Vie 07.08.2009
soy

Auténticamente Muscari

Transgresor reputado, agitador del off a fines de los ’90 y dueño de un estilo desprejuiciado, José María Muscari se da ahora el lujo de volver a sus orígenes y hacer teatro a la gorra. En Auténtico, la obra que estrena el 10 de agosto con el auspicio de Soy, junta a cuatro de sus actores fetiche y se sube a las tablas en su triple rol de autor, actor y director para hablar sobre la diversidad sexual, el amor, la violencia y lo difícil que es ser original en materia de arte. Un espectáculo que mezcla escenas de películas, clips musicales, textos de obras ajenas y hasta videos de YouTube sin disimular lo productivo que puede ser robarles ideas a otros sin escaparle a la primera persona. Como para empezar a espiar, algunos fragmentos del texto y las confesiones de un autor sin pánico escénico.

› Por Patricio Lennard

Polémico, raro, transgresor son algunos de los adjetivos que más han usado el periodismo y la crítica para definir tu trabajo. ¿Hay algo de esto en Auténtico?

–Ser feliz con lo que se hace me resulta un fenómeno transgresor, porque no es habitual. La obra tiene dos leitmotiv, diría. Por un lado, un discurso sobre la diversidad sexual, y por el otro, una reflexión sobre el arte y la originalidad basada en el hecho de que la obra se apropia de ideas escénicas de otros directores, de la escenografía y el vestuario de otras obras, de textos de otros. Creo que la única posibilidad de construir arte hoy tiene que ver con eso: con la recopilación sabia de cosas del pasado para crear un nuevo presente.

¿Hacer teatro “a la gorra” te hace feliz?

–Sí, mucho. Antes yo había estado haciendo Crudo, una obra autobiográfica que tenía mucho de reality y a la que distintas situaciones la fueron sacando de circulación: falleció mi papá, internaron a mi abuela, me mudé de departamento... Y ahí me dije que tenía que inventarme una obra para actuar y llamé a unos amigos y les propuse hacer algo que sabía que los iba a hacer felices. Auténtico nace del deseo de actuar con personas que quiero y que me quieren. Somos tres gays, una mujer feminista y un heterosexual, y esos tres gays representan mundos muy distintos. Uno se ocupa de lo trans, el otro habla del amor y de la fidelidad, y es como el gay que responde al arquetipo de la pareja heterosexual casada, y después está José, un gay un poco más raro, más corroído, que tiene más que ver con lo que soy.

¿Nace del deseo de actuar o de contar intimidades?

–Todo lo que decimos en la obra tiene mucho que ver con nosotros. Pero, de hecho, el texto dice que nunca fui a un sauna o a un cine porno para coger, pero sí he ido a esos lugares; sí he chateado aunque nunca me he levantado a nadie por Internet. La obra apunta a que nos hagamos cargo de nuestras fantasías en función de nuestra sexualidad, porque el sexo tiene mucho que ver con las preguntas. Y esas preguntas uno puede respondérselas tanto en pareja como saltando de cama en cama.

¿Y qué preguntas te hacés vos con respecto al sexo?

–El sexo siempre lo pienso en función de estar con otro. Cuando estuve solo, si iba a un boliche y me levantaba a un chico, era más probable que tuviéramos buen sexo si yo no estaba pensando que no iba a volver a verlo. Por más que después de acabar quisiera que desaparezca. Aunque mis preguntas con respecto al sexo casi siempre surgen cuando estoy en pareja. Cómo hacer para sostener el sexo, cómo hacer para que siga estando bueno...

Es interesante el rol que juega en Auténtico el personaje del heterosexual, que dice sentirse marginado, excluido.

–Sí, es llamativo que la heterosexualidad sea planteada como una minoría en la obra. Porque Héctor se siente muchas veces discriminado por ser heterosexual y como no tiene ningún rollo con lo gay está metido en lugares en donde lo heterosexual queda vedado. “Soy heterosexual –dice en un momento–. Parece más el nombre de una enfermedad lo mío, ¿no?”

Igual que homosexualidad... ¿preferís la palabra gay?

–Hay cosas de los gays con las que no me identifico. No me identifico, por ejemplo, con eso de llevar una vida festiva, como si se tratara de un carnaval carioca, quizá porque esa parte más lúdica la tengo satisfecha con la actuación y el teatro. Sí me reconozco como gay en que me gusta el sexo con un hombre. En que me gusta tener novio y no novia. En que tengo mejores relaciones de amistad con mujeres que con hombres. En que tengo una madre omnipresente. En que mi casa está limpia y ordenada. En que me gusta cuidarme el cuerpo. En que la estética ocupa un lugar importante en mi vida y en casi todo lo que hago.

¿Y tu mamá qué dice?

–Mi mamá le manda saludos a Juampi, que es mi novio, cuando habla por teléfono conmigo. Ella es una especie de Susanita: querría que yo tuviera un novio que me dure siempre. Ahora está contenta con Juampi, porque estamos juntos hace bastante tiempo, pero antes extrañaba mucho al médico, que fue mi anterior novio. Ella estuvo casada toda su vida con su marido, que es mi papá, y que se murió hace dos semanas. Entonces me parece que le cuesta aceptar esa idea de que entre los gays es difícil el “para toda la vida”. En el fondo, sé que a ella le gustaría que reprodujera ese patrón pero no sé muy bien si es lo que quiero. Prefiero que esté bueno a cada momento, y si ese “cada momento” construye un “para toda la vida”, bienvenido sea.

Héctor Bordoni, Mariela Asensio, José María Muscari, Emiliano Figueredo, Diego Rinaldi.

1

Emi: La gente tiene muchos problemas con el amor, siempre buscan a alguien.

Héctor: Buscan el soufflé que no se les desinfle.

Mariela: Debería haber un curso en la escuela elemental sobre el amor.

Diego: Debería haber cursos de belleza, amor y sexo.

José: Pero el más importante, el del amor.

Mariela: Y deberían enseñar a los niños cómo hacer el amor.

Héctor: Y demostrarles que hacer el amor no es tabú.

Todos: Pero eso nunca se hará porque el amor y el sexo son parte de la economía.


2

Diego: Emiliano era un boludo estudiante de abogacía, fui su primera relación gay, me pidió un tiempo y a los dos días lo vi en la peatonal abrazado a una chica. Jamás hubo penetración. En 1996 conocí a Osvaldo, estudiante de sistemas, tenía una pija muy grande; la primera noche me cogió con todo. Matías, 22 años (el padre era el secretario de nuestro querido Cavallo), nos enamoramos muy mal, él se tornó psicótico, me ahogaba, lo dejé y me decía que se quería matar. Con Gustavo salimos dos años, tenía una relación enferma con sus hermanas, ellas tortilleras, me odiaban. Daniel, 38 años (biólogo), convivimos cinco años, con él fui feliz, nos casamos, con él engordé diez kilos.

José: Cuando tenía 20 años conocí un tipo y cuando estaba por tener sexo con él en su departamento me confesó que estaba infectado, que tenía HIV. Me aterré, se me heló la sangre, sentí que me contagiaba de solo haberlo besado, mi ignorancia hizo estragos. El tiempo pasó. Crecí. Me informé. La vida me curtió. Hoy tengo 33 y me gustaría decirle a ese hombre que nunca más vi, perdón. Simplemente eso. Perdón.

3

Héctor: Desde el día en que me fui en seco durmiendo a los once años soñando con una negra que se me sentaba en las faldas mientras viajaba en el colectivo 86, siempre que me caliento no puedo controlar que la pija se me pare.

José: Nunca digas nunca pero nunca tuve cibersexo, nunca me enfiesté.

Mariela: Mandá Mariela al 2020 y recibí instrucciones precisas de una verdadera feminista. ¡Bobo!

José: Nunca metí cuernos, nunca triangulé, nunca tuve parejas de más de tres años, nunca supe cómo es la vida con otro después de ese límite.

Emi: Muscari, si no lo trabajás en terapia, nunca lo vas a saber.

José: Nunca publiqué avisos en páginas gay, nunca usé un Messenger paralelo que sea pasivo culón o activo musculoso, nunca llamé a líneas de encuentro, nunca fui a un sauna ni a un cine porno para coger, pero mi nivel de actividad sexual, mi performance amatoria es de muy buena tirando a excelente... ¿Qué me contás? ¿Qué me contursi?, como dice mi papá.

Mariela: Sepan que el feminismo es una visión, una manera de ver la vida. Sepan que el feminismo no es odiar a los hombres.

José: Sepan que ser gay no es sinónimo de promiscuidad, sepan piojos.

Mariela: Sepan que el feminismo no es cosa de mujeres. Sepan, aprendan, infórmense, comprométanse. Dejen de mirarse el ombligo y piensen. La verdad es que estoy repodrida de toda esta mierda.

Emi: Por la calle me miran mucho todos..., pero sobre todo los hombres maduros...

Todos: Los viejos.

José: ¡Ay Dios!

Emi: Me gusta pintarme los ojos, pintarme las uñas, teñirme,

José: Ay Dios, Tami.

Emi: ¡¡Shhh!! Me gusta jugar con mi parte femenina y en tacos soy una diva...

José: ¡¡¡Ay Dios!!!

Emi: Ay Dios, ay Dios, ay Dios, me tenés los huevos llenos con tus ¡ay Dios!

José: ¿Qué querés? No me va lo femenino en cuerpo de hombre...

Mariela: Sepan que hay hombres feministas también.

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