El pueblo de Herradura le debe su nombre a una laguna con forma de “U” conectada por dos bocas al río Paraguay, que conforman el mejor lugar del país para pescar corvinas. Por eso la laguna de Herradura atrae a pescadores de toda Argentina y países vecinos. Aquí las corvinas suelen picar por decenas y presentan una resistente lucha comparable a la del dorado, saltando fuera del agua varias veces antes de rendirse. Se trata de una especie cazadora muy voraz, que ni bien ve algo que se mueve en el agua se lanza ciegamente y se traga el anzuelo hasta el fondo. Por eso es una pesca sin devolución, porque no se les puede quitar el anzuelo. De todas formas la corvina es un recurso abundante ya que vienen a desovar en esta zona subiendo por el río desde muy lejos, quizá desde el Río de la Plata.

La corvina es un pez que pica en verano cuando llega a la laguna a reproducirse. Y durante el resto del año directamente desaparece. Además, cuando más pica es en los días de mucho calor, que en Formosa pueden superar fácilmente los 40 grados de sensación térmica a pleno sol. La pesca comienza alrededor de las 9 de la mañana –la corvina no madruga porque espera el calor– y al mediodía los pescadores regresan a la costa para almorzar, retomando la actividad a media tarde hasta el atardecer.

El fin de semana pasado, en Herradura se celebró la Fiesta de la Corvina, que transcurre una parte en una laguna y otra en un predio con un gran escenario con pantallas gigantes al estilo recital de rock. Aunque este tramo de la fiesta es esencialmente folklórico, también se escucharon bandas de reguetoneros formoseños muy bien afinadas. Además de la actuación del ballet folklórico de Herradura a puro chamamé, entre los puestos de comida y artesanías se superponían la cumbia villera, el cuarteto cordobés, Shakira con sus tibios arabescos, chacareras muy cool también estilo chill out, el colombiano Carlos Vives con sus vallenatos pop y el bolero “Lágrimas negras” en ritmo de chacarera. Y finalmente cerraron la noche los roqueros pachangueros de La Mosca; un muestrario de la globalización en la música.

En la feria artesanal un puesto ofrecía zapatos y sandalias manufacturadas con cuero de ñandú, víbora y escamas de pacú. En otro puesto se podía comprar en cuotas un crucero por el Mediterráneo y enfrente una chica era capaz de grabar con jeringa y aguja hasta 10 nombres en un grano de arroz “desde dos pesos en adelante”. Al lado un cartel ofrecía “empanada, carne, pollo, pescado y nieve” (de Carnaval). Y otro: “crédito de teléfono, fernet y panchos”. Y más allá un puesto especializado en productos de ñandú ofrecía unos huevos que parecían de dinosaurio para usar como adorno y un florero también hecho con un huevo de ñandú.z