COSTA ATLANTICA. EN EL SUR BONAERENSE
Tranquila y de valiosa arquitectura, la ciudad ofrece los sabores de una vasta tradición inmigratoria. Su esencia campera motiva la visita a chacras y estancias del pago, y hacia las afueras los arroyos son escenario de actividades náuticas y encuentros familiares. La cuarta pata turística la da el mar, con la posibilidad cercana de extensas playas.
› Por Pablo Donadio
Buen destino para quienes buscan una ciudad con vida propia pero que no colapse, con la posibilidad de hacer vida campera y disfrutar al mismo tiempo de los arroyos y la frescura de las aguas sureñas, Tres Arroyos se conoce como el “corazón triguero del país” por su producción de cereales y oleaginosas. Con el sello de la vida entre sembrados, silos y tractores, ostensiblemente visibles desde los largos kilómetros de acceso sobre la RN 3, es todo un descanso para la vista. Pero también aporta una buena infraestructura de servicios y un recorrido cultural más que interesante. Su vida diaria está signada por los arroyos Orellano, Del Medio y Seco, que la delimitan y atraviesan; además allí nace el arroyo Claromecó, que sigue su curso hasta desembocar en el océano. Principal centro turístico y veraniego de la ciudad, el balneario es el paraíso de los pescadores: este año su fiesta insignia, Las 24 Horas de la Corvina Negra, cumple las bodas de oro y promete celebrarse a todo trapo.
MOSAICOS Fundada por Dardo Rocha en 1884, parte de lo que es Tres Arroyos podría explicarse desde sus espacios públicos, su diversidad cultural y su arquitectura. Los edificios y monumentos, así como los museos de Bellas Artes, de Arqueología y de Historia y Ciencias Naturales son bellos, pero al mismo tiempo tienen un marco pedagógico e histórico propio. La antigua estación de ferrocarril y hasta el Parque Municipal Angel Cabañas imponen su presencia cotidiana junto a otros espacios verdes.
La influencia inmigratoria de fines de siglo XIX y comienzos del XX se nota también en las casas de comidas, en los encuentros artísticos y en otras expresiones populares. La existencia de numerosas colectividades en la región y la conservación de tradiciones –sobre todo danesas, holandesas, italianas y españolas– son como mosaicos individuales, que tomando distancia muestran un todo articulado y en permanente movimiento. Este desarrollo se nota en especial durante la Fiesta Provincial del Trigo, que anualmente convoca a miles de participantes a vivenciar días de fiesta con destrezas gauchas, comidas típicas y artistas del cancionero folklórico.
A nivel turístico, la zona ha sabido capitalizar esta esencia rural y desde hace algunas temporadas ofrece con más empeño las visitas a chacras y estancias, donde se puede pasar un verdadero día de campo entre fogones y sabores de lo hecho a mano, ordeñando, haciendo pan o simplemente cabalgando. Dentro del mismo rubro, otras experiencias se han puesto en marcha con organizaciones que representan formas alternativas de abordar el trabajo agropecuario.
HACIA CLAROMECO Claromecó, el balneario cabecera ubicado a 70 kilómetros de Tres Arroyos, aporta un mar abierto y el buen caudal de su arroyo para pasarla bien, sacándose el gusto de pescar hasta el cansancio. Desde la costa o embarcado, su variedad y cantidad de especies lo convierten en un lugar perfecto para los concursos de pesca deportiva, como la ya célebre 24 Horas de la Corvina Negra, que para su cumpleaños número 50 –el 12 y 13 de febrero– se apresta a entregar como premio cinco autos cero kilómetro.
El resto es naturaleza a pleno: amplias franjas de arenas y paisajes cortados en un extremo por el cauce que separa el balneario de la localidad residencial de Dunamar, y en el otro por el faro de 54 metros de altura. La música de algunos paradores playeros va aportando lo suyo en una costa pacífica y aparentemente inalterable, ideal para caminatas hasta los oxidados Don Polo y Adelina, los barquitos pesqueros anclados a orillas del arroyo Claromecó. Este curso de agua dulce es uno de los grandes atractivos, ya que con los cuidados pertinentes se puede nadar y disfrutar con embarcaciones, o simplemente descansar entre las dunas que caen sobre él como perfectos miradores.
Uno de los paradores que hay que conocer es Puerto Mosquito, donde se alquilan botes de remo, canoas y kayacs para ir arroyo arriba y volver hacia la desembocadura en el mar, cuando las aguas comienzan a cobrar más velocidad. El río ofrece, en un tramo de cinco kilómetros, unos siete saltos de agua sobre la piedra, que se promocionan como “cascadas” y pueden recorrerse navegando o bien por su camino vehicular. En paralelo al arroyo aparecen las ruinas de la vieja turbina que a mediados de siglo generaba luz eléctrica para El Rincón de Gallegos, típica estancia de la zona, y las instalaciones de la escuela agrícola, un establecimiento educativo modelo en los ’60. Por ese mismo sendero se puede llegar a otro casco antiguo y abandonado, el de la estancia San Francisco. Cerquita, otra actividad que suele verse sobre las dunitas que llegan al arroyo son los karting preparados para la arena, que aseguran una jornada de diversión. Otro dato relevante de Claromecó es su molino eólico, una moderna obra tecnológica que aporta la energía consumida por la localidad de marzo a diciembre, y casi el 50 por ciento que se necesita en verano. Posee 56 metros de altura y funciona con vientos de 4 a 100 kilómetros, pero su dato más curioso no es ése, sino que es controlado satelitalmente por una empresa especializada desde Dinamarca.
EL ENTORNO La zona tiene otros lugares cercanos de contacto con la naturaleza que vale la pena visitar. Uno de ellos es la vieja Estación Forestal Paolucci, devenida en vivero dunícola que alberga gran cantidad de especies biológicas en un predio de 3000 hectáreas, lo que constituye un verdadero reservorio ecológico. En su interior hay juegos infantiles y lagunas de agua salada encadenadas, especiales para el avistaje de aves y las tardes de recreación. Desde Claromecó hay varias alternativas, como llegar a Orense, otro balneario camino a Necochea. Llamado Punta Desnudez por algunos y también destacable por su entorno, está orientado más hacia la práctica de deportes náuticos, y las disciplinas de tablas y la pesca embarcada son aquí muy elegidas. Además de las salidas en 4x4 por la playa, se puede recorrer la costa a caballo de día y de noche hasta llegar al parque de la laguna forestal, ideal para los días de viento en la playa. Sobre la costa no hay que dejar de pasar por el Médano 40, la gran duna que posee en la parte superior un mirador con vista panorámica de toda la villa. Finalmente, la llegada a los campos de oliva orgánica, con plantaciones de origen español, y el paso por el río Quequén-Salado o Mulpunleufú, uno de los cursos de agua más importantes de la provincia, son otros atractivos cercanos
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