Dom 03.07.2011
turismo

INDIA. SECRETOS DEL GANGES

Agua sagrada

Poseedor de uno de los cauces más extensos del planeta, el Ganges descubre en su andar tradiciones, vidas silenciosas y una naturaleza desbordante. Sinónimo de espiritualidad y leyendas, sus aguas sagradas bañan pueblos y ciudades, se internan en fantásticos bosques y alertan sobre el peligro de la contaminación.

› Por Pablo Donadio

Más de cien millones de personas viven en las márgenes de su delta, y su viaje épico desde las montañas más altas del planeta abastece civilizaciones desde tiempos inmemoriales. Ese viboreante trayecto, sin embargo, parece habitado por el silencio y la contemplación más que por el bullicio de tantos pueblos y ciudades trasladadas a sus orillas sagradas. La majestuosidad natural del paisaje, su fauna y la vida de los pescadores ribereños –azotada de tanto en tanto por algún tifón– descubren un mundo lejano y fascinante, extraño a los ojos occidentales, fuera de atractivos turísticos como el Taj Mahal, las comidas afrodisíacas, el encantamiento de serpientes o los sonidos de la tambura.

Un niño rema a bordo de una curiosa barcaza redonda de mimbre por las míticas aguas del Ganges.

AGUAS DEL CIELO Cuenta la mitología que un rey de nombre Sagar realizaba para el dios del reino un ritual en el que participaba su caballo. Celoso, el dios Indra no pudo contenerse y se lo robó. Sagar envió entonces a sus 60 mil hijos alrededor de la tierra para encontrar a aquel animal sagrado, hasta que fue hallado en el infierno, junto a un sabio castigado. Creyendo que ése era el autor del robo, los hijos de Sagar lo insultaron y golpearon, pero el sabio abrió sus ojos y con un poder descomunal los hizo arder hasta la muerte. Esas almas vagarían como fantasmas hasta que terminara por completo el ritual que su padre había iniciado. Se le rogó entonces al dios Brahma, creador del mundo, que permitiera a la diosa Ganga descender a los montes sagrados para tocar con sus purificantes aguas las cenizas de los difuntos y hacerlos así ascender hasta el cielo. Brahma aceptó, y mandó a Ganga a través del río del cielo, que corrió por la India hasta el océano. Ganga llegó hasta el borde y entró en el infierno, donde pudo al fin liberar a todas las almas.

Río de salvación y descanso, de vida y pureza, es considerado por los habitantes como “Ganga Ma”, o “Diosa Madre Ganges”, y reconocido por todos como un auténtico tesoro de la India. Su compleja sociedad, dividida en castas y atravesada por su histórico enfrentamiento con Pakistán, es sin embargo generosa en la recepción de humildes en los muchos templos de las orillas donde se ofrece comida y sanación. Para el hinduismo, religión original del país con más de mil millones de devotos, el río adquiere la condición sagrada junto a dioses centrales y animales como la vaca, la serpiente y el caballo. Venerado en más de cien celebraciones anuales, su paso contempla espacios emblemáticos como Benarés, donde se suele peregrinar, hacer baños de purificación y arrojar las cenizas de los muertos. O incluso los cuerpos, en caso de que la familia no pueda pagar la leña de la cremación. Un versículo del saber religioso Mahabharata promete que “si tan solo un hueso de una persona toca el agua del Ganges, vivirá honrado en el cielo”.

El encantador de serpientes en uno de los puertos del gran río.

DEVOCION Nacido con el nombre de Bhagirathi desde el glaciar Gangotri en las altas cumbres, el Ganges se une al Alaknanda cerca de Deoprayag para formar su caudal, y fluir a través de las grandes llanuras del norte hasta desembocar en el golfo de Bengala. Millones de creyentes se sumergen y piden para que sus pecados sean llevados a la bahía del Ganga, donde el Ganges entra al mar, tras un peregrinar de 2500 kilómetros desde los altos hielos del Himalaya.

Declarado Río Nacional de la India, su nombre proveniente de la palabra sánscrita “Ga-Ga”, que significa “Va-Va”, en referencia a su presuroso y vehemente caudal, que ya ha arrasado cíclicamente varios lugares sagrados en donde los peregrinos poseían casas y oradores. Eso no parece alterar las creencias de muchos de los moradores del delta, que a diario invocan al río de forma particular o en grupos, en soledad o ante celebraciones llenas de visitantes. Apenas comienza la jornada, los hindúes más devotos inician sus ofrendas con flores o comida, arrojan puñados de granos, guirnaldas de caléndulas o loto de color rosa. Otros hacen flotar pequeñas lámparas de aceite en su superficie y cargan agua para llevar con ellos hasta el templo. En los grandes festivales se suele escuchar de hombres compenetrados y con las manos juntas elevadas al cielo: “Jai Ganga Mata Ki!” (¡Victoria a la Madre Ganga!). Y es que para los vivos bañarse implica que sus pecados sean lavados, y nada hay como una depuración de las aguas vivas del río del cielo. Esa veneración ha llevado a trasladar a pueblos y ciudades hasta sus orillas, lo que a su vez –debido a la superpoblación– ha promovido una creciente contaminación y la destrucción alarmante de diversos ambientes naturales.

Baños sagrados en aguas del Ganges, en una de las cien celebraciones anuales.

SUNDERBANDS Pero un río, siempre, habla de los pescadores, en especial del sacrificio de los hombres que viven sobre barcazas artesanales y lo recorren una y otra vez para sobrevivir. Muchos recurren a las nutrias criadas en cautiverio para pescar, ya que al soltarlas su presencia altera a los peces, llevados hacia las enormes redes mientras el bote va encerrándolos del otro lado con la maestría de un arriero. En ese escenario son protagonistas los Sunderbands, bosques tupidos con islas sujetas a errantes corrientes de agua, surcados por majestuosos tigres de Bengala y un halo permanente de misterio, como relata la novela La marea hambrienta, de Amitav Ghosh.

En el Parque Nacional Sunderbands se ofrecen visitas y la posibilidad de navegar por zonas a las que sólo se puede llegar remando, aunque lo más sorprendente de estos 5800 km2 pasa en las profundidades, cuando el río se abre a las costas de la India y Bangladesh. Ese es el reino de los manglares gigantes, un tipo de bioma formado por árboles de raíces enormes y numerosas que se sumergen en las aguas como lianas subterráneas. Bajo su protección viven miles de especies animales, como el cocodrilo de estuario, la tortuga marina y el delfín del Ganges, en serio peligro de extinción. También la mayor concentración de tigres del mundo, con más de 30 especies, y las gigantes abejas asiáticas, las más grandes del mundo, cuya miel buscan los barqueros que navegan por los 400 canales que atraviesan la jungla. El peligroso desafío implica gran conocimiento y valentía, pero una colmena promedio puede darles más de 20 kilos de miel. De este modo la misma naturaleza que castiga al hombre llevándose centenares de casas de las orillas en cada monzón también lo compensa, a su modo.

Hacia afuera de los Sunderbands, los campos pasan del intenso verde al marrón del lodo, cuando el río llega a bajar hasta seis metros, y muchos canales desaparecen ganando riqueza para la agricultura. Cuando la corriente se estanca, sólo los canales principales se mantienen con agua, y el lugar se torna apto para habitar y cultivar: las tierras perdidas se transforman en vigorosos campos de subsistencia. Pueden obtenerse así hasta tres cosechas de arroz al año, en inmensos lodazales que deja la bajada del río. Si bien la mayoría de los bichos se mete bajo tierra o emigra, la cigüeña de pico abierto hace su presentación para comer los caracoles y liberar al arrozal de gérmenes. Entonces vuelve a comprobarse que, por brutal que parezca, todo funciona como parte de un perfecto ecosistema. Así pasa la vida y, al igual que en el mito de los 60.000 hijos de Sagar, las aguas del Ganges –proverbiales para la sanación y la purificación de las almas difuntas; para el alimento y la vida de los vivos– también pueden transformarse en hostiles en cualquier instantez

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