SALIO
› Por Patricio Lennard
Fantasmas
Imaginación y sociedad
Daniel Link
Eterna Cadencia
Lo imaginario se aloja entre el libro y la lámpara, decía Deleuze hablando de Flaubert. Y lo que hay en el medio, claro, son los ojos del lector discurriendo la página escrita; la sinapsis que crea la imagen de un chaparrón que lo moja sin mojarlo –si se evoca la metáfora de Dante citada por Calvino de que "la fantasía es un lugar en el que llueve"–. Pero ¿qué se entiende por imaginación literaria? ¿Y qué lugar ocupa la imaginación en el pensamiento crítico? En Fantasmas, su nuevo libro de ensayos, Daniel Link se propone reivindicar la imaginación como herramienta teórica. Y para ello no sólo deja atrás los reparos que las dos grandes teorías del siglo XX (el psicoanálisis y el marxismo) tuvieron acerca de lo imaginario, sino que propone entender la imaginación no tanto como "capacidad creadora" sino como una fuerza que define la conciencia. No como lo contrario de la razón, sino como su fundamento.
Ya sea auscultando la "imaginación del desastre" en la literatura testimonial sobre la Shoá, o el imaginario de la infancia que se deja leer en El Principito (los ejemplos podrían multiplicarse), Link parte de la premisa de que "es la cultura la que captura y encarcela imaginarios". Así, el imaginario gay es uno de sus objetos. Algo que se ve tanto en la crónica (publicada originalmente en Soy) sobre El Castro, el barrio gay de San Francisco –el cual Link no duda en calificar como "la condensación del sentido de lo gay"–, como en su lectura de la obra de Tom de Finlandia, cuyos chongos híper musculosos le sugieren la idea de que el triunfo de la utopía del artista reside en cómo su obra ha influido en el imaginario de y sobre la sexualidad masculina contemporánea ("desde el gimnasio de acá a la vuelta hasta Fassbinder"). Otro tanto podría decirse de Roberto Valentino, origen del star system hollywoodense, quien para Link representa "el ícono de lo que un buen amante puede llegar a ser: mitad hombre y mitad mujer", o del costado queer que lee en la obra y la figura de Federico García Lorca.
Lector omnívoro y desprejuiciado (en Fantasmas pueden convivir una pieza sobre el festival de doma y folklore de Jesús María con un análisis sobre el mito de las sirenas que es pura erudición y refinamiento), Link también incluye un diario de rodaje de Ronda nocturna, la película de Edgardo Cozarinsky, un ensayo sobre el clan "maldito" de los Mann, y dos textos sobre Copi (el primero, una fuerte reivindicación de su obra en el marco de una literatura, la argentina, que lo sigue tratando con un desdén injustificable; el segundo, un ensayo sobre Eva Perón, su controvertida obra de teatro, en donde saca a la luz el archivo inédito del eximio dibujante, incluida una autobiografía). Textos que junto al estudio sobre Cachafaz que había publicado en Clases (2005), libro del que Fantasmas se presenta como continuación, son parte de un trabajo que Link viene preparando sobre Copi. Un trabajo que promete poner al autor de El baile de las locas en el lugar que se merece y que, viniendo de un lector tan lúcido e inteligente como Link, nos obliga a esperarlo, impacientes.
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