El primer encuentro con la Diamante es de los que le corren a una el rouge en un potente besazo sin coreografiar. Es toda ella una imagen femenina inconfundible salvo por un detalle enorme: la barba hipnótica que domina sus facciones y también su montaje íntegro, y que suele ir coloreada, avivado su vigor con glitter al tono. Es un sello distintivo que deslumbra a la vez que inquieta, un flirteo con las imágenes que existen perforadas en nuestros discos rígidos mentales. “La barba nació como una urgencia de algo que es básico en mi: no ser igual a nadie. Shirley puede ser fishy (término popular entre las drags estadounidenses que describe a quien es eminentemente femenina), o Shirley puede ser mostra. La barba genera controversia y me ha posibilitado ubicarme en ámbitos que me permiten hablar de género, que es una de las cosas que más me interesan. Luego hay algo espectacular: al ser artista plástico, la barba es un nuevo lienzo donde poder crear... ¡y a los chicos les genera algo de morbo ver a alguien con tremendo cuerpo de mina y una barba de moro!”.
Su ídola, su inspirational de cabecera -a la que defiende no importando ni qué ni cómo-, es la deidad pop Britney Spears. “Con ella no solo me descubrí puto sino que me dio el guiño para poder desarrollar mi lado femenino volviéndolo arte.”.
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