Dom 30.12.2007
turismo

ESPAÑA > MADRID CELEBRA LAS FIESTAS DE FIN DE AñO

Con todas las luces

Desde mediados de diciembre hasta el día de los Reyes Magos, Madrid es otra ciudad. Más rutilante que nunca, destella con los 9 millones de guirnaldas luminosas que cuelgan sobre las principales avenidas. Un paseo entre los mercadillos de Navidad en las plazas, los sofisticados belenes o pesebres –una tradición que se remonta al siglo XVIII– y la famosa cabalgata de los Reyes Magos en el Paseo de la Castellana.

› Por Julián Varsavsky

Las fiestas de Navidad, Año Nuevo y Reyes en la capital española están entre las más sofisticadas y tradicionales de la vieja Europa, lo cual es mucho decir. Además de los mercadillos navideños que brotan en las plazas, cada año hay más lucecitas en las calles –9 millones esta vez–, que iluminan el contorno de figuras creadas por famosos diseñadores gráficos. También se instalan pistas de patinaje sobre hielo y en las iglesias y el Palacio Real de Madrid se arman los famosos pesebres de Navidad, más conocidos como “los belenes”.

El ambiente navideño de Madrid es efervescente e invade las calles céntricas hasta abarrotarlas de gente, con todos comprando de todo y sin cesar. En la famosa Gran Vía el “Jingle Bells” se escucha en versión jazz, con una banda de Papás Noel con tres saxos, tres acordeones, contrabajo y una trompeta al frente. Hay quien interpreta el mismo hit navideño con simples copas de diversos tamaños haciéndolas sonar con la yema de los dedos, y en los shoppings o tiendas famosas se lo escucha en versiones modernas.

La noche madrileña se ilumina con centenares de guirnaldas.

Hagase la luz

Un total de 150 espacios públicos de la ciudad fueron decorados “a lo grande” para esta Navidad y fin de año con guirnaldas de luces, cuyas llamativas formas fueron creadas por famosos diseñadores gráficos y decoradores de varios países. Las guirnaldas cuelgan sobre las principales avenidas –entre ellas, Alcalá, Serrano y Velázquez–, las bocacalles de la Puerta del Sol, el Paseo de Recoletos y la Glorieta de Atocha.

En la plaza de Cuzco los abetos están decorados con lucecitas de color magenta. También destellan coloridas luces los abetos artificiales que se “plantaron” frente al Palacio Real de Madrid así como los 23 cerezos de fantasía que hay entre la Glorieta de Atocha, el Museo del Prado y el Salón de los Pinos.

Una de las novedades que trae este año la Navidad madrileña es una exposición de esculturas de hielo en un predio de un kilómetro y medio cuadrado, junto a la Torre Picasso. Allí se podrán ver hasta el 7 de enero las heladas réplicas de la Puerta de Alcalá, el frente de la Plaza Cibeles, el estadio Santiago Bernabeu y, por supuesto, un enorme pesebre con sus Reyes Magos, a unos 8 grados bajo cero.

En casi toda Europa, la Navidad y el fin de año están ligados al patinaje sobre hielo. Siguiendo con esa tradición, el Ayuntamiento de Madrid habilitó dos pistas donde cualquier persona puede intentar unas deslizadas (los patines se prestan de manera gratuita). La más grande tiene 800 metros cuadrados de hielo con aroma a chocolate y está ubicada junto al río Manzanares, a la altura de la estación Príncipe Pío.

El otro rasgo callejero que cambia el panorama urbano de Madrid son los tradicionales mercadillos de Navidad en ciertas plazas claves, que también se extienden hasta el 7 de enero. El más famoso de ellos es el de la Plaza Mayor, aunque también son muy visitados los de las plazas España, Isabel II y Santa Ana. Sumadas todas las plazas, los puestitos de ventas de regalos alcanzan el medio millar, ofreciendo una heterogénea gama de artículos (desde guantes de cuero por 5 euros hasta máscaras y pelucas o dulces de convento de clausura).

Para observar mejor el espectáculo luminoso de las calles de Madrid, el Ayuntamiento también impulsó el “Bus de Navidad” que a partir de las 6 de la tarde –cuando ya cae la noche– realiza un circuito circular por las principales avenidas iluminadas, entre la glorieta de San Vicente y la Plaza de Colón. El precio es de un euro y para los niños es gratis.

El 5 de enero, casi en el tramo final de las celebraciones, se realizará en el Paseo de la Castellana –desde Nuevos Ministerios hasta la Plaza de Cibeles– la tradicional Cabalgata de los Reyes Magos, un desfile inspirado en aquellos viajeros que venían desde Oriente guiándose por las estrellas. El cierre final será el 7 de enero con un espectáculo musical llamado Coral Beatles, cuya recaudación se destinará a comprar ropa y alimentos para chicos de la calle en Argentina.

La famosa Puerta del Sol, engalanada con diademas de luz.

Antiguos belenes

Un aspecto muy característico de la cultura navideña española es la preparación de unos complejos pesebres llamados belenes, una tradición que se originó en el siglo XVIII entre los aristócratas de Nápoles, quienes competían por presentar el mejor pesebre de la ciudad, con grandes figuras y una elaborada escenografía. Carlos III trajo consigo este verdadero hobby de los aristócratas al acceder al trono de España en 1759, incorporando a la corte una tradición que se extendió a iglesias y casas particulares, y perdura hasta hoy. Además de las imágenes de María y José con el niño Jesús, en otras escenas se muestra a los Reyes Magos. Y los más sofisticados pueden incluir el palacio de Herodes con sus guardias romanos en medio del desierto, algún oasis, un mercado con sus puestos de venta y una escenografía con árboles, palmeras y un flujo de agua de verdad. Entre los personajes de tradición española que se incorporaron a los belenes suele estar la castañera con una cesta pregonando sus ofertas. En toda la ciudad hay en este momento unos veinticinco belenes repartidos en palacios, iglesias y museos. Y el más famoso es el belén napolitano instalado en el Palacio Real de Madrid, que data de fines del siglo XVIII. Con varios centenares de piezas, este belén es uno de los más suntuosos de toda Europa, con sus piezas moldeadas en arcilla y policromadas al óleo. Por lo general las imágenes tienen cabeza de barro, ojos de cristal, brazos y piernas de madera y cuerpo de alambre revestido con estopa para darles movilidad. Algunos llevan todavía una etiqueta con el nombre del autor, como por ejemplo la de Giuseppe Sanmartino (1720-1793) y la de Antonio Vaccaro (1681-1750). Sus trajes están confeccionados con tela de la Real Fábrica de Tejidos de San Leucio (Italia) y algunas están decoradas con pendientes de oro y lujosas piedras.

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