Por Julian Varsavsky

La Hoya es un singular centro de esquí ubicado en una especie de semicircunferencia formada por un cerro. El mapa que se le entrega a cada esquiador muestra un verdadero “ramillete” de pistas que se entrecruzan por las laderas, confluyendo en la base, justo en el centro de esa gran “hoya” de origen natural. De alguna manera, es como esquiar en un descomunal anfiteatro blanco con vista a los cerros Tres Torres y Nahuelpan.
Su origen se remonta a la década del 30, cuando los pioneros argentinos del deporte blanco disfrutaban de sus primeras “deslizadas”. Esquiar en La Hoya es sinónimo de grandes superficies esquiables, especialmente en el “fuera de pista”. Y además, el lugar se caracteriza por su ambiente familiar, ideal para grupos que recién se inician en este deporte. Pero al mismo tiempo, La Hoya cuenta con una gran variedad de pistas que satisfacen las exigencias de los distintos niveles deportivos. En total son 150 hectáreas de superficie esquiable, con 24 pistas balizadas que se interconectan unas con otras y se mantienen en buen estado por medio de equipos pisanieve. Para seguridad del esquiador, un equipo de auxilio vigila constantemente las pistas.
En la montaña hay sectores para la práctica de esquí alpino, desde los niveles de principiante hasta de competición. También hay un área para esquí de travesía y snowboard y un circuito para motos de nieve. La longitud máxima de descenso ininterrumpido alcanza los 4500 metros, presentando un desnivel de 750 metros. Para los días de poca nieve se cuenta con un equipo de cañones lanzanieve artificial que garantiza el buen estado de las pistas.
Los medios de elevación consisten en 3 aerosillas y 5 medios de arrastre (pomas y T-Bar), que cubren prácticamente toda la concavidad de La Hoya.

A la escuela en vacaciones La escuela de esquí de La Hoya está ubicada en la base del cerro, y ofrece clases individuales y colectivas. Cuenta con un plantel de instructores y entrenadores para distintos niveles, y una clase colectiva cuesta $30. Para los más chiquitos, en cambio, hay un Jardín de Nieve que funciona como una guardería infantil que permite a los padres esquiar sin preocupaciones. Además de los entretenimientos de rigor, allí los chicos aprenden a esquiar casi al mismo tiempo que a caminar, y se divierten jugando con la nieve.