Dom 23.03.2003
turismo

VIETNAM ARTE ACUáTICO Y MANJARES EXóTICOS

Títeres y serpientes

Vietnam es un país que viene creciendo a pasos agigantados como destino turístico a nivel mundial. Entre las “pinceladas” de exotismo que sorprenden a los viajeros, una visita a la aldea de Le Mat, en las afueras de Hanoi, donde sus pobladores se dedican desde hace siglos a la cría de cobras para preparar manjares y licores. Y en la capital vietnamita, una función del refinado arte de los títeres acuáticos, próximo a ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Por Julian Varsavsky

En los alrededores de Hanoi –capital de Vietnam–, la luz del sol se funde con el verde intenso de los arrozales que se extienden hasta el infinito a los costados de la carretera. Me he alejado apenas 5 kilómetros en bicicleta desde el centro de la ciudad, y a mi lado desfilan las imágenes vistas en tantas películas sobre Vietnam, con los infatigables campesinos con el agua hasta las rodillas, el cuerpo inclinado y sus enjutos rostros ocultos bajo el sombrero cónico, casi un símbolo del pueblo vietnamita.
Cruzando el puente sobre el río Song Hong se llega a la aldea de Le Mat, donde la mayoría de sus habitantes se dedica a la cría de cobras como medio de subsistencia. En el camino, naturalmente, me pierdo, pero un papel que llevo en el bolsillo con el nombre de la aldea en letras grandes me sirve de salvoconducto: todo vietnamita que consulto por la calle -papel en mano– me sonríe y señala el camino con la mano, acompañando el gesto con explicaciones en vietnamita. Con total cortesía, simulo entender, agradezco en mi idioma, y sigo viaje.
La entrada a la aldea se reconoce por un gran portal de tres arcos y numerosos techitos chinos al estilo de las pagodas. Las calles son tan angostas que no pueden circular los autos. En casi todas las casas se crían cobras enjauladas en los patios del fondo. Cada vez que algún curioso se acerca cámara en mano, los pobladores lo invitan generosamente a pasar a su casa. Así fue como uno de ellos entabló conmigo un diálogo de sordos, en vietnamita y, comprendiendo, acepté el convite. Al rato estaba sentado en el sofá de una luminosa sala, tomando tranquilamente una taza de té con el dueño de casa, cuando apareció su hijo con una cobra oscura de dos metros y la soltó en el piso, muy cerca de mis pies. La cobra se irguió ensanchando su cuello dorado, lista para lanzar una arremetida, pero al ver mi cara de espanto, padre e hijo se avergonzaron de su “broma” y la metieron rápidamente en una caja.

COBRA AL PLATO Según se dice, la aldea de Le Mat tiene una tradición de nueve siglos en la cría de cobras, originada en la creencia de que su carne y su sangre estimulan la virilidad de los ancianos hombres, algo que nadie pone en duda en Vietnam. Las cobras se atrapan vivas en los campos circundantes, bajo un alto riesgo de picaduras, y se mantienen en cautiverio hasta el momento de comerlas.
El restaurante más famoso de Le Mat se llama Quoc Trieu, igual que su dueño, quien recibe personalmente a los comensales. Al ingresar vimos cómo dos hombres agarraban una cobra y con un filoso cuchillo le cortaron el corazón, que cayó en un plato todavía latiendo. La sangre la vertieron dentro de un vaso para mezclarla con diversas medidas de vino de cobra. Finalmente, con el producto final llenaron un botellón que contenía cinco grandes cobras enroscadas.
El señor Trieu nos indicó a varias personas que observábamos el espectáculo que era momento de sentarnos a comer. Como aperitivo nos sirvieron aguardiente de cobra real y chicharrones también de cobra. Elmenú del restaurante incluye alrededor de 30 platos en base a cobra, incluyendo filetes fritos o ahumados, spring rolls (lumpias), sopa, carne picada con ajo y cebolla, y la carne envuelta con vegetales. Para aquellos que, por regla general, no le hacen asco a nada, el menú incluye carne de puercoespín y de lagarto. Con respecto al sabor de la cobra, la carne resulta algo picante y es consistente como la del calamar. Al final del almuerzo, el señor Trieu apareció trayendo con solemnidad un vaso que contenía vino y en el fondo el corazón de la cobra. Era para el hombre más anciano de la velada, quien bebió el contenido con hidalguía y total seriedad.

TITERES EN EL AGUA ¿Qué sentido tiene ver títeres en lengua vietnamita? A simple vista, los títeres acuáticos de Vietnam parecen una rareza atractiva sólo para los titiriteros fanáticos, pero todo aquel que asiste a una presentación se convence de que el espectáculo es de un refinamiento artístico notable que disfrutan los chicos y aún más los grandes.
Las raíces del arte del Mua Roi Nuoc –como se denomina en lengua local a este género– hay que rastrearlas en el siglo X, en el Delta del Río Rojo. En aquella época, los campesinos celebraban unos festivales donde la diversión se mezclaba con los ritos paganos que pedían por las lluvias. Las presentaciones de los títeres se realizaban en el estanque comunal, que se convertía en el centro del espacio público de la aldea. Ya se utilizaban entonces algunas escenografías rudimentarias para los eventos especiales, pero en realidad el lugar natural donde se gestaba todo a lo largo del año eran directamente los campos de arroz inundados. Allí, al final de la jornada, los campesinos se entretenían improvisando obras de títeres dentro del agua de los cultivos de arroz. De esta forma surgió un arte que se fue desarrollando hasta llegar a las cortes imperiales, alcanzando su punto culminante en la Dinastía Le (siglos XI al XIII), cuando se construyeron verdaderos teatros destinados al arte de los títeres acuáticos.
En la actualidad, el género es muy popular en numerosas provincias, y en el país existen más de 10 troupes profesionales, algunas de las cuales han recorrido el mundo con su arte. Y como forma de promoverlo y resguardarlo de una posible desaparición, la Unesco está próxima a declararlo Patrimonio Cultural de la Humanidad.

UNA FUNCION EN HANOI En la ciudad de Hanoi existen dos teatros que presentan shows casi todos los días del año. La función comienza a oscuras, con un in crescendo de tambores, gongs y timbales. Cuando cesa la música, se produce una explosión de fuegos artificiales y luces que permite descubrir una compleja escenografía con una pagoda de tejas color carmesí y varias hileras de banderines rojos que brotan “mágicamente” de las aguas. Entonces aparecen dos peces recorriendo el estanque a los saltos como los delfines, con una movilidad inexplicable para un títere. Luego entran en escena los pescadores y los campesinos, quienes son los protagonistas de todas las historias, basadas exclusivamente en la cotidianidad y la sencillez de la vida rural. La mitología, que también es parte del mundo de los campesinos, irrumpe en la escena con violentos dragones de larga cola que combaten arrojándose fuegos artificiales por las fauces. Todo el tiempo la gradilocuencia y el efectismo quedan de lado para dar lugar al simbolismo y a la poesía de las imágenes. Las historias muestran a los campesinos cultivar el arroz, que crece a toda velocidad al igual que los árboles. A un costado, una pareja de cisnes blancos se persigue mutuamente en un juego de seducción de alto refinamiento al ritmo de la flauta dulce. Al rato tienen dos cisnecitos. También está la lucha de un cazador con un tigre, que se refugia en lo alto de una palmera.
Los movimientos de los títeres son de una plasticidad absoluta, a tal punto que parecen tener movilidad propia. Los gráciles muñecos de maderabailan, giran sobre sí mismos, y nadan con soltura natural. Los personajes son manipulados mediante un complejo sistema de pértigas de bambú atadas con sogas, ocultas bajo las aguas. Los titiriteros están detrás del estanque que oficia de escenario, tapados por una cortina de bambú que les permite ver sin ser vistos.
Ya han transcurrido 10 siglos de este arte, pero recién a mediados de los ‘80 del siglo XX, después de la guerra, los vietnamitas pudieron disfrutarlo en paz y hacerlo conocer por el mundo. Sus muñecos han sido expuestos en el Museo del Louvre, y las giras internacionales se hacen cada vez más frecuentes. Su origen está ligado directamente al ambiente de la naturaleza: el agua, el campo y el arroz. Sus sencillos materiales de construcción son la madera, las cañas de bambú, unas resinas naturales para el color y algunas sogas. El resto –lo más difícil– son el mero talento e ingenio, dos componentes que, a lo largo de la historia, los campesinos vietnamitas han dado muestras acabadas de tener de sobra.

(Versión para móviles / versión de escritorio)

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS rss
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux