ENTREVISTA > MARUJA BUSTAMANTE
Hiperactiva y militante de muchas causas, la actriz y directora Maruja Bustamante puede resumir su compromiso artístico en la necesidad de generar “igualdad y visibilidad”, dos palabras que podrían rubricar tanto sus obras como los diversos emprendimientos que la mantienen siempre ocupada: la primera serie lésbica para Internet, el Festival Queer o un ciclo de performances políticas a cargo de artistas trans. Delante, detrás o dirigiendo la escena, Maruja siempre resulta arrasadora.
› Por Sonia Jaroslavsky
—Estoy casi, casi sin dormir (la disculpa por 15 minutos de demora funciona como presentación).
—Es que anoche presentamos el último capítulo de la primera temporada de Plan V —una serie less argentina en la que actúo y dirijo—, y todo el resto de las noches ensayamos Nena, no robarás, la comedia musical de Dani Umpi (el multifacético artista uruguayo hizo la dramaturgia) que tengo el placer de dirigir para el Ciclo Decálogos del Rojas.
—Y estoy organizando algo que se va a llamar La Revista del Sabato, un ciclo de proyectos político-performáticos a cargo de artistas trans en el Centro Cultural Ernesto Sabato...
—Yo era y soy fan de Dani. Me di el gusto de convocarlo para cantar en el Festival Queer (que tendrá su próxima versión este año en el Teatro El Cubo). Después me llamó él para ser la presentadora de su disco en La Trastienda. Tenemos un vínculo muy lindo de trabajos en conjunto, y este ciclo era ideal porque se convoca a un dramaturgo y a un director (o viceversa, o una y uno) para trabajar acerca del universo de la teología moral.
—Sí, porque la obra plantea que cuando un gay se enamora de una chica se produce una discriminación para con él entre el mismo círculo de amigos gays que lo rodean. No pueden admitir este cambio en su amigo. Creo que, en líneas generales, el lugar para el bisexual es muy controversial tanto para los heterosexuales como para los homosexuales. Es como si necesitaran decirle: “¡Decidite!”. El bisexual está en un closet terrible, no se puede asumir como tal porque no se lo admite desde ningún wing. Pero lo que más me preocupaba de la obra tenía que ver con todo lo ideológico.
—Como ahora están todas estas organizaciones que hablan de la recuperación de los gays, principalmente en Estados Unidos, tenía miedo de que la obra pudiese ser interpretada como apología de ese costado tan retrógrado que está resurgiendo en varios países. Cuando se hacen visibles todas estas cuestiones, saltan todas las contradicciones, todo lo que la gente piensa en el fondo, aun los más progresistas.
—El mundo elegido para esta comedia fue el de las pasarelas, los diseñadores de modas. Un mundo frívolo y muy moderno. La obra es una fiesta, un show, es una comedia musical electro pop, pegadiza y graciosa. Uno tendería a tomar la estética de Dani Umpi y que sea todo muy colorinche, pero aquí no está trabajado desde ese lugar sino que es todo muy blanco y con una escenografía muy funcional. A Dani le encantan estos mundos más frívolos, pero también eligió el perfil del diseñador como al artista, para exponer sus miedos a no ser aceptado por su trabajo.
—Es que ésa es mi causa o mi militancia. Tiene que ver con generar igualdad y visibilidad a todos por igual.
—Será un poco por mi historia. Como siempre tuve muchos problemas con la gordura, sufrí la discriminación por cómo soy exteriormente. Tal vez mi gordura se vincula con algo de la madraza: desde chiquita que tengo amigos gays. Creo que lo mamé en mi casa. Mi mamá también siempre fue muy de las causas. Cuando era chiquita, a un amigo de ella lo echaron de su casa porque tenía una pareja gay y mi mamá los alojó en nuestra casa. Vivieron bastante tiempo con nosotras. Es por esta razón que siempre digo que hay que sacar del closet a la pajarera. La pajarera vengo a ser yo, que siempre estoy rodeada de gays que serían los pajaritos. Creo que por amar a alguien no te pueden discriminar. La violencia por amar es ridícula. Cuando era adolescente milité en diversos espacios, Greenpeace, Unicef, el Frente de Resistencia en la Facultad de Comunicación de la UBA. Después comencé a reflexionar acerca de la visibilidad de los excluidos. ¿Adónde van los proyectos de todas estas personas? A partir de allí comenzó una etapa donde pude fusionar mi causa con mi trabajo artístico o de gestión cultural. Así surgió el Primer Festival de la Escena Queer. Ahora creo que hasta la palabra queer nos quedó chica.
—Creo que los artistas entendemos más el concepto queer por cierta apertura que tiene nuestro trabajo, pero queremos ampliar más nuestro horizonte. De hecho, ahora le queremos cambiar el nombre y que se llame Festival Mucho Más, justamente para que se incluyan más personas. La idea es que se incluyan los gordos, por ejemplo, o una chica que calza 43 y no encuentra calzado, hasta los bodegones de peruanos comandados por travestis de la zona del Abasto. Seguramente haremos un desfile que se va a llamar Glamour Obeso para trabajar el tema de la voluptuosidad. Creo que la sexualidad de los obesos es tabú, por eso queremos darle visibilidad a la relación con sus cuerpos.
—Me parece importante para que no haya violencia. Para que la gente no sufra por su elección sexual. El otro día estábamos en un Starbucks Café y un guardia les dijo a dos chicas que estaban abrazadas: “¡Ojito con lo que hacen!”. La visibilidad me parece importante también para que haya conciencia de género. Ser gay o lesbiana no implica que tengas conciencia de género. Con la serie Plan V se nota más toda esta cuestión. En un foro sobre la serie (www.tresjolie.com.ar) se armó toda una discusión donde una chica planteaba que había que relacionarse de puertas para adentro porque, si no, la comunidad se podía ver vulnerada. Tal vez, para esta chica, que dos mujeres vayan por la calle tomadas de la mano le puede parecer algo muy obsceno. Por eso me parece importante hacer cosas que ayuden a abrir las cabezas.
—Sí, pero además me interesaba el tono de comedia, más atractivo en comparación con las series españolas de chicas que son muy melodramáticas. La serie apunta al deseo y al amor, aparenta ser ingenua pero no lo es. Aunque en muchas series se quiere tocar el tabú de cómo cogen las lesbianas, a nosotras eso nos parece ya gastado y lo queríamos llevar por otro lado.
—Sí, ésa es la idea. Nuestro slogan es que Plan V es una Montaña Rusa para chicas. La idea es transmitir lo siguiente: mientras en la novela adolescente Montaña Rusa una chica se enamoraba de Gastón Pauls, había otra que se enamoraba de Nancy Duplaá. ¿Por qué no hacer una serie donde una chica se pueda identificar con sus protagonistas? De la misma manera que en esta novela había estereotipos claros, aquí también los hay y los exageramos un poco. Pato, mi personaje, es la más militante. Después está la remisera bien macho. Gaby Bex es la que no tiene conciencia de género, tiene la actitud de que le importa todo un bledo y siempre está con relaciones ocasionales. Pero justamente donde aparece más el prejuicio entre los espectadores homo o hétero son con las protagonistas. Al ser rubias y lindas, por lo general creen que están puestas como un objeto sexual, para que puedan enganchar la serie a los varones. Y esto no fue premeditado, ellas son así y punto. La cosa llegó hasta el colmo que muchas creen que ellas no son lesbianas y sin embargo están casadas en la vida real.
—Creo que es más fácil para los hétero, incluso también para los homo, creer que yo que soy la gordita sea la lesbiana y no las protagonistas que son rubias, flacas y lindas. Lo que resulta simpático y exagerado lo puedo reconocer fácilmente, pero, ¿mirá si me encuentro con una rubia, femenina y atractiva, y después resulta que es lesbiana? Lo que no es fácilmente reconocible resulta un problema para el otro porque no lo puedo encasillar en ningún lugar.
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