DIARIO DE VIAJE. MARCO POLO EN ASIA CENTRAL
Fragmentos del Libro de las Maravillas, en los que el gran viajero veneciano recorre la Ruta de la Seda entre Pem y Karacorum, atravesando montañas y desiertos en los actuales Pakistán y Afganistán. El relato del surgimiento del imperio mongol de Gengis Khan y su batalla contra el Preste Juan, misterioso rey cristiano de Asia Central.
› Por Marco Polo
DE LA PROVINCIA DE PEM Pem es una provincia que se recorre en cinco jornadas entre Levante y Nordeste; los habitantes adoran a Mahoma y son vasallos del Gran Khan. Es rica en ciudades y castillos, y la capital del reino se llama Pem. Hay un río en ella, cuyas aguas llevan el diaspro y la calcedonia. Hay abundancia de productos. El algodón crece por doquier. Viven del comercio y de la industria. Tienen una costumbre singular: cuando una mujer tiene un marido que se separa de ella para ir de viaje por más de veinte días, tiene derecho a escoger otro marido. Así es la costumbre. Esta provincia de Kashgar pertenece hasta ahora a la Gran Turquía. Dejemos éstos para contaros de la provincia de Ciarcian.
DE LA CIUDAD DE LOP Lop es una gran ciudad a orillas del gran desierto llamado de Lop, entre Levante y Nordeste. Esta ciudad pertenece al Gran Khan. Los habitantes adoran a Mahoma. Los que desean pasar el desierto descansan en ésta durante una semana para refrescarse y aliviar la carga de sus cabalgaduras. Al cabo de la semana se abastecen de víveres para un mes y dejan la ciudad para entrar en el desierto. Este es tan inmenso, que en un año no se llega a recorrerlo en toda su extensión. En donde es más estrecho hay que emplear un mes en la travesía. Está lleno de dunas, montañas y valles. No hay nada que comer en él. Al cabo de un día y una noche de marcha se encuentra, sin embargo, agua de sabor algo agrio pero que puede apagar la sed a unos 50 o 100 hombres con sus caballerías. No hay fauna ni pájaro alguno, porque no encuentran qué comer.
Pero oiréis de él una maravilla que os contaré: si cabalgando de noche por ese desierto alguien se aleja de la caravana y se queda distante de sus compañeros para dormir o para otra necesidad, al querer alcanzarlos oye voces que le hablan como si fueran sus compañeros de viaje, y que lo llaman hasta por su nombre. Esto les hace perderse más y más, de forma que se extravían por completo. De este modo perecieron y se perdieron muchos viajeros. Así se pasa el desierto con grandes fatigas. Dejémosle, pues os he contado sus particularidades y os mencionaré la provincia que se encuentra en este desierto.
DE LA PROVINCIA DE TANGUT Después de tres días de marcha en el desierto ya nombrado, se encuentra una ciudad llamada Saciú, que pertenece al Gran Khan; la provincia se llama Tangut. En ella son todos idólatras. Hay, sin embargo, algunos cristianos nestorianos. También hay sarracenos. Los idólatras tienen un lenguaje propio. No viven del comercio sino de la agricultura. Hay muchas abadías y monasterios llenos de ídolos de muchas clases, a los cuales sacrifican y por los que sienten gran reverencia (...).
Los idólatras de todo el mundo se hacen incinerar cuando fallecen y los llevan después de muertos al sitio en donde han de ser quemados. En un lugar indicado hacen sus parientes una casita de madera que cubren de seda y telas de oro, y cuando el difunto está depositado en este túmulo la concurrencia le trae vinos y viandas. (...)
Cuando estos idólatras mueren, los deudos llaman a los astrólogos, les dicen la fecha del nacimiento y según eso los astrólogos adivinan, por arte diabólico, cuál es la fecha en que han de quemar el cuerpo. Y así permanece el cadáver en su casa una semana, un mes y hasta seis meses sin quemar, pues jamás le incinerarían sin que el adivino les advirtiera cuál es el momento. Mientras tanto queda el cuerpo depositado en la casa del modo siguiente: hacen una caja con gruesos tablones de un palmo bien calzado, ponen en ella el cuerpo del difunto y lo cubren de lienzos empapados en alcanfor y otras materias aromáticas, de forma que el cuerpo no despida mal olor (...).
EN DONDE SE MENCIONA LA PROVINCIA DE CAMUL Camul es una provincia que fue antaño un reino con ciudades y castillos numerosos; su capital se llama Camul igualmente. La provincia está enclavada en el desierto; de un lado hay el gran desierto y de otro uno más pequeño, que se recorre en tres jornadas. Los indígenas son idólatras y tienen idioma propio; viven de fruta, pues la hay en abundancia, alimento que ellos venden también a los viajeros que pisan por allí. Son hombres de carácter alegre que no saben más que cantar, tocar toda clase de instrumentos y darse a las delicias del cuerpo. Son hospitalarios y, si un extranjero viene a hospedarse en su casa, están encantados ordenando a sus mujeres que hagan la voluntad del huésped. Ellos se van de la casa a ocuparse de sus asuntos, no regresando en dos o tres días. El forastero queda solo en casa de la mujer y hace lo que le parece; se acuesta con ella como si fuera su mujer propia, y ellos lo toman esto a mucha honra. Todos los de esta ciudad son burlados por sus mujeres, pero no se ofuscan por eso. Las mujeres suelen ser hermosas y muy alegres (...).
DE LA CIUDAD DE KARACORUM Karacorum es una ciudad que tiene tres millas de circunferencia. Es la primera plaza fuerte que los tártaros arrebataron al enemigo al salir de su patrimonio. Os contaré las gestas de los tártaros de cómo conquistaron al mundo y cómo realizaron su expansión. Los tártaros vivían hacia Poniente en los alrededores de Ciorcia; en esta región había una gran llanura pelada, sin habitaciones ni ciudades ni fortalezas: pero los pastos eran excelentes, los ríos caudalosos. No tenían señor, pero es cierto pagaban un tributo a un señor que en su idioma llamaban Khan. Y fue éste el Preste Juan, del cual hablan todos en el gran imperio. Los tártaros le daban una renta de diez cabezas de ganado y adivino que se multiplicaron y, cuando esto vio el Preste Juan, decidió dividirlos en varias regiones. Envió a ellas para regentarlos a sus barones. Y cuando los tártaros oyeron lo que hacía con ellos el Preste Juan, montaron en cólera. Emigraron entonces todos juntos y fueron hacia el desierto de Tramontana, adonde el Preste Juan no podía ni alcanzarlos y se declararon en rebelión (...).
DE COMO GENGIS FUE EL PRIMER KHAN DE LOS TARTAROS Y sucedió que en el año de 1187 de la Encarnación de Jesucristo los tártaros eligieron como rey a un hombre que en su lengua se llamaba Gengis Khan. Era hombre de gran valor y valiente como el que más. Y cuando le eligieron rey, todos los tártaros del mundo que se hallaban desparramados en países extranjeros se llegaron a él y le aclamaron como gran señor.
Gengis Khan mantenía su autoridad franca y llanamente. Los tártaros acudieron numerosísimos y cuando Gengis Khan vio que había tal multitud, se calzó las espuelas, se armó de arco y coraza y fue a la conquista de otras partes del reino. Y conquistaron ocho jornadas de tierra. Pero como con los vencidos usaba de clemencia y no les hacía daño alguno, se sumaban a sus huestes y proseguían la conquista de otros pueblos. De esta manera conquistaron la multitud de pueblos que habéis oído mencionar, y las gentes, viendo el buen gobierno de este señor y su bondad, se sometían voluntariamente a él. Cuando tuvo como súbditos a tanta multitud de gentes capaces de cubrir la tierra entera, dijo que quería conquistar la mayor parte del mundo. Entonces envió emisarios al Preste Juan y esto fue en el año 1200 del nacimiento de Cristo. Y le propuso de tomar por esposa a su hija. Cuando el Preste Juan oyó que Gengis Khan le pedía la mano de su hija: “¿Cómo no tiene vergüenza Gengis Khan de pedirme a mi hija por mujer? ¿No sabe él, por si acaso, que es mi siervo y vasallo? Volved a él y decidle que antes quemaría a mi hija que dársela por esposa. Decidle también que le condeno a muerte por traidor y desleal a su señor”. Luego instó a los embajadores que se fueran y no volvieran a reaparecer más en su presencia. Partieron los emisarios a toda prisa y no pararon hasta hallarse en presencia de su señor, contándole cuanto les había dicho el Preste Juan.
DE COMO GENGIS KHAN ARMA A SU GENTE PARA IR CONTRA EL PRESTE JUAN Y cuando Gengis Khan oyó las palabras violentas que Juan pronunciara contra él, parecióle que de rabia iba a estallársele el corazón dentro del pecho, pues os repito que era un gran señor. Y habló enfurecido a los que lo rodeaban, diciendo que todo lo abandonaría, su dominio y señoría, si no le hiciera pagar bien caro al Preste Juan la afrenta que le había hecho, y que pronto le demostraría si era o no su siervo. Y reuniendo a su gente, juntó el mayor ejército que nunca se viera, con todos los armamentos temibles de que disponía, e hizo saber al Preste Juan que iba en contra suya con todas sus fuerzas y que se preparara a defenderse. Cuando el Preste Juan supo que venía contra él con todas sus huestes, dijo con aire socarrón que aquello no era nada, que no eran guerreros y que no había por qué temerles; sin embargo, se preparó con un esfuerzo supremo, no queriendo morir de muerte infame, e hizo convocar a todas las gentes de países extranjeros. Así reunió a un numeroso ejército. Y de este modo se preparaban de una parte y otra. Y Gengis Khan desplegó sus fuerzas en una gran llanura llamada Tangut, que pertenecía al Preste Juan. Y allí sentó sus reales. Y eran sus hombres en tan gran número que no podían contarse. Allí supo con regocijo que el Preste Juan venía a su encuentro y holgóse de que fuera en esta bella y ancha llanura donde podía librar una gran batalla
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