BOLIVIA > LA CIUDAD DE VILLAZóN
Es el cruce fronterizo del Norte argentino con Bolivia. Paraíso de los “buscas” por sus ofertas textiles, los viajeros que pasan por allí van camino a Potosí, Sucre, La Paz u otros destinos ascendentes. Imágenes y costumbres que cambian a sólo unos pasos de nuestro país.
› Por Pablo Donadío
¿Qué es eso amigo? –Picante de pollo... ¿a cuánto que no te lo comes?
¿Quién podría resistirse a semejante desafío? Claro que saber callar puede ser la mejor recomendación cuando se es peregrino en tierras ajenas. Con el primer bocado, un rancio sabor estremece el paladar. El momento se hace eterno pero, al fin, la mezcla de ingredientes diluye el efecto y la mueca va permitiendo abrir, lento, muy lento, unos llorosos ojos. Más allá de la primera (y áspera) experiencia, alcanza con ver cómo dos niños se revuelcan de risa para que las lágrimas den paso a la diversión. Cuando se permiten un respiro, uno de ellos dice: “Veo que te ha gustado, hermanito argentino”. El otro lo mira con sus perfectos, brillantes dientes, mientras suma con sus dedos: “Es el tercero hoy, ja ja”.
Muy cambiantes pueden resultar no sólo las comidas sino los tiempos, las adaptaciones del lenguaje, los modos de vida y las formas de relacionarse en general, aunque se esté a una cuadra, literalmente, del suelo argentino. Así da la bienvenida Villazón, y si bien es cierto que las tierras del NOA guardan desde siempre un enorme arraigo con “las costumbres” del Altiplano, éste es claramente otro país.
TURISMO HORMIGA Ubicada en la provincia de Modesto Omiste (como un municipio argentino), en el departamento de Potosí, Villazón es paso obligado para cualquier turista argentino que emprenda camino arriba, con destinos bolivianos, peruanos o latinoamericanos en general. Allí se llega cruzando La Quiaca por vía terrestre, por una frontera que tiene –a 3400 msnm– una aduana integrada. Alcanza con cruzar el puente y dar un paso en la Avenida Central para oler la salchipapa y ver el hormiguero de gente que se amontona tras las matras, los aguayos, los ponchos, los abrigos de lana de llama y otros tejidos de telar. Por supuesto, no faltan ollas de barro cocido, productos alimenticios, algo de electrónica y los típicos instrumentos de viento, pero la ropa es sin dudas motivo exclusivo de visita no sólo para los famosos “buscas”: muchas casas refinadas adquieren por cantidad prendas baratísimas (como un suéter de llama a $ 25) que luego se han de vender como verdaderos tesoros, traídos de su lugar de origen. Ese comercio es la fuente principal de ingresos del centro, y más allá de los negocios propiamente dichos (con puertas, ventanas y exhibidores), a partir del medio día las calles centrales de Villazón se vuelven ferias itinerantes. Si bien las manzanas céntricas reúnen a los viejos puesteros, algunos grupos van corriendo, armando y desarmando sus puestos de hierro según el clima, la hora y la gente presente. Los vendedores saben que gran parte del turismo llega desde la Argentina y quizá pase allí unas pocas horas, por lo que el momento es crucial para la venta, siempre. Por ello, pesos argentinos tanto como bolivianos son más que nunca moneda corriente en sus calles. A la hora de comprar se escucha: “¿Pagas en argentinos o bolivianos?”, seguido de la rapidísima cuenta mental en ambas monedas.
Cuando cae el sol y la muchedumbre va desapareciendo, las toneladas de mercadería son cargadas en grandes carros con dos ruedas de automóvil, y las cholas emprenden el retiro al hogar, esperando un nuevo día de trabajo.
TIEMPOS DE CRECIMIENTO La provincia de Modesto Omiste, a la que Villazón pertenece, fue en sus orígenes parte de la cultura aymara. Su territorio fue defendido hasta que los incas lograron conquistar la zona, con instituciones tan fuertes que arrasaron las tradiciones y el lenguaje. En la ruinas de un antiguo poblado, al que los locales llaman Mauca Llajta (“pueblo viejo”), aún existen algunas cerámicas, collares, armas e instrumentos musicales de esos primeros habitantes. Desde su fundación hace 98 años, la ciudad fue tan pujante que alcanzó un rápido desarrollo demográfico y comercial, contando con una fábrica de cerveza, otra de jabones, una torrefactora de café y hasta el viejo periódico La Voz de la Frontera. En su tiempo de esplendor, la línea ferroviaria proveniente de Potosí (con el Rápido del Sur a la cabeza) comunicaba a Villazón no sólo con Oruro y La Paz sino que además bajaba hasta Buenos Aires, desarrollando rápidamente el turismo internacional. Ese tren ha sido y sigue siendo una de las razones por la cual llegan cientos de turistas por día, buscando el tan preciado (seguro y económico) boleto, que conecta a los visitantes con una de las atracciones principales de toda Bolivia: el salar de Uyuni. Claro que conseguir tickets para ese mismo día suele ser imposible, por lo que muchos se resignan a pasar una noche en Villazón, a animarse al ómnibus hasta Tupiza, o cancelar el destino y partir directamente a Potosí. En esa rápida pasada es imposible no sentir el olor amargo de las hojas de coca, y escuchar hablar con entusiasmo del Gasoducto de la Puna, el próspero proyecto del que participan Bolivia y la Argentina.
EL REINO DE LA SALCHIPAPA Bolivia es reconocida entre otras cosas por la abundancia de alimentos y hortalizas. Hace unos meses, en el marco del encuentro nacional del tubérculo, productores de papa de Villazón expusieron su variedad en Tiwanaku, “que es la cultura de la papa”, explicó el arqueólogo Hugo Avalos, un estudioso del tubérculo y de las raíces de la raza tiwanakota. Así la región se adhiere a los festejos que se están realizando en torno de la papa a nivel mundial. En la celebración se expuso desde la legendaria “ajawiri”, pasando por la papa “imilla”, la “waycha”, la “revolución” y la “khati”, hasta la nueva variedad “desirée”. De este tubérculo, como no podía ser de otra manera, nace una de las especialidades que fascinan a chicos y grandes: la salchipapa. Preparada con salchichas fritas, papas fritas y todos los aderezos existentes, la pasión por la salchipapa no tiene un equivalente aquí. Otro rasgo distintivo de la gastronomía local es el picante de pollo, preparado con ají amarillo, colorado, ajo tostado, locoto, cebolla blanca, tomate, caldo, pollo y especias (mucha pimienta negra), combinación que se vuelve todo un reto para los desconocidos.
PARA RECORRER Si la opción es quedarse (por gusto o porque hay que hacer tiempo para el tren), Villazón ofrece algunos recorridos que hacen hincapié en la tradición, la historia y la naturaleza. Una de las actividades culturales que aglutinan a gran cantidad de espectadores, tanto de Bolivia como del exterior, es la Tradicional Entrada del Carnaval de Villazón, en el mes de febrero, con vestimentas y cantos típicos. También vale la pena llegar a Villa Concepción, denominada Patrimonio Histórico Cultural y Ancestral de la provincia de Modesto Omiste, para la fiesta del Sombrero Ovejón, prendas realizadas por artesanos con fibra de oveja. Ya con fines recreativos, la visita a Sococha, San Pedro y Yanalpa, es ideal para el descanso y la fotografía, ya que sus construcciones guardan una riquísima impronta colonial. La tradición se hace presente en el sector oeste con la alfarería de Berque, Chagua y Chipihuayco, donde el trabajo manual en barro no ha quedado en el recuerdo y es la forma de subsistencia de muchas familias.
Otro sitio para conocer es el museo municipal, inaugurado hace poco más de 20 años. Allí se encuentran importantes objetos y piezas arqueológicas de la cultura chicha, recolectadas en diferentes lugares de la provincia. Algunos restos de cerámicas han sido identificados como parte de la cultura prehispánica regional. La plaza 6 de Agosto (día de la patria), donde los mochileros descargan el peso por unos instantes, y la zona de los viejos ferrocarriles del centro pueden completar una corta pero interesante visita.
Luego será hora de partir hacia esos paisajes inolvidables: los cambiantes relieves de Tupiza, el majestuoso salar de Uyuni, la colonial Potosí, Sucre, Tarija, La Paz... Atrás queda una vez más Villazón, siempre lista para hacerle de pivote a otros destinos más turísticos.
Cómo llegar. El traslado por tierra cuenta con micros de larga distancia que conectan Buenos Aires con Villazón, previo paso por la Quebrada de Humahuaca y La Quiaca. Potosí Buses (www.potosibuses.com / 011-4644-3916) tiene dos frecuencias diarias con un costo de aproximadamente $ 215.
Dónde dormir. En la ciudad se consiguen campings y hospedajes a muy bajo costo para los cientos de mochileros que llegan a diario. Alojamiento Potosí, frente a la plaza 6 de Agosto, brinda buenos servicios de hotelería.
Más información. Embajada de Bolivia en la Argentina: (011) 4394-1463. www.embajadadebolivia.com.ar
Página oficial: www.villazon.gov.bo
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