ESPAñA > LOS PUEBLOS DE BUITRAGO DEL LOZOYA Y GASCONES
A menos de cien kilómetros de Madrid, vale la pena descubrir el encanto medieval y aldeano de dos pequeños pueblos de montaña rodeados de bosques donde aún perduran costumbres y tradiciones de la antigua España rural.
› Por Astor Ballada
Descubrir lo que hay cerca del destino elegido es una opción tentadora. Y si ese destino es Madrid, es bueno saber que existen, a escasos kilómetros, decenas de pueblos de montaña que han logrado preservar su singularidad. Entre ellos están Buitrago y Gascones, dos lugares donde los viajeros podrán descubrir una imagen más verdadera de la antigua España rural.
Junto con Madrid y con otros 39 ayuntamientos, Buitrago del Lozoya y Gascones forman parte de una región denominada Sierra Norte, meca del turismo rural dentro de la Comunidad Autónoma de Madrid (antiguo territorio histórico de Castilla).
PIEDRAS MEDIEVALES Son 74 los kilómetros que separan, rumbo norte, la capital española de Buitrago del Lozoya. El origen del nombre de este pueblo, Litabrum, habla de sus remotas raíces y Lozoya es el río que lo atraviesa y le da forma de herradura, entre los embalses-arroyo Cigeñela y Arcava, al norte, y el Riosequillo, al sur.
¿Qué tiene de particular este pueblo de montaña situado a casi mil metros de altura, con algo más de dos mil habitantes y unos veinticinco kilómetros cuadrados de superficie? Mucho. Su gente: pastores, casi todos hombres y mujeres de edad –los jóvenes invariablemente parten a las ciudades–, cuyos rostros denotan una vida donde el trabajo de campo, junto a vacas, ovejas y caballos, es tan natural como respirar. Y su entorno: montes y bosques de encinas, hayas, robles y, en lo más alto, pinos.
Pero Buitrago del Lozoya es conocida principalmente por poseer una de las fortificaciones mejor conservadas de la España interior: un alcázar–castillo de piedra del siglo XI, compuesto por siete torres y una muralla que se extiende desde el valle hasta bordear el río. A lo largo de los siglos, el conjunto arquitectónico sufrió incendios y destrucciones y fue restaurado y remodelado. Claro, sólo se lo puede apreciar exteriormente: para ingresar hay que hacer una solicitud previa aunque poco es lo que se destaca dentro suyo: apenas la plaza de armas, que fue reconvertida en plaza de toros, y que se utiliza principalmente en las festividades, como la de septiembre, cuando el pueblo recuerda al medioevo (o vuelve a hacerlo con más ímpetu, ya que lo recuerda a diario), con una feria que reúne a artistas callejeros, conciertos y espectáculos para todas las edades.
Otro hito del casco histórico es la iglesia gótica Santa María del Castillo (S. XIV), la única que se ha conservado de las cuatro que existieron en la zona hasta el siglo XVI. También en ella se aprecia la influencia morisca, evidenciada en su torre de estilo mudéjar.
Hacia el norte del casco histórico está el barrio de Andarrío, al cual se llega atravesando el Puente Viejo sobre el río Lozoya, donde se puede visitar un museo de particular inspiración, obra de un peluquero nacido en el lugar, don Eugenio Arias. Según cuentan, el peluquero trabó amistad con Pablo Picasso y, en retribución, el genial andaluz le obsequió los curiosos objetos, bocetos y cerámicas que conforman el acervo del Museo Picasso. De yapa, también hay un espacio con los instrumentos artesanales de don Eugenio, con estuches garabateados por Picasso.
TIEMPO DE GASCONES Lindero a Buitrago del Lozoya, y casi como un desprendimiento suyo a sólo seis kilómetros de distancia, está Gascones. Si el anterior era un pueblo típico de montaña, Gascones –con su centenar y medio de habitantes–, es prácticamente una postal de casas y chimeneas de piedra. Si bien el sesgo español se hace notar en todos sus habitantes, el pueblo debe su nombre al hecho de que sus fundadores fueron hombres y mujeres nacidos del otro lado de los Pirineos (franceses, de Gascuña).
El eje del Gascones es la Plaza de la Constitución (antigua Plaza Mayor), sin duda el mejor lugar para descubrir el irregular trazado de las cortas calles. Y, como debe ser, el edificio histórico más importante es una iglesia, la de Santo Tomás.
Los gasconenses ofrecen casas rurales para dormir una o dos noches (no más, si se quiere disfrutar en serio del lugar). Sea como fuere, en estos tiempos invernales de Europa, la mañana gasconense tiene reservado otro ejemplo de lo único: el paisaje serrano coronado por los picos nevados de la sierra norte. Y en las calles, los fresnos pelados, pero erguidos, se muestran exiguamente bellos, simbolizando tal vez el tesón de la gente del lugar.
Una muy buena manera de potenciar el goce del viaje en estos pueblos de la Sierra Norte española es descubrir, y sucumbir, ante su noble mesa. Si bien la oferta en cuanto a restaurantes es sustancialmente superior en Buitrago del Lozoya, ambos ayuntamientos comparten la propuesta gastronómica. Como entradas, el gazpacho, las judías (habas, porotos, habichuelas) y, por supuesto, los afamados embutidos ibéricos (que pueden hacer las veces de tapas en un bar). Si de carnes se trata, el cordero lechal (acompañado o como guiso generoso en calorías), y también jabalíes y ciervos que los lugareños cazan en los montes. Entre los pescados, se destacan el lenguado y la lubina. Tapeo: croquetas de bacalao, tortilla de papas (¡eterna y simple exquisitez española!), solomillo de cerdo ibérico con queso de cabra y arenque ahumado.
Vinos: sea con los típicos Rioja o con los Ribera del Duero, es difícil equivocarse. Ante la duda, el precio manda. Eso sí, según la complejidad del plato a acompañar, elegir, de menor a mayor, en este orden: Joven, Crianza o Reserva, que es una característica tan usual de tener en cuenta en España como en la Argentina el cepaje.
Cómo llegar: Por autopista: desde Madrid, por la A-1 en dirección a Burgos. Hay un desvío en Buitrago del Lozoya. En ómnibus: desde la Plaza Castilla de Madrid, en Intercambiador de Autobuses, parten las líneas 190A, 190B, 191 y 196, por Continental Auto. El precio del boleto, alrededor de cinco euros, es más que razonable.
Hospedaje en Gascones: En general los precios oscilan entre los 30 y 50 euros por persona, según el tipo de locación y temporada. Se destacan: La Casa de la Luna (www.lacasadelaluna.com) y La Casona de Gascones (www.sierranorte.com/la casona de gascones).
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