Dom 26.07.2009
turismo

CHUBUT > COMODORO RIVADAVIA

La ciudad del golfo

Emplazada al sudeste de Chubut y a orillas del golfo San Jorge, la ciudad de Comodoro Rivadavia es un centro económico regional por el que transitan infinidad de personas al año pero que, paradójicamente, pocos conocen de verdad.

› Por Mariana Lafont

Los lugares de paso son justamente eso, lugares transitorios donde muchos pasan pero pocos quedan. Por esa razón, sitios así merecen ser explorados más a fondo (incluso por sus propios habitantes). Comodoro Rivadavia, la cuna del petróleo en el sur, es una puerta de entrada a la Patagonia y a atractivos naturales como la Ría Deseado, los Bosques Petrificados de Jaramillo y Sarmiento y el recientemente creado Parque Nacional Marítimo Costero (en el que se está trabajando). Además es cabecera del Corredor Bioceánico que unirá, en un futuro, las costas del Atlántico y el Pacífico en un tramo de sólo 600 km a través del Paso Huemules.

Viniendo del norte, por la RN 3, al llegar a Comodoro hay un punto en el que el vehículo está cercado por el mar y la montaña. Se trata del emblemático Cerro Chenque que, con 212 metros de material sedimentario, rodea la entrada al casco céntrico. La cima brinda una gran panorámica del mar, el puerto y el centro y, a lo lejos, el cónico pico Salamanca. Pasada la curva van surgiendo los edificios de una ciudad con 200.000 habitantes en constante movimiento. Tal es así que, junto con Neuquén, son las ciudades más importantes de Patagonia. Su crecimiento se ligó al petróleo (descubierto en 1907), al estar en una de las zonas petrolíferas más destacadas de Sudamérica, la cuenca del golfo San Jorge.

La extensa playa de arenas finas de la ciudad de Rada Tilly.

Para conocer una Comodoro ligada al mar hay que ir hacia el norte –pasando por el Faro San Jorge, activo desde 1925– hasta Caleta Córdova, un barrio de pescadores no sólo porque muchos pescan en el muelle junto a los lobos marinos sino porque allí hay flota amarilla. En Caleta predominan las casas de chapa y barcos encallados en la playa y los mejores mariscos se comen en la orilla. En cambio, si se hacen 13 km hacia el sur, se llega a la ciudad de Rada Tilly, elegida por las clases altas comodorenses. La bahía está cercada por los cerros Punta Piedras y Punta Marqués, donde hay una reserva natural con un apostadero de lobos marinos de un pelo. Rada Tilly tiene 4 kilómetros de playas de arena fina (con 600 metros de bajamar), ideales para hacer carrovelismo gracias a los fuertes vientos patagónicos.

Energia y ensamble cultural

Las raíces de Comodoro se vinculan con Francisco Pietrobelli, fundador de la colonia pastoril Ideal (hoy Sarmiento), quien a principios de 1900 llegó al golfo San Jorge en busca de una costa apta para instalar el puerto que necesitaba la colonia. Allí levantó “el galpón de Pietrobelli”, primera construcción de Comodoro Rivadavia. En 1901 un grupo de gente solicitó la fundación de un pueblo. Dado que por esos días había fallecido el ministro de Marina Martín Rivadavia, se impuso el nombre del marino y el pueblo se creó el 23 de febrero de 1901.

A fines del siglo XIX se descubrió petróleo en el noroeste del país pero no se hizo explotación sustentable hasta el hallazgo en Comodoro Rivadavia, del que hay dos versiones. Una dice que se buscaba agua para el pueblo y que de casualidad brotó el negro fluido. La otra dice que las autoridades mineras sabían del potencial de la zona porque pueblos originarios usaban brea extraída de allí para hacer fogatas. Lo cierto es que el 13 de diciembre de 1907 brotó oro negro de la tierra. La industria comenzó con la creación de YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales) en 1922. La mano de obra vino de todo el país (en especial del noroeste) y de todo el mundo. Así se gestó un particular crisol de razas junto a descendientes tehuelches y mapuches. Si bien todos “venían de paso”, para ganar plata e irse, muchos se quedaron. Pero como la ciudad tuvo (y tiene) la impronta de ser un lugar transitorio, fue difícil generar identidad y sentido de pertenencia. Y, paradójicamente, lo que identifica a Comodoro Rivadavia es, justamente, su ensamble cultural. Desde 2005 es “Capital Provincial de las Colectividades Extranjeras” y la federación que las agrupa hace todos los años (en septiembre) la Feria de las Colectividades. También trabaja con 1200 jóvenes incentivándolos a recuperar el idioma, las danzas y la gastronomía típicas que trajeron sus abuelos. Su objetivo es preservar el legado de los colonos y afirman: “No podemos estar peleándonos. ¿Cómo hicieron los pioneros para entenderse si ni hablaban el mismo idioma? Si ellos pudieron nosotros debemos continuar eso”.

Turismo tecnologico

Pocos lugares del país ofrecen “turismo tecnológico”, pero aquí hay dos sitios que valen la pena. Uno es el Museo Nacional del Petróleo, único en Sudamérica y uno de los cuatro en su tipo en el mundo (además de Estados Unidos, Rusia y Canadá). Este didáctico museo se hizo en torno del Pozo Nº 2 –donde brotó petróleo por primera vez– y exhibe la historia de la explotación de hidrocarburos y el ciclo del oro negro. YPF creó el museo en 1987 pero desde la privatización depende de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral “San Juan Bosco”. Hay un área con maquinarias y equipos y otra con circuitos autoguiados, semejando un túnel del tiempo, que explican las fases de la Tierra, la formación de fósiles y la explotación petrolera. El segundo lugar para visitar (más aún sabiendo que el petróleo se acabará algún día) es el Parque Eólico, formado por 26 aerogeneradores que dan el 20 por ciento de la electricidad que consume la ciudad. Dieciocho torres están en el Parque Eólico Antonio Morán, el segundo más grande de Sudamérica. En el camino que trepa los 400 metros del Cerro Arenales para llegar al Parque, se ven incontables cigüeñas (balancines que extraen petróleo) subiendo y bajando sin parar.

Un interesante contraste de energías: petrolera y eólica. Al descender del auto uno se siente, literalmente, una hormiga frente a esas inmensas torres de 45 metros y 66 toneladas. Y mientras se contempla desde allí la ciudad y el amplio golfo, lo único que se escucha es el zumbido incesante de los molinos cuyas aspas se mueven con vientos de 13 km/h que paran si éstos superan los 90 km/h.

Del Ferroportuario al Garces

El circuito ferroportuario es un recorrido histórico cultural que revaloriza el rol del tren y el puerto. Comprende construcciones del casco urbano como la ex Usina del puerto, de los años ‘30 y que funcionó hasta los ‘70. Luego de 20 años de abandono hoy es un centro de Exposiciones y Promoción Turística. En el circuito también está la ex Estación de 1908 del Ferrocarril Comodoro-Sarmiento que transportaba lana, hacienda, productos agrícolas y petróleo. En 1978 el tren paró para siempre pero en el museo sobreviven historias y un viejo vagón. Además hay una ecléctica colección (relojes antiguos, boletos ferroviarios, escafandras de buzo usadas para construir el puerto, etc.) que narra el estrecho vínculo puerto-tren.

Otro lugar interesante para visitar es el Museo Regional Patagónico Profesor Antonio Garcés. El museo nació en 1948 gracias a la donación del profesor Garcés. Durante 30 años este bonaerense recorrió la Patagonia como docente y recogió todo el material. En 1949 comenzó a funcionar el museo y se mandó construir una réplica más pequeña del Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Pero el edificio que se levantó especialmente para museo, hoy está ocupado por el Poder Judicial. Entre tanto, el museo se ubicó en los antiguos baños públicos. Si bien es pequeño, alberga una amplia muestra arqueológica, antropológica, paleontológica y de fauna y flora local. También hay una muestra de culturas originarias a cargo de Oscar Payaguala, descendiente del cacique tehuelche Kopolke Payaguala. Oscar es un gran exponente de la canción patagónica que recorrió el mundo y que desde hace años conduce El Latir de la Tierra por LU4 (programa con el que ganó un Martín Fierro en el 2000). Además es responsable de la agrupación Amuyen y presidente de “Defensa de la Cultura Indígena en la Patagonia”. Con su inconfundible sombrero con la vincha thari lonco (característica de los jefes), Payaguala se define como un tehuelche de 17 generaciones y sostiene que “la mejor manera de mantener las reivindicaciones de su gente es rescatando su cultura”.

Un barrio... un kilometro

El ejido municipal de Comodoro Rivadavia es extenso, poco homogéneo y cada barrio parece una miniurbe con sello propio. Yendo del centro al norte del Chenque, el primer barrio es el de General Mosconi o “Km 3”, que nació en el ’20 cuando YPF estableció los primeros pozos y levantó casas para sus empleados. Con la privatización en 1992, muchas edificaciones pasaron al municipio, la provincia y a Repsol. Hoy es un bonito barrio residencial que, gracias a sus calles arboladas y a sus prolijos jardines, parece un oasis en medio del paisaje árido que lo rodea. En algunos casos las típicas “casas ypefianas” fueron recicladas con buen gusto y manteniendo su identidad.

Muy cerca está el Chalet Huergo, símbolo del apogeo de YPF. Esta construcción que mira al mar sobresale por su arquitectura y se construyó como vivienda de la alta jerarquía. El propio Mosconi –primer director de YPF– residió aquí entre 1923 y 1930. El chalet, de roca y madera, tiene un gran parque con rosales, jazmines, cipreses y eucaliptos. Durante décadas ningún comodorense supo qué había detrás de ese jardín hasta que en 2003 se abrió al público: hoy es un paseo turístico-cultural, un centro de exposiciones y lugar de reuniones de la Federación de las Colectividades.

Siguiendo la costa se llega a otro de los barrios históricos: “Km 5”, donde se establecieron trabajadores del ferrocarril Comodoro-Sarmiento. Por eso aún se lo llama Barrio Ferroviario aunque lo único que queda es una vieja estación, galpones y talleres y el tradicional club del barrio. Veinte kilómetros al norte del centro está Astra, barrio nacido en 1915 con el campamento de esa petrolera. Aquí llegó a haber más de 1000 obreros; hoy sólo tiene 200 habitantes y arboledas casi centenarias. Sin embargo, aún están en pie estructuras de la edad de oro de la compañía destinadas a los empleados como cine, club, escuela y hasta un matadero propio. Aquí también está el Museo Astra con una muestra paleontológica de invertebrados y vertebrados, y equipos y herramientas usados en 1917 por la petrolera. Otra de las compañías privadas que se asentó fue la anglo-holandesa Shell, a 27 kilómetros del centro en el campamento (hoy barrio) Diadema Argentina. Finalmente, una opción diferente y muy divertida es conocer todo esto desde el aire con un vuelo bautismo en el Aeroclub de Comodoro Rivadavia.

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