PERU > VIAJES LITERARIOS
Varios circuitos se están promoviendo en Perú para motivar a los viajeros a conocer no sólo las obras, sino también los lugares donde vivieron sus grandes escritores. En el norte del país, las localidades de Santiago de Chuco, Huamachuco y Trujillo reviven los primeros pasos de César Vallejo, el poeta del dolor y la vanguardia.
› Por Graciela Cutuli
César Vallejo murió en París, como había vaticinado en uno de sus más célebres poemas. Pero nació en Santiago de Chuco, un pueblo de la cordillera peruana rodeado de cumbres nevadas y campos de trigo, donde los principales edificios y monumentos llevan su nombre, y se encuentra todavía la casa donde nació. “Bienvenidos a la casa natal del poeta universal César Abraham Vallejo Mendoza”, invita un cartel en la puerta, acompañado en el interior por numerosas placas que le rinden homenaje.
El cuarto verde donde nació Vallejo, los patios, la cocina y el jardín se van recorriendo entre imágenes, fragmentos de poemas y la estatua del poeta, tal como lo retrata una fotografía tomada muchos años después en Francia. Esa misma estatua, en miniatura, es uno de los recuerdos favoritos de quienes peregrinan en busca de los ecos del autor de Trilce.
Fuera de la casa, todo Santiago de Chuco –con su Plaza de Armas, sus comercios y sus talleres– invita al viaje en el tiempo, al contraste entre las casas de adobe y teja con las construcciones más modernas que surgieron después del terremoto de 1970. Recorriendo, caminando, las casas se pueden conocer por dentro, en una charla tranquila con una gente hospitalaria, mientras flotan en el ambiente los aromas de la cocina regional. También se visita la escuela primaria donde estudió el poeta, antes llamada Centro Viejo 271, hoy Escuela Primaria de Menores 80520. Y en los alrededores, teñidos como el pueblo de cierta melancolía, numerosos restos de las civilizaciones preincaicas recuerdan la historia milenaria del Perú, aún presente cada día en los pequeños gestos de la vida cotidiana de los pobladores de la montaña. Una vida dura, que llevó a miles de personas a emigrar hacia la costa. En palabras del poeta: “He soñado una fuga. Un ‘para siempre’ / suspirado en la escala de una proa”.
INFANCIA EN LA CORDILLERA A unos 18 kilómetros de Santiago de Chuco, el pueblo de Cachicadán y sus coloridos campos de quinoa, matizados con baños termales, también fue escenario de las andanzas infantiles de César Vallejo. Hoy es un lugarcito imperdible, al pie de un monte cerca del cerro La Botica, totalmente cubierto de plantas medicinales y aromáticas.
Más extremo, el paisaje de Huamachuco –a 3200 metros de altura, en plena Cordillera de los Andes– fue donde César Vallejo cursó, entre 1905 y 1908, sus estudios secundarios. Ciudad minera enclavada en un valle de actividad ganadera, donde también se cultivan papa y maíz, Huamachuco revela un pasado de riqueza en las casonas coloniales y republicanas que alojaron a familias de peso en la región.
Además de recorrer las huellas de Vallejo, hay que visitar el conjunto arqueológico de Marcahuamachuco, a pocos kilómetros del centro, donde una ciudadela de piedra sobre un cerro permite una vista sin obstáculos sobre la extensa cordillera.
Finalmente, la ruta peruana de César Vallejo culmina en Trujillo, la ciudad a la que se mudó en 1913 después de un intento, sin éxito, de estudiar Medicina en Lima. Aquí estudió Letras y se graduó con una tesis sobre “El romanticismo en la poesía castellana” que lo puso de lleno en el corazón de la “bohemia de Trujillo”, un grupo de vanguardia artística, intelectual y política.
Durante su estancia en Trujillo, Vallejo se hospedaba en el Hotel El Arco, una construcción de vistoso balcón en galería que aún existe y conserva la habitación número 7, donde vivió el poeta. También se pueden conocer el colegio Pedro Ureña (conocido como Centro Viejo), en la Plaza de Armas, y la Librería Peruana, donde se reunía del Grupo del Norte, para terminar con una comida en el Rinconcito César Vallejo, un local de comida criolla porteña cuya decoración remite a los versos del poeta. Que un día de 1923 dejó Perú, rumbo a París, para ya no volver.
Perú está impulsando una serie de rutas literarias, de las cuales forma parte el itinerario dedicado a César Vallejo, centrado en el norte del país. Lima tiene un recorrido propio dedicado a Mario Vargas Llosa, y se espera un tercer circuito consagrado a la figura de José María Arguedas.
Informes: www.peru.info
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