HOMENAJES > ESCULTURAS DE GLORIAS DE LA MúSICA
Para quienes aman la música y sueñan con fotografiarse junto a esos ídolos que supieron revolucionarla, existe un recorrido particular marcado por esculturas enclavadas en las principales ciudades del mundo; homenajes en bronce para esos hombres y mujeres del siglo XX que hicieron y hacen temblar los corazones.
› Por Leonardo Larini
El amor por la música dibuja sus propios recorridos en las principales ciudades del mundo. Existen museos específicos, claro, pero compiten con esos míticos clubes o disquerías a donde los peregrinos melómanos suelen llegar, como si allí todavía pudieran escucharse las primeras versiones de esos temas que hicieron historia. ¿Cómo no darse una vuelta por el Chelsea Hotel cuando se está en Nueva York y adivinar en cuál de sus habitaciones vivieron Bob Dylan, Patti Smith, Jimi Hendrix, Janis Joplin o Leonard Cohen? En Manhattan, en cambio, los inevitables son los clubes de jazz: Village Vanguard, Blue Note y Cotton Club, por cuyos escenarios desfilaron las más grandes estrellas del género. Y en Harlem habrá que escuchar los ecos que todavía resuenan en el Apollo Theatre. Liverpool, por supuesto, tiene su propia meca: The Cavern, hoy convertida en una réplica del pequeño local donde debutaron Los Beatles. Y en París habrá que darse una vuelta y soltar una lágrima en el cementerio de Père-Lachaise sobre la tumba de Jim Morrison. Sin embargo, menos conocidas son las esculturas dedicadas a los excepcionales músicos del siglo veinte. Que son muchas y permiten un homenaje a esa música que supo revolucionar los corazones de su época.
HASTA EL CIELO CON DIAMANTES Ahí está, como cualquier hijo de vecino, sentado en un banco del parque; quizá descansando de una larga caminata, o simplemente tomando aire fresco, o esperando a su enamorada. Claro que permanece así, en la misma posición, todo el tiempo: quieto, inmutable, recostado y con las piernas cómodamente cruzadas. Y no, no es cualquier hijo de vecino; es nada más y nada menos que John Lennon, inmortalizado en una escultura de bronce situada en el parque que lleva su nombre, en la calle 17, entre 8 y 10, en el barrio del Vedado, La Habana. Resulta muy paradójico que haya sido la capital cubana –donde los Beatles estuvieron prohibidos durante años– la primera ciudad del mundo en homenajear a Lennon en un lugar público, pero así fue. Ocurrió el 8 de diciembre de 2000, a exactos 20 años de la muerte del músico de Liverpool, uno más entre cientos de eventos especiales en casi todo el mundo. La pieza, de estilo naturalista, es obra del reconocido escultor local José Villa y desde aquel año se transformó en una atracción más de La Habana. Cualquier día se puede ver a turistas que abrazan el bronce para la foto o que fantasean con tenerlo de compañero de banda y se sientan a su lado a tocar la guitarra. La estatua de John Lennon es un pequeño gran detalle de la capital cubana, que se suma a sus famosos atractivos como la Plaza de la Revolución, el antiguo barrio de Centro Habana, el hotel Nacional y el famoso bar La Bodeguita del Medio, entre tantos otros.
EL DUQUE DEL JAZZ Además de contar con una atractiva y variada flora y fauna, y hermosos senderos y puentes, el Central Park dispone de 31 esculturas distribuidas a lo largo y ancho de sus 341 hectáreas. Una de ellas es la magnífica El Angel de las Aguas, en la fuente Bethesda, de Emma Stebbins, instalada en 1893. Otra de las destacadas es Las Agujas de Cleopatra, un obelisco del faraón Tutmosis III, que fue donada por Egipto a Nueva York. También sobresalen la del Rey Ladislao II de Polonia y una dedicada a Alicia en el País de las Maravillas. Pero los melómanos tienen su lugar en el cruce de la 5ta. Avenida y la calle 110, justo donde termina el territorio del parque. Allí está el gran monumento dedicado a Duke Ellington. Inaugurado en 1997, pertenece al escultor Robert Graham; un homenaje a la memoria del talentoso compositor, conductor de orquesta y pianista, que luce eterno y elegante, parado delante de un piano de cola apoyado sobre tres altas columnas, cada una encabezada con tres figuras femeninas desnudas que representan las musas. Se trata de un rincón muy especial de La Gran Manzana, ya que a pocas cuadras de allí se encuentran algunos de los clubes sobrevivientes de la década del ’30, como el aggiornado Cotton Club, donde Ellington hizo bailar a multitudes al frente de su famosa e impecable orquesta.
EL ZORZAL Y LA DAMA Con la misma fina estampa de Duke Ellington, Carlos Gardel reina en el pasaje que lleva su nombre, en el barrio del Abasto. No podía ser de otra manera en la zona –que forma parte de los barrios de Almagro y Balvanera– donde el Zorzal criollo vivió la mayor parte del tiempo que permaneció en Buenos Aires. De esmoquin y moño, apuesto y distinguido, con su típico peinado engominado hacia atrás, este Gardel de bronce es prácticamente asediado por los turistas extranjeros que desean fotografiarse junto a él. Realizada por el artista Mariano Pagés, e inaugurada en marzo de 2000, la escultura mide 2,4 metros y está montada sobre un pedestal de granito rojo. Fue la primera que se realizó en las calles de Buenos Aires, la otra custodia su tumba, en el cementerio de la Chacarita.
Muy, muy lejos del Abasto se encuentra Baltimore City –la urbe más grande del estado de Maryland, Estados Unidos–, entre cuyos atractivos figura la renovada zona portuaria, donde abundan los museos, restaurantes, locales comerciales y hoteles. Además, el turista tiene la posibilidad de conocer aquí el Acuario Nacional, el Centro de Ciencias de Maryland, el museo para niños Port Discovery y el Centro de Comercio Mundial de Baltimore, como también numerosos barcos históricos abiertos al público. En la ciudad, lo ideal es recorrer los pintorescos y originales barrios étnicos. En uno de ellos, de extensa herencia afroamericana, se encuentra el Druid Hill Park, donde los fanáticos del jazz pueden contemplar una vívida estatua de Billie Holiday. La gran “Lady Day” posa como en sus mejores tiempos: erguida, de distinguido vestido largo y con su característica gardenia en el cabello. La obra de bronce es una creación del artista local James Reid y fue instalada en el lugar en 1985.
DE POLONIA A NUEVA ORLEANS En algunos casos, los amantes de la música experimentan inesperados hallazgos en los lugares más inhóspitos. Tal es el caso de la ciudad polaca de Kielce, situada en medio de las montañas de Santacruz, a orillas del río Silnica. En este importante centro minero –que entre sus atractivos cuenta con el Palacio del Obispo, la magnífica Catedral de estilo barroco, la Iglesia de la Sagrada Trinidad, el museo Stefan Zeromski y cinco reservas naturales– existe una estatua del trompetista Miles Davis. Instalada en un espacio abierto, frente a un edificio público, el gran músico fue inmortalizado en bronce con su típica pose: tocando su instrumento con su cabeza inclinada hacia el piso. En invierno, cuando se cubre de nieve, la figura de Davis cobra un halo especial.
Otro sitio de interés ineludible para todo melómano que se precie de tal es el Louis Armstrong Park, localizado sobre la calle Rampart, en el Barrio Francés (French Quarter) de Nueva Orleáns. En sus distintas áreas alberga al New Orleans Municipal Auditorium y al Mahalia Jackson Center for the Performing Arts. En un rincón especial está la estatua dedicada a Satchmo, ese hombre tan alegre y músico tan talentoso que durante décadas deleitó a audiencias de todo el mundo. En ésta, su ciudad natal, donde surgió el jazz a fines del siglo XIX, Armstrong también es recordado con otra estatua, situada en el distrito de Algiers Point. De modo tal que sus admiradores tienen una doble posibilidad de retratarse junto al célebre trompetista. Pero los homenajes al hijo pródigo en verdad comienzan en el mismo aeropuerto local, que lleva su nombre, y que también alberga en una de sus salas una exposición permanente con fotografías de Satchmo.
La lista de estatuas de músicos famosos continúa en otros rincones del mundo: Freddie Mercury (Montreaux, Suiza), Dizzy Gillespie (Cheraw, South Carolina), Charlie Parker (Kansas City), Stevie Ray Vaughan (Austin, Texas), John Coltrane (High Point, Carolina del Norte) y Buddy Holly (Lubbock, Texas). Sólo es cuestión de tener los datos, y esperar que el destino nos lleve de viaje a alguna de estas ciudades para cumplir la fantasía de abrazar a ese ídolo que tantas veces nos endulzó los oídos.
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