La letra B de "bisexualidad" suele promediar la sigla lgbtti. Pero tan redonda y cobijada como se la ve, esa letra también está en la palabra "invisible". "Todavía la bisexualidad está bastante invisibilizada en el país, y si bien hay varias organizaciones que usan la palabra ‘bisexuales’ y la letra ‘B’ está, por ejemplo, en la Marcha del Orgullo, casi no hay activistas visibles específicamente bisexuales ni una agenda bisexual pública", opina Alejandra Sardá, activista bisexual y miembro de Mulabi (Espacio Latinoamericano de Sexualidades y Derechos). "Ahora bien, este asunto de la agenda es un poco delicado porque la agenda bisexual propiamente dicha es en realidad sutíl. Creo que el principal reclamo es que se reconozca que la bisexualidad como preferencia sexual existe, y desmantelar los mitos que la piensan como sinónimo de ‘cobardía’ o ‘indefinición’."
Para Sardá, la bisexualidad cumple una función parecida a la que tienen la transgeneridad y la intersexualidad en cuanto al género: abrir el abanico de opciones más allá de dos y sólo dos posibilidades fijas y excluyentes. "Por eso hay que aceptar que la bi/pansexualidad es una posibilidad que contribuye a pensar la sexualidad humana como más fluida, diversa, rica, y también a liberar a mucha gente de la presión por ser gay/lesbiana o heterosexual, cuando se siente atraída por personas de más de una identidad/expresión de género", opina Sardá, quien admite que la palabra "bisexual" viene siendo cuestionada hace muchos años por no ajustarse a una realidad en la que no existen sólo dos sexos/géneros.
Otra cosa que se ocupa de desmentir, para que ya no queden dudas, es que no hay nada en las personas bisexuales que las haga más proclives a la infidelidad o la hipocresía. "Es cierto que hay hombres casados y mujeres casadas que engañan a sus cónyuges con personas de su mismo sexo y se definen como bisexuales. Pero también hay gays y lesbianas en relaciones monógamas que engañan a sus parejas con personas de su mismo sexo (y a veces con personas de otros sexos/géneros). La mentira no es un atributo inseparable de la bisexualidad; todo depende de las opciones éticas que unx haga en la vida. Hay heterosexuales, bisexuales, lesbianas, gays de todos los géneros (incluyendo a las personas trans con estas preferencias sexuales) que tienen relaciones genuinamente monógamas, o relaciones honestamente abiertas, o tríadas, y hay otrxs que engañan. Hay quienes de verdad se sienten confundidxs porque desean a personas de distintos sexos/géneros y la sociedad (tanto la hétero como la gay/lésbica) les ha enseñado que eso no es posible, que hay que ‘definirse’. Del mismo modo en que se nos dice que tenemos que ser mujeres o ser hombres, o incluso, si somos trans, que tenemos que ‘transitar’ claramente de un polo al otro de manera tal que a nadie le queden dudas. Y quedarnos ahí. De nuevo: la confusión no es un atributo inseparable de la bisexualidad. Es algo humano, que nos pasa a todxs cuando nos sucede algo que se supone que no debía sucedernos."
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