PATAGONIA > SANTA CRUZ
Puerto Madryn es la cabecera de una región con turismo ecológico, gastronomía sofisticada y té galés, spas y buceo.
› Por Emiliano Guido
Domingo de cielo limpio y bien iluminado, más de 30 grados a mediados de marzo, la playa rebalsa de familias. Puerto Madryn: el lado atlántico de la Patagonia donde no nieva y el sol es generoso. Otro mito a rebatir: la comarca de Península Valdés tiene vida más allá de las ballenas, que llegarán puntuales a fines de mayo. La ciudad vive una invasión de abuelos; el Centro de Jubilados y Pensionados local organiza las VII Olimpíadas de la Tercera Edad. Y hay algunos actores –Federico D’Elía, Georgina Barbaro-ssa, el autóctono Alfredo Casero– protagonizando secuencias de un film en clave ecológica, Los gigantes de Valdés.
Según datos de la Secretaría de Turismo, en los últimos dos años se registró un incremento de turistas del 25 por ciento en Madryn, sin contar los cruceros internacionales: más de 40 mil en la última temporada. Cuando se acondicione el calado del puerto local, para que los buques puedan anclar toda la noche, la cadena Sheraton abra su sucursal y un hotel gigante con financiamiento público se estrene en septiembre, Madryn dará un salto cualitativo. Pero todavía nada altera la personalidad intimista de su playa nocturna. El hermano mayor, en cuanto a servicios, de la Península Valdés, reserva provincial de fauna declarada Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco, se contagia de la pausa que irradia el vacío y la inmensidad de la estepa patagónica.
ENTRE LOBOS Y ELEFANTES Partiendo hacia el norte se accede a la península que gracias a los golfos Nuevo y San José posee un carácter insular. El encuentro de dos corrientes marinas, la de Brasil y la de Malvinas, hace que los animales elijan el lugar para venir a reproducirse. Una aporta oxígeno y la otra, nutrientes. Es una sucesión de arbustos ralos, maleza amarilla en forma de penachos y gramíneas en 4 mil kilómetros cuadrados; con una sola población estable de 200 personas: Puerto Pirámides, escenario de la película La puta y la ballena. El recorrido comienza por el Istmo Carlos Ameghino, una pasarela de 5000 metros de ancho con guanacos, maras y ñandúes. A sólo 5 kilómetros se encuentra La Isla de los Pájaros; dicen que el autor de El Principito, que vagó por estas latitudes, se basó en su forma de sombrero para hacer la famosa metáfora visual de la serpiente que se traga un elefante. Allí ya no se puede caminar porque los guardafaunas no toleraron más la rotura de nidos; ahora sólo quedan los binoculares como forma de acercamiento.
En Punta Pirámide está la colonia de lobos marinos, que comienzan a llegar a fines de diciembre y alcanzan unos 3 mil ejemplares en abril, cuando parten a otras loberías. Es recomendable hacer el avistaje en paseo náutico porque se gana proximidad.
El Hotel Faro Punta Delgada se dedica al turismo rural y al cordero patagónico, que de tomar tanta agua salada tiene un gusto especial. El hotel es puerta de entrada al único asentamiento en tierra firme de elefantes marinos. Aquí protagonizan el último tramo de su temporada, cuando llegan a pesar cinco toneladas, se mueven torpes en tierra y ágiles en el agua. Por la sal tienen un comportamiento bipolar, estornudan y lagrimean, entre ofuscados y nostálgicos. Por la zona de Caleta Valdés persiste una familia de 40 orcas, pero es muy difícil dar con ellas. Generalmente llegan con la marea alta del atardecer para devorar algún lobo marino extraviado.
DE TOMBO AL TE 180 kilómetros al sur está la colonia más grande de pingüinos Magallanes. En los dominios de la estancia La Perla llegan a vivir 800 mil aves, empollando bajo los tamarindos y haciendo un ruido infernal. Luego es la hora de tomar el té en Gaiman, un pueblo de origen galés con una bucólica plaza cruzada por un manso canal de riego que roza la municipalidad y varias casas de té, entre ellas una que visitó Lady Di cuando fue a Madryn. El té galés es una ceremonia popular en el valle del río Chubut, con tortas negras, tarta de crema o manzana, scons y pan casero. Siguiendo en la hoja de ruta se puede visitar en Trelew el Museo Paleontológico Edigio Feruglio, que aprovecha la continua erosión que pone al descubierto antiguas capas de sedimentos marinos y continentales, y un sustrato geológico rico. Por eso hay piezas originales de un Amargasaurus Cazani, dinosaurio saurópodo de 130 millones de edad. Y de un dinosaurio carnívoro, Carnotaurus, hallazgo de José Bonaparte en 1984.
AGUA Puerto Madryn es considerado la capital nacional del buceo, practicado todo el año. Hay bajadas de bautismo para palpar la estructura rocosa de los parques naturales en el fondo submarino, recorridas a los barcos hundidos como el “Miralles”, un gigante de 58 metros, y un clásico de Madryn, el buceo con lobos marinos y quizá delfines y ballenas. En esta Semana Santa se puede obtener el diploma oficial con certificación internacional en el curso de siete días. Desde el 31 de marzo, el mar es también la materia prima del Resort & Spa Samay Huasi, con algoterapia y talasoterapia.
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