fuerza heterosexualizante de la escuela, la desexualización de la figura de lxs docentes y las formas moralizantes de enseñanza. Esto también apunta a interferir en el dispositivo de feminización de la docencia, y su subordinación intelectual”.
–Las maestras siempre estamos esperando que un especialista nos diga qué hacer. Se nos pone en un lugar técnico, cuando nuestra práctica es una tarea eminentemente política porque clausuramos o habilitamos mundos, cuerpos, identidades. Yo me posiciono como maestra porque ella es lo más bajo en la jerarquía del saber. Hay que empezar a pensarnos, además de como trabajadoras, como pensadoras de la cultura.
“Quien enseña sin emancipar embrutece”, escribía el educador francés del siglo XIX Joseph Jacotot, que sostenía que no todas las inteligencias son iguales y que es posible enseñar lo que no se conoce, siempre y cuando el maestro sea capaz de impulsar al alumno a poner en juego su curiosidad. Dos siglos después y atravesada por la teoría queer y los feminismos, la que val flores propone también es una pedagogía antinormativa, más centrada en la interrogación que en los saberes que se recitan de memoria. “Toda educación es educación sexual –dice–. Las maestras enseñamos sexualidades constantemente, a partir de lo que decimos, lo que callamos, cómo distribuimos los cuerpos en el espacio. En estas prácticas hacemos cuerpos.”
–Cuando no estimulamos a las niñas a tomar la palabra y naturalizamos el monopolio de la voz de los varones, cuando en la historia que enseñamos no hay protagonistas mujeres, ni de pueblos originarios, lgbttti, o son presentados como excepciones, de manera exótica, cuando naturalizamos los chistes sexuales por parte de los varones, en general, misóginos y sexistas, cuando en las láminas no aparecen niños con demostraciones de cariño entre ellos, cuando no intervenimos ante burlas y agresiones hacia lxs niñxs maricas o se evade la pregunta por si el maestro de música es gay diciendo que es un asunto privado, etcétera, etcétera, etcétera .
“Aun hoy visibilizarse como lesbiana en el aula sigue generando incomodidad”, dice val flores, quien en su libro interruqciones hace una analogía entre el “No preguntes, no digas”, la expresión con la que se conoce la política con respecto a la diversidad sexual dentro del ejército norteamericano, vinculándolo con lo que pasa con lxs maestrxs lgbti. Es decir, esas identidades no están explícitamente excluidas de la docencia siempre y cuando no se declaren. “Y, si bien todo esto es así, quedarnos solo con las experiencias de discriminación nos despoja de experiencias que nos empoderan.”
–El foco se pone sobre ese cuerpo que interpela los modos normativos de la escuela. Cuando en verdad habría que repensar las condiciones institucionales que hacen que ese cuerpo se construya como diferente. Por un lado, al visibilizar identidades lgbtti habilitamos otros relatos, deseos. Por otro, no hay que perder de vista que toda categoría identitaria es desbordada. No todas las infancias que no se adecuan a los parámetros binarios son trans. Hay que dejar abiertas las posibilidades.
–De una institución en crisis, que porta el peso de resolver un montón de demandas que estallan allí. Es lógico, que los docentes se enfermen o no tengan deseo de estar ahí, sumado a las condiciones de precarización laboral. Así como las infancias y adolescencias de hoy ponen en crisis a la escuela como institución de la Modernidad, también lxs docentes la sienten como un corsé para otras formas de encuentro a partir del saber.
–El Trastorno de Déficit de Atención es un ejemplo de que la patologización sigue siendo una respuesta. La escuela, el dispositivo médico y el psicológico se unen para hacer frente a subjetividades que tienen otro modo de construcción. Los medios de comunicación son un gran aparato productor de subjetividades que implican otras dinámicas, que chocan con la escuela, una institución con otros tiempos. Hay una crisis. La escuela en vez de repensarse, medicaliza esos cuerpos para que soporten estar allí.
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