PERU > LíNEAS DE NAZCA
Las mundialmente famosas Líneas de Nazca se encuentran en las Pampas de Jumana, en el desierto de Nazca. Según estudios científicos, fueron hechas por una cultura preincaica que tuvo su apogeo entre los años 100 y 800 d.C. Sólo son visibles desde el aire y hasta el día de hoy el enigma es ¿cómo fueron dibujadas?
› Por Mariana Lafont
Estos gigantescos e imborrables dibujos cubren aproximadamente 500 km2 en el desierto y están ubicados a la altura del kilómetro 420 de la carretera Panamericana Sur, poco antes de llegar a la ciudad de Nazca. Muchos interrogantes los rodean, ya que aún no se entiende bien cómo fueron hechos. Debido a las características del suelo es muy difícil fechar con precisión el período en que fueron delineados (por la dificultad para aplicar el sistema de datación Carbono 14). Por ese motivo, los científicos se han valido de otros métodos para desentrañar el enigma y han comparado las figuras del desierto con los motivos encontrados en alfarería de la cultura Nazca. Las similitudes son muy grandes y la conclusión es que la gran artista de los geoglifos fue esa cultura preincaica. Los geoglifos existen en varias partes del mundo y son figuras trazadas en planicies o laderas y, por lo general, suelen estar en los desiertos. Existen dos técnicas diferentes para realizarlos: en el caso de Nazca, la capa superficial del terreno (compuesta por guijarros de color rojizo oscuro causado por la oxidación) fue retirada para dejar visible la capa del fondo más clara y amarillenta. La otra técnica consiste en poner piedras de tonos oscuros formando un mosaico que contraste sobre un fondo más claro. Las de Nazca forman figuras con diseños tan simples, como líneas y rectángulos, hasta otros más complejos, como figuras zoomorfas.
Técnicamente las líneas de Nazca son perfectas ya que están bien proporcionadas y tienen una asombrosa exactitud geométrica, en especial si se tiene en cuenta su dimensión. Los dibujos son tan grandes (la figura del colibrí supera los 200 metros de largo) que es imposible observarlos en tierra y sólo se aprecian desde el aire. De hecho, por esa razón, surgieron diferentes conjeturas e interpretaciones que atribuían la autoría de las líneas a culturas foráneas e incluso a seres extraterrestres. Sin embargo, fueron descartadas ya que la similitud entre los geoglifos y el estilo de la cerámica Nazca es concluyente.
ANTES DE LOS INCAS La cultura Nazca, cuya economía se basaba en la agricultura, sobresalió en la época preincaica y se desarrolló entre los años 100 y 800 d.C. en la Región de Ica (en el sudoeste de Perú), aunque su área de influencia llegó a Pisco (por el norte), Arequipa (por el sur) y Ayacucho (por el este). Su tecnología evolucionó principalmente en el ámbito agrícola y, debido a las escasas lluvias, fue necesario realizar acueductos, canales y pozos para el abastecimiento de agua. Pero además de la agricultura, Nazca se destacó (y es conocida hoy) por su maravillosa cerámica policromada, con figuras de hombres, animales, plantas, etc.
Para conocer más de esta cultura, además de sobrevolar las líneas, se puede visitar el Cementerio de Chauchilla, a 30 kilómetros de la ciudad de Nazca. Se trata de una necrópolis al aire libre en la que aún se pueden ver (a pesar de los saqueos) impresionantes momias en buen estado de conservación así como restos de cerámica.
DESDE EL CIELO A bordo de una pequeña avioneta se puede apreciar el verde valle del río Nazca donde crecen todo tipo de cultivos. Pero a los pocos minutos el paisaje cambia abruptamente y una inmensa planicie de color amarillo ocre domina la escena. Y lo más sorprendente sucede cuando esa misma planicie se transforma en un gran pizarrón en el cual se distinguen infinidad de líneas de todo tipo (largas, cortas, angostas, etc.), figuras geométricas y dibujos bien nítidos. Esa nitidez es la que asombra a todos los visitantes ya que no hay dudas de que el dibujo que se ve allí abajo representa un mono, un colibrí o una araña. No se trata de dibujos ambiguos que pueden recibir diferentes interpretaciones. Además tienen la particularidad de estar diseñados por una misma línea que parte de un punto, dibuja la figura y retorna al mismo punto de partida. La pregunta del millón es: “¿cómo no se han borrado en todo este tiempo y qué pasa cuando sopla el viento?”. Esa es otra de las maravillas de Nazca. Gracias el clima de esta región (una de las más secas del planeta) las líneas se han podido mantener a lo largo del tiempo. Además las pampas de Jumana se encuentran a 330 msnm y mantienen una temperatura media anual de 25 grados, ideal para conservar los dibujos ya que el aire caliente actúa como un “colchón” (que obliga al viento a cambiar de dirección) e impide que los trazos se borren.
La primera referencia que existe sobre esta maravilla pertenece al conquistador, cronista e historiador español Pedro Cieza de León y data de 1547. El cronista de Pizarro visitó la zona y escribió que vio “señales en algunas partes del desierto vecino de Nazca”. Sin embargo, llama la atención que ninguno de los viajeros que hicieron misiones científicas en el Perú, entre los siglos XVI y XIX, mencionara estos increíbles dibujos. Recién en 1927 Toribio Mejía Xesspe (discípulo del “padre de la arqueología peruana”, Julio C. Tello) redescubrió las líneas para el mundo científico. Transitando la Panamericana vio a un lado de la carretera líneas y trazos y postuló que se trataba de “seques” o caminos sagrados. Luego le siguió Paul Kosok (investigador de la Universidad de Long Island de Nueva York) quien en 1939 fue el primero en sobrevolar los enigmáticos dibujos. Sin embargo, fue su discípula María Reiche quien les dedicó su vida.
LA DAMA DEL DESIERTO Esta investigadora alemana había nacido en Dresden en 1903 y la primera vez que llegó a Perú fue en 1932. Tenía 25 años y fue institutriz de los hijos del cónsul alemán en Cuzco. No bien puso un pie en ese país la joven se enamoró de los paisajes andinos y la gran cantidad de misterios que impregnaban su cultura. Finalmente, en 1937, se instaló definitivamente en Lima haciendo de todo un poco: dando clases de alemán, trabajando en el Museo de Arqueología de esa ciudad y traduciendo textos científicos. Dos años después, Reiche conoció al doctor Paul Kosok y su vida dio un giro de 180 grados. Kosok había descubierto, ese mismo año, la existencia de las líneas y creía que eran usadas por los antiguos astrónomos peruanos como un gigantesco calendario solar y lunar. El propio científico norteamericano denominó al conjunto de dibujos “el libro de astronomía más grande del mundo”.
En ese momento Kosok estaba buscando traductor para sus escritos del inglés al castellano. María estaba fascinada con el enigma de los trazos y, sin dudarlo, aceptó el trabajo y partió a Nazca. Desde entonces permaneció en esa sofocante localidad del sur de Perú hasta el día de su muerte en 1998, para conservar y proteger los misteriosos dibujos. Kosok le había pedido que examinara las líneas rectas (que aparecían como extrañas depresiones en el desierto) porque suponía que no eran zanjas de riego (como creía la mayoría) sino que se trataba de un verdadero calendario astronómico. Y lo comprobaron el 22 de junio (día del solsticio de invierno) cuando vieron que la línea sobre la que se encontraban en ese momento seguía exactamente al sol en el horizonte. Más tarde Reiche determinó también que los geoglifos fueron hechos mediante surcos de 20 a 30 centímetros de profundidad, retirando la superficie ferrosa del terreno y dejando al descubierto la capa caliza subyacente. Y lo más maravilloso fue descubrir que los autores de las líneas no sólo habían tenido en cuenta la característica del suelo sino también la rutina de los vientos para que ayudaran a limpiar y preservar los surcos.
En 1946 Reiche encontró el primer dibujo entre las líneas: una araña de ocho patas y proporciones agigantadas. Pero era difícil distinguirla porque durante siglos el viento había soplado sobre la superficie y había dejado una capa fina de piedras pequeñas sobre la imagen. Luego aparecieron el colibrí, el mono (con su inconfundible cola con forma de espiral), el cóndor y el pelícano, entre otras. A partir de sus estudios, dedujo que los mismos habrían tenido un significado ritual y que su simbología estaría ligada al cielo porque en las figuras se podían ver constelaciones: en la del mono, la Osa Mayor; en la araña, Orión; y en el perro, el Can Mayor. Además esas líneas podían ser puntos de observación astronómicos, sumamente útiles para la agricultura. El siguiente enigma (y el que se sigue haciendo cualquier visitante que sobrevuela los dibujos) era poder saber qué técnica utilizaron para producir dibujos tan gigantescos y con tanta perfección. Hay que tener en cuenta que las figuras sólo pueden verse desde una altura de 450 metros y en la época que fueron hechas no existía ningún tipo de aparato que pudiera volar. Finalmente Reiche resolvió que los creadores habrían usado un sistema de medición con el cual podían transferir al desierto las figuras de un modelo más pequeño. Es decir que sólo pudieron imaginar la apariencia de sus obras y para ello las planeaban y las dibujaban primero en una escala más pequeña. Según estudios e hipótesis, los nazcas se limitaron a retirar las piedras superiores siguiendo un trazado que previamente habían señalado con estacas, unidas por cordeles, a partir de un modelo a escala menor y unas dosis de geometría.
Durante cincuenta años, la investigadora germana curtió su piel recorriendo a pie el desierto de Nazca siguiendo sus infinitas líneas. Se ayudaba con una escalera de mano, una cinta métrica, un sextante, una brújula y luego un teodolito. Finalmente, para evitar esos largos trayectos diarios, se mudó a una sencilla cabaña al borde del desierto, sin agua corriente ni electricidad. En los años ‘70 comenzó a llamar la atención para que se protegieran los dibujos y logró construir, al lado de la carretera Panamericana, una atalaya para observar algunas figuras y líneas. De ese modo evitó que algunos curiosos destruyeran los delicados dibujos. Tantos años de esfuerzos dieron su fruto y en 1994 la Unesco declaró los geoglifos Patrimonio de la Humanidad. Tal fue el amor y la devoción puesta en este tesoro andino que su trabajo fue reconocido por el pueblo peruano y recibió cinco veces el título de Doctor Honoris Causa. La misma Reiche solía decir “¡Todo era por Nazca! Si cien vidas tuviera, las daría por Nazca. Y si mil sacrificios tuviera que hacer, los haría, si por Nazca fuera”.
Cómo llegar: Se puede ir en avión desde Lima, Ica y Cuzco. En bus, desde Lima son 8 horas y desde Arequipa 12. Desde Lima se recomienda Cruz del Sur (desde U$S 20).
Sobrevuelo de las líneas: Dura 45 minutos y cuesta unos U$S 50.
Curiosidad: Las líneas se localizan en Google Earth con estas coordenadas: 1441’36.14”S 7506’50.54”W. http://earth.google.es/
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