GRANDES TORRES > EN TORONTO, TOKIO Y LAS VEGAS
De variados estilos y tamaños, estas estructuras se han convertido en imágenes emblemáticas de ciudades y capitales del mundo. Aunque no todas son tan famosas como la Torre Eiffel de París o la inquietante de Pisa, vale la pena conocerlas.
› Por Leonardo Larini
Sin duda, las torres de Pisa y Eiffel son las más famosas del mundo. Iconos por excelencia, han sido y son visitadas anualmente por millones de turistas de los más diversos puntos de la Tierra. Pero existen otras que, si bien son menos conocidas, vale la pena tenerlas en cuenta. Y así lo hace la Federación Mundial de Grandes Torres (en inglés World Federation of Great Towers), una asociación internacional que se encarga de su promoción y reconocimiento. En el “staff” figuran torres de televisión o comunicaciones como la Ostankino (540 m) de Moscú; la Oriental Pearl Tower (468 m) de Shanghai; y la Sky Tower (328 m) de Auckland, Nueva Zelanda. También hay edificios emblemáticos como el Empire State (443 m) de Nueva York y el John Hancock Center (444 m) de Chicago, entre otros. Incluidas o no en el listado de la institución, la cuestión es que en muchas ciudades de los cinco continentes hay torres de diferentes diseños y tamaños que brindan al visitante la oportunidad de contemplar esos lugares desde descomunales alturas.
LA AGUJA SIN FIN En el centro de Toronto se levanta la Torre Nacional de Canadá, considerada una de las Siete Maravillas del Mundo moderno por la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles. Más conocida como Torre CN, su construcción comenzó en febrero de 1973 y fue abierta al público el 26 de junio de 1976. La obra fue impulsada por la compañía Canadian National Railway para resolver los constantes problemas de comunicación provocados por la proliferación de rascacielos, y a la vez demostrar la fuerza de la industria canadiense. La monumental estructura con forma de aguja tiene una altura de 553 metros y recibe la visita de más de dos millones de turistas por año. Seis metros antes de la cúspide, a los 447 metros (equivalentes a 147 pisos), está el observatorio cerrado más alto del mundo: el Sky Pod. Y a 342 metros de la base hay una plataforma con piso de vidrio. En ambos casos, las vistas panorámicas son deslumbrantes. Y como si fuera poco, en el nivel de los 351 metros está el restaurante giratorio 360 –con un ciclo de rotación de 72 minutos–, donde cenar se convierte en una experiencia casi onírica, con la diminuta y encendida urbe allá abajo.
Lo que no es accesible al público es la escalera de metal de 1776 peldaños que llega hasta el nivel del Sky Pod. Sólo es utilizada en casos de emergencia y, dos veces al año, para competencias atléticas con fines benéficos. La Torre CN cuenta con seis rápidos ascensores para subir a los diferentes observatorios y plataformas, y una estructura antisísmica que le permite soportar un terremoto de 8,5 grados en la escala de Richter.
TOKIO MON AMOUR Aunque está allí desde 1958, la Torre de Tokio sigue sorprendiendo a todo aquel que llega por primera vez a la capital nipona. Aunque dicen que “su diseño está inspirado en la Torre Eiffel”, se puede afirmar que es casi una réplica. Y, créase o no, a pesar de sus años, la estructura de acero de 333 metros –8,6 m más alta que la parisiense– no goza de la fama que merecería y rara vez aparece en folletos o películas.
Fue instalada en la cima de una colina del parque Shiba y, teniendo en cuenta las regulaciones de la aviación, está pintada de anaranjado y blanco. Por su altura y ubicación, cumple la función de antena de transmisión de señales analógicas. Pero eso no es todo; también alberga, en distintos pisos, un acuario con más de 50 mil peces, un museo de cera, una galería de arte y un pequeño templo sintoísta. Y el visitante también encontrará tiendas y restaurantes distribuidos en distintos sectores. Sin embargo, lo más importante son los miradores: el principal (a 150 m) y el denominado Observatorio Especial (a 250 m). Desde ambos se obtienen espectaculares vistas panorámicas de la metrópoli y, en los días de cielo despejado, se puede llegar a ver el monte Fuji.
Cuando anochece, se encienden luces color naranja y la Torre de Tokio parece arder como una gigantesca antorcha. Sólo en verano, se ilumina con luz plateada quizá para poder imaginarla como una aguja de hielo en la tórrida noche.
VERTIGO Y NEONES En una ciudad disparatada como Las Vegas, donde hay réplicas de las ciudades de Nueva York y Venecia, y de las pirámides de Egipto, no podía faltar una estructura como la Stratosphere Tower, de 350 metros de altura. Es un complejo que incluye hotel y un descomunal casino, así como restaurantes, tiendas y juegos mecánicos sólo para audaces. Inaugurada en 1996, está en la intersección del famoso boulevard Strip y la Sahara Avenue.
La plataforma de observación se encuentra en el piso 109, al que se llega en 30 segundos en un vertiginoso ascensor. Una vez allí, la vista panorámica de 360 es absolutamente espectacular, sobre todo al atardecer, cuando los naranjas y azules del cielo hacen juego con los fulgurantes neones que comienzan a brillar en las calles. Pero en la Stratosphere Tower, la gran atracción son los tres juegos mecánicos. Eso sí: no son para cualquiera. El llamado X Scream tiene un carro para ocho personas similar a los de las montañas rusas, que se balancea en todos los sentidos sobre una plataforma que está literalmente en el aire y sobre el vacío. El Insanity es algo así como un tentáculo con aerosillas que se sale de la plataforma de observación, gira y se inclina sobre la nada.
Finalmente, el Big Shot lanza a los visitantes a una distancia de 50 metros en 2,5 segundos. Sólo para valientes.
Como si todo esto fuera poco, hay una capilla –The Chapel on the Clouds– en la que se puede contraer matrimonio a más de 100 metros de altura.
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