› Por Naty Menstrual
El día de la homofobia, sinceramente, no sabía que existía, y no me suena raro después de enterarme de que el domingo pasado fue el Día del Nieto, hay días para todo, hasta para los pedos de colores arco iris, la cosa es fabricar fechas para que podamos consumir en este sistema capitalista, aunque hay otras, como ésta, donde una sólo mantiene viva la tragedia histórica para conmemorar. Yo tengo la mía.
Aquel día estaba dispuesta a bombardear pupilas conservadoras con mi grácil silueta de trava trash subida al 86 rumbeando por Avenida de Mayo y cuando el colectivo se detuvo, mi mirada también, pero sobre una parejita de chicos de no más de 20 años, sentados en un banco de la Avenida democrática de Mayo haciéndose mimos discretos que denotaban el disfrute de un nuevo amor homosexual recién ganado. No se observaban besos de rosada saliva ni lenguas entrecruzándose como en el apareamiento de dos víboras maricas, ni sobadas en los culos ni en los gansos ni manotazos de ahogados calientes. Sin embargo, sin enverga, las caras de asombro y horror incómodo, se dibujaban en la gente que se codeaba para ver la lamentable evidencia de la homosexualidad descarada apoderándose de las veredas del macho tango. Un obrero en bicicleta casi se cae al darse vuelta por mirar con sus pupilas abiertas de puro macho, como si tuviera pescuezo con resorte, y otros dos seudo chongos, salidos recién (supongo) de una gris oficina o de un pútrido banco, no sabían cómo hacer para disimular su asombro y sus risitas de falta de pete en las caruchas de malco after the office.
El que usa su tiempo para ser feliz rara vez pierde un minuto en meterse con la felicidad de los demás sea puto o dinosaurio. ¿Vivo? ¡Pena de muerte y sigamos!
Y en su hogar cada uno encienda la tele: los humoristas del dueño del rating Tinelli se visten de mujer y hacen chistes de maricones varios, y el choto de Chiche arremete con cuanto puto camina por la city y lo invita a su programa en el intento de defenestrarlo. (Muchas veces la boca que habla tanto, lo hace con los labios de una cola que espera los mimos de un macho y no se anima a buscarlo.) Y Pettinatto, el saxofonista de la modernidad, mariconea en cámara de esa forma maricona que le sale cuasi natural riéndose de los putos, y todos los canales, los de chismes y los no, dedican su pequeña dosis de homofobia ¿solapada? al puto argentino salud, para que los niños se eduquen y para que siempre sepan y que se les grabe en las venas de su glande que a los cobardes se les dice MARICONAZOS.
Así es, queridos amigos homofóbicos del mundo. Yo soy puto o trava o gay o sirena de cemento de veredas y empedrados perdiendo las escamas al ritmo viril del tango o lo que quiera ser en el momento indicado. Más de una vez he escuchado a un padre indignado decir que preferiría que su hijo sea chorro o drogadicto antes que un maricón depravado. Y sí. Son gustos al fin y al cabo. Y mi madre misma no soportaría verme sentada a su lado acomodándome el vestidito sea corto o largo. Basta de mentiras fashion, no sacudamos nuestra ropa sucia disimulando, Bs. As. no es GAY FRIENDLY, no, no nos hagamos los boludos que somos conservadores, fascistas y anticuados, en todo caso seremos MONEY FRIENDLY con el puto extranjero que acaricia su paquete de verdes dólares como si fuera el bulto ostentoso de un apetecible dotado.
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