Dom 17.08.2008
turismo

PATAGONIA > FLOTADA Y AVISTAJE DE AVES EN EL RíO NEGRO

Travesías por el Alto Valle

En pleno valle del río Negro –el curso de agua más caudaloso de la Patagonia– se realizan flotadas y travesías en kayak para contemplar este hermoso oasis frutal y su gran riqueza ornitológica.

› Por Mariana Lafont

El Alto Valle del Río Negro es una importante zona de producción frutihortícola que abastece, desde hace más de 50 años, tanto al mercado interno como al internacional. Se extiende entre las ciudades de Chichinales y Cipolletti y está plagado de chacras escondidas detrás de interminables filas de álamos que resguardan las más ricas peras, manzanas y duraznos. Aquí el paisaje es el resultado de la combinación entre la naturaleza y el trabajo del hombre a través de cultivos y canales de riego. Y no es casual que una de las actividades más difundidas sea el agroturismo, es decir, paseos y excursiones en las que se visitan chacras y viñedos especializados en “vinos de zonas frías” como la clásica Bodega Canale. También está la posibilidad de vivir el valle desde el río mismo haciendo travesías en kayak o gomones con avistaje de aves incluido. Esta experiencia permite apreciar el gran contraste entre la zona cultivada con frutales y la árida meseta patagónica y su flora característica.

DE NEGRO NO TIENE NADA Su nombre, “Río Negro”, es la traducción literal de “Curru Leuvu”, término utilizado por los habitantes originarios de la zona a pesar de que sus aguas no son de ese color sino más bien verdosas. Este río es uno de los cursos de agua más importantes de la Patagonia y da nombre a la provincia que lo alberga desde su nacimiento hasta su desembocadura. Nace en la confluencia de los ríos Neuquén y Limay y atraviesa 750 km sin recibir un solo afluente pero posee gran cantidad de meandros e islas fluviales. La más grande e importante es la de Choele Choel, en el Valle Medio. Finalmente desemboca en el océano Atlántico, 30 kilómetros al sur de Viedma, capital de la provincia. A lo largo de su extenso recorrido fluye entre las bardas (terrazas) que forma la meseta patagónica en medio de un ancho y fértil valle densamente poblado.

Algunos documentos históricos dicen que los españoles vieron tantos sauces en sus costas que lo bautizaron río de los Sauces. Además se impresionaron tanto al ver su barra que retrocedieron hacia un puerto más al sur y concluyeron que era imposible entrar por allí. Sin embargo, el piloto de la Armada Real, Basilio Villarino demostró lo contrario en 1782 y 1783. Una vez pasada la peligrosa desembocadura remontó sus aguas y llegó hasta una zona un poco más arriba de la confluencia del río Limay con el Collón Curá. Medio siglo después, en 1833, una goleta al mando de Nicolás Descalzi remontó el prácticamente desconocido río e hizo un bosquejo hasta la zona de la isla de Choele Choel. Pasó el tiempo y la idea de proseguir las exploraciones del gran río quedó en el olvido hasta que, a partir de 1869, el gobierno solicitó sucesivos reconocimientos. Quince años más tarde, el comandante Erasmo Obligado determinó con aproximada exactitud las condiciones de navegabilidad del río y dio por finalizado el período de exploraciones.

AGUAS CAUDALOSAS Con un caudal que oscila entre los 800 y los 1300 m3 por segundo el río Negro es el curso de agua más caudaloso de la Patagonia y uno de los cinco más caudalosos del país. Sin embargo, sus aguas suelen estar tranquilas y son ideales para la práctica de actividades náuticas a vela, motor o remo. Los lugareños suelen disfrutar este remanso en medio de la meseta concurriendo a los diferentes balnearios municipales y los clubes deportivos que se encuentran a la vera del río. Entre tanto, los amantes de la pesca pueden hacer salidas para tentar truchas arco iris, percas y pejerreyes patagónicos.

Los tipos de aves que se pueden observar a lo largo de una flotada en gomón cambian según las condiciones del lugar que, a su vez, varían según qué parte del río sea. En las márgenes, donde el suelo es arenoso y limoso, la vegetación suele estar representada por sauces y olivillos. Estos bosques en galería son el refugio ideal para aves como la paloma torcaza, el carpintero bataraz chico, el carpintero real, cotorras, la garza bruja y el zorzal patagónico. En cambio, en aquellas zonas donde el agua permanece gran parte del año y satura el suelo se generan ambientes pantanosos donde se desarrollan juncales y espartillares o pajonales. Aquí suelen habitar especies como las junqueras, las gallinetas, las pollonas, los varilleros y las gallaretas. Y donde la superficie tiende a ser rocosa la estepa arbustiva o monte domina el paisaje con especies totalmente adaptadas a las condiciones extremas del desierto como el halconcito colorado, el jote cabeza negra y el jote cabeza colorada.

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