VINOS > LAS RUTAS EN CUATRO PROVINCIAS
Un recorrido por cuatro hoteles que fueron instalados en bodegas para ofrecer degustaciones y conocer “desde adentro” el nacimiento del vino.
› Por Graciela Cutuli
Hace unos años, la Ruta del Vino lanzó desde Mendoza una fórmula que desde entonces no dejó de ser un éxito cada temporada. Combinar turismo y degustaciones de vinos era en esos comienzos una idea novedosa, y año tras año la propuesta se fue completando con más bodegas y más eventos: con el tiempo se abrió otra Ruta del Vino en Salta, y hay más en proyecto en otras regiones del país, donde la diversidad climática permite la creación de un variado abanico de tintos, blancos, rosados y espumantes. Al mismo tiempo nacieron otras propuestas para combinar turismo y vino, como los hoteles-bodega, que permiten alojarse y descubrir de manera más íntima los procesos de fabricación del vino en sus propias instalaciones. En La Rioja, Salta y Neuquén –tres regiones que ganan cada vez más protagonismo en la industria vitivinícola nacional, y cuyos vinos son cada vez más renombrados– cuatro hoteles ofrecen cuatro estilos y cuatro maneras distintas de disfrutar (literalmente) la vida en una bodega.
VIÑAS DE ALTURA Los Valles Calchaquíes son uno de los lugares más épicos de la Argentina. Las primeras vides llegaron hacia 1550, con los primeros religiosos españoles. A fines del siglo XIX los inmigrantes europeos trajeron con ellos más plantines y variedades, y en Cafayate se instaló, a fuerza de grandes obras de acequias, un núcleo de bodegas. Hoy día los vinos salteños ya no necesitan demostrar sus cualidades, y Cafayate se convirtió en una micro capital del vino, a las puertas mismas de la Puna. Es una curiosa ciudad, que no se decidió del todo entre ser un pueblo típico de las montañas del Noroeste o un centro turístico cosmopolita para turistas de todo el planeta. En su plaza central se encuentra una de las mayores incongruencias de la arquitectura administrativa del país: el edificio del Banco Nación tiene un aspecto patagónico, porque sus arquitectos confundieron los nombres de Cafayate y El Calafate y enviaron hasta allí los bocetos de un edificio pensado para los vientos y el frío del sur... En las afueras de la ciudad, donde las calles se convierten en caminos de ripio que enfilan hacia los viñedos, se encuentra Patios de Cafayate, un hotel y spa de lujo. El edificio del hotel fue restaurado con cuidado para conservar su arquitectura colonial. Visto desde los viñedos, el hotel parece una blanca capilla, con un torreón que recuerda a un campanario. Da la sensación de que las gruesas paredes de las alas que encierran el patio central filtran el tiempo, como filtran los ruidos y el calor del exterior. Las habitaciones del hotel tienen vista a los viñedos o el patio, con una pileta central: pero son las montañas las que ponen la última línea del escenario. El hotel es un spa que se inspiró en las vides y las viejas tradiciones calchaquíes para ofrecer tratamientos novedosos, a base de uva y de quinoa, uno de los más típicos cereales andinos.
Remontando la Ruta del Vino hacia el norte, se llega a Colomé, a 2380 metros de altura, un caserío alejado de la ruta, escondido entre los pliegues de las montañas y rescatado del olvido gracias al vino. La apertura de la bodega Colomé logró que el pueblo, que estaba a punto de vaciarse, volviera a recibir nuevos pobladores. Colomé es uno de los emprendimientos de Donald Hess, un hombre de negocios suizo que se dedica a la producción de vinos de calidad para los mercados europeos y norteamericanos. Tiene bodegas en varios continentes, pero suele decir que su preferida es ésta, donde pasa varios meses al año. En complemento a la bodega, abrió hace unos años un hotel en medio de los viñedos. Nadie deja de pararse para una foto frente a la capillita local, exquisitamente restaurada. El hotel, por su parte, está instalado en parte de la antigua bodega, en cuya arquitectura se inspiró, cuidando al extremo hasta los más pequeños detalles. Las luces, los colores, las habitaciones, la colección de libros y revistas, sin entrar en la decoración de los cuartos y sus equipamientos de lujo, todo ha sido pensado para que la estadía sea una experiencia inolvidable en medio de un paisaje deslumbrante. Desde el hotel se pueden recorrer los viñedos y ver su estado según los ciclos de la naturaleza. Son todos de plantación reciente, excepto unas cuatro hectáreas, cerca del hotel, que son herencia de la vieja bodega Colomé y conservan algunas de las vides plantadas hacia1850 por la hija del último gobernador español de Salta. Estas plantas producen uvas todavía y son conservadas con cuidados y métodos biológicos. Los métodos de la agricultura biodinámica, inspirados en la antroposofía, fueron traídos desde Suiza y buscan estar en fase con los ciclos naturales, prohibiendo por lo tanto el uso de agroquímicos. También se puede visitar la huerta, cultivada con los mismos principios. Además del restaurante y las habitaciones, en Colomé hay un museo, construido para recibir obras del artista norteamericano James Turell. Las obras de Turell están basadas en la luz y en Colomé se pueden ver nueve piezas de instalación de luz, una de las principales colecciones de sus obras en el mundo. El hotel organiza visitas, cabalgatas, paseos y caminatas, y también propone degustaciones personalizadas en su centro de visitas, a poca distancia del cuerpo principal.
DORMIR BAJO LAS PARRAS Chañarmuyo es otra propuesta distinta para alojarse en una bodega. Algo más rústico que las propuestas anteriores, el hotel de esta bodega riojana ofrece habitaciones en un edificio enteramente rodeado de vides. Se sale y entra de la habitación pasando literalmente bajo los parrales. Y en temporada, a fines del verano, cuando las uvas ya están maduras, están al alcance de los huéspedes y forman como una cortina que hay que correr para ver las extensiones de los viñedos al pie de los cerros, salpicados de cardones. Chañarmuyo se encuentra al pie de la Sierra de Famatina, y su nombre viene del pueblito vecino, un caserío que recobró vida con el emprendimiento vitivinícola y turístico de la bodega. Como en Salta, las acequias permiten realizar el milagro de traer vida al medio del desierto, en un rincón de la precordillera donde las precipitaciones son escasas pero se presentan a veces bajo la forma de granizos que pueden destruir en pocas horas el paciente trabajo de todo un año. Es por eso que las vides de la bodega están protegidas permanentemente por una fina red.
El pedemonte de la Sierra de Famatina era conocido hasta entonces por sus olivares y nogales. Al borde de la ruta que lleva a Chilecito, la ciudad más importante de toda la parte oeste de la provincia de La Rioja, se ven grandes extensiones de estas plantaciones que son como un verdadero oro verde y cuyos aceites alcanzan precios que rivalizan con los mejores vinos. Esta sierra está desde hace unos años en el medio de una polémica entre los pobladores de Famatina y de otras localidades de la región, enfrentados con una corporación minera que quiere explotar una mina de oro en el corazón mismo de los cerros. Las aguas de las acequias vienen todas de las mismas montañas, y los lugareños la atesoran más que cualquier yacimiento aurífero. En Chañarmuyo en especial, se puede apreciar el delicado equilibrio logrado entre la fragilidad de la naturaleza en esta región árida y el manejo de los recursos para cultivar las vides. Los cardones, con sus siluetas de vigía, parecen recordarlo a cada instante.
Las instalaciones de la bodega La Riojana, concentradas en grandes galpones, dan una dimensión del tamaño de la empresa. Se pueden visitar y en época de vendimia asistir a las distintas etapas de la producción de este líquido fermentado que con el paso del tiempo se convierte en vino. La bodega no tiene una larga historia, a diferencia de las de Chilecito, la ciudad de pioneros famosa hace un siglo por tener el mayor cablecarril del mundo.
En Chañarmuyo, la bodega fue instalada sobre una antigua finca de frutales. Y el hotel fue pensado como una parte de la bodega para poder recibir a turistas e invitarlos a degustar los vinos producidos en los campos que los rodean. Si las habitaciones están perdidas bajo las parras, el cuerpo central –donde se levantan la recepción, la sala de venta y el restaurante– contrasta por sus líneas modernas con la habitual arquitectura más tradicional de la región. Además de la pileta y otras comodidades, cada temporada trae sus propios atractivos. Pero cualquiera sea la época, no hay que perderse el punto panorámico sobre todo el valle donde está plantado el viñedo. Un camino sube por el flanco de la montaña más cercana y desde allí se obtiene la mejor vista: a lo lejos, los galpones de la bodega se ven como una isla de metal y cemento en medio de un mar verde. En los alrededores, no hay que perderse tampoco las visitas al pueblo de Famatina, que conservó aires de otros tiempos en sus calles, y a las fincas de producción de aceite de oliva y de nueces en el pueblo vecino de Pituil.
DORMIR CON LA COPA EN LA MANO Si en Chañarmuyo se puede pretender dormir entre las parras, en San Patricio del Chañar, en Neuquén, el hotel Valle Perdido ofrece la experiencia de dormir en medio de la bodega misma, y para acceder a las habitaciones hay que cruzar salas llenas de toneles y barricas. En este hotel de lujo, inaugurado a fines del año pasado, todo fue pensado para tener una experiencia distinta. Por eso fue elegido, mientras no estaba del todo oficialmente abierto al público, como uno de los diez hoteles nuevos más atractivos y novedosos del mundo, según una clasificación realizada por una revista de turismo internacional. El hotel y la bodega fueron totalmente integrados uno al otro en un solo edificio: así, los huéspedes tienen la posibilidad de interiorizarse sobre las etapas de la producción del vino yendo y viniendo desde el lobby a las habitaciones o a los distintos sectores del hotel, que cuenta además con un spa con todos los servicios. San Patricio del Chañar es el epicentro de la región vitivinícola de la Patagonia, a orillas del río Neuquén, al oeste de la capital provincial. No muy lejos están las extensas mesetas áridas de la provincia, donde se encontraron los fósiles de los mayores dinosaurios que hayan vivido alguna vez sobre la Tierra. El hotel quiere ser a la vez un destino en sí para conocer la región y una alternativa con la distinción que le otorga tener habitaciones con terraza privada con vista al viñedo. El Wine Spa del hotel ofrece tratamientos de vinoterapia, un concepto que usa las propiedades de las uvas y los componentes antioxidantes del vino para rejuvenecer la piel. El hotel cuenta también con un restaurante que está a la altura de su nivel de lujo y de refinamiento. Pero lo que más deslumbra es la ingeniosa combinación entre hotel y bodega, la imbricación total de una parte y la otra. En este sentido, el panorama más impactante es la pasarela vidriada que va de una parte del edificio a otra pasando por encima de una bodega con toneles y una mesa de degustación, ambientada como la sala de una cofradía de “tastevins” (catadores) medievales. Como si el pasadizo terminase siendo un pasadizo en el tiempo, de una época a otra.
En Salta: Informes sobre Cafayate y los Valles Calchaquíes: www.turismosalta.gov.ar y http://www.salnet.com.ar/cafayate/. Informes sobre el hotel Patios de Cafayate Hotel & Spa, Ruta Nacional 40 y Ruta Nacional 68.
www.patiosdecafayate.com y www.spas.com.ar.
Informes sobre Colomé: Ruta Provincial 53, km 20, Molinos. www.estanciacolome.com.
En La Rioja: Informes sobre la provincia: www.larioja,gov.ar/turismo.
Informes sobre Chañarmuyo: Chañarmuyo Estate Vineyards, Winery & Lodge, Camino al Dique s/n y Ruta Provincial Nº 39, Km 15. www.chanarmuyo.com.ar.
En Neuquén: Informes sobre la provincia: www.neuquentur.com.
Informes sobre Valle Perdido Wine Resort: Ruta Provincial 7, picada 6, San Patricio del Chañar. www.valleperdido.com.ar.
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