NEUQUéN. DE LAS LADERAS AL CRáTER DEL COPAHUE
El Copahue, en el norte de Neuquén y junto al pueblo de Caviahue, es uno de los pocos volcanes activos argentinos. La actividad geotérmica que ocultan sus entrañas es la razón de ser de las Termas de Copahue, mientras en sus laderas funciona un centro de esquí.
› Por Natalia Montaldo
No se trata de simples montañas. De los volcanes asciende el poder del centro de la Tierra, atrayendo la curiosidad de quienes disfrutan de un turismo enérgico. En lugar de disimularlos por temor a que se asocien con el peligro, Filipinas, Costa Rica, Hawai, Islandia y España hace rato hablan de ellos en sus folletos turísticos. Y también en la Argentina, que sin embargo algo sabe de cenizas, los volcanes atraen con su magmático magnetismo. El volcán Copahue es el argentino más activo, con recientes erupciones en 1992, 1995, 2000 y 2012. Se esquía en su ladera y gracias a él existe el recurso termal y uno de los lagos ácidos más grandes del mundo. Un año y medio después de la última erupción todavía muestra actividad, y no hay forma de estimar cuánto tiempo más se podrá ver, oler y escuchar este privilegiado espectáculo de la naturaleza.
TURISMO VOLCáNICO El volcán Pinatubo sorprendió a todos en 1991, cuando hizo erupción después de 500 años de inactividad. El archipiélago tiene otros 299 volcanes, 22 de ellos activos. La estrella en Hawai es el Mauna Loa, el volcán más grande del mundo: emerge 4170 metros sobre el nivel del mar, pero tiene unos 5000 metros sumergido, de modo que en conjunto supera al Everest. En Costa Rica, el volcán Arenal ofrece llamativas erupciones de forma regular. El islandés impronunciable Eyjaffajökull, después de su erupción en 2010, ahora es un destino turístico que ofrece excursiones en 4x4 y paseos en helicóptero.
La experiencia reciente de Tenerife es otro ejemplo de la creciente tendencia del turismo volcánico. De 2009 a 2013, las autoridades de esta ciudad española dejaron el miedo de lado y reunieron a técnicos, empresarios y expertos para estudiar la forma de potenciar el atractivo de los volcanes. Como resultado, hoy un centenar de agencias ofrecen caminatas por los cráteres, buceo o recorridos en bici.
Entretanto, no hay muchos volcanes activos en territorio argentino. La Cordillera de los Andes tiene 60, 12 de ellos en territorio argentino o limítrofe y el resto en Chile. Los únicos dos argentinos que han hecho erupción en los últimos 20 años son el neuquino Copahue y el mendocino Planchon-Peteroa (últimas erupciones en 1991 y 2010). El Tupungatito (también en Mendoza) tuvo su último gran show en 1986.
Alberto Caselli es investigador de la Universidad Nacional de Río Negro y responsable del Laboratorio de Estudio y Seguimiento de Volcanes Activos. Lleva toda una vida estudiando los volcanes y considera que además, de esos tres, los volcanes argentinos Tromen, Domuyo, Lanín y Maule son “turísticamente muy interesantes aun cuando no se conocen erupciones históricas”. Y está trabajando junto al Municipio de Buta Ranquil (Neuquén) en la creación de una especie de geoparque volcánico sobre la Ruta 40 “para aprovechar turísticamente la región”.
CRáTERES DEL COPAHUE “Con más de 12 erupciones registradas en los últimos 250 años, el volcán Copahue tiene nueve cráteres alineados. El más oriental es el activo. Contiene un lago cratérico ácido y caliente, de 250 metros de diámetro, que muestra una intensa actividad fumarólica. De este cráter salen dos vertientes ácidas que son parte de las nacientes del río Agrio”, explica Caselli. “De la última erupción se puede ver todo el material que arrojó y es muy llamativo. Sobre el flanco del volcán se ven bombas volcánicas, cráteres y ceniza. No hay forma de estimar cuánto tiempo más van a poder presenciarse estos fenómenos, ni qué viene después”, agrega.
El río Agrio, que nace del volcán, desemboca en el lago Caviahue, formando uno de los espejos de agua ácida más grandes del mundo, a nivel superficie y profundidad (9,22 kilómetros cuadrados y 95 metros en su parte más profunda). En cuanto a acidez, se trata de un PH cercano a 3 en el lago y a 2 en la laguna del volcán, mientras el resto de los lagos del país generalmente tienen entre 6 y 8.
Y sin el volcán no habría termas. Las termas de Copahue –“lugar de azufre” en lengua mapuche– reúnen en un solo lugar aguas mineromedicinales, vapores, fangos y algas, gracias a la temperatura y la mineralización que les brinda la influencia volcánica.
Para ver el volcán Copahue hay que ir al pueblo de Caviahue. Una vez ahí no hay que hacer excursión alguna para aproximarse, ya que Caviahue –a 1650 msnm– está a los pies mismos del volcán, de imponentes 2958 metros de altura. En otras palabras, se lo ve todo el día, se convive con él y con su actividad. Se lo saluda en la mañana todo el año y se esquía en su ladera durante el invierno. Por estos días se huele en las calles el olor a azufre que otorga el privilegio curativo a sus termas, producto del calor que irradia el cuerpo magmático en profundidad. Se lo ve emanar una fumarola constante de color grisáceo volando a 100 metros de altura, variando su intensidad y dirección de acuerdo con el viento. Cada tanto se sienten pequeños temblores, como si pasara el subte por debajo de la tierra. Los pobladores lo describen como un “temblor interno”.
EL VOLCáN DE CERCA Para verlo más de cerca se puede optar por algunos de los puntos panorámicos que ofrece Caviahue. Debido a la restricción propia de la actividad en que aún se encuentra (alerta amarilla), se puede llegar hasta a 4 kilómetros del cráter del volcán. Uno de los puntos más cercanos es la Confitería Pehuén, que está en el sector intermedio del centro de esquí. Se puede acceder tomando el paseo telesilla (no esquiador) para apreciar la silueta del Copahue mientras se disfruta de un chocolate caliente. Los esquiadores cuentan con la ventaja de acercarse un poco más, a través de la aerosilla cuádruple del sector superior.
Otra opción es arrimarse con motos de nieve o snowtrack (vehículo oruga para 12 pasajeros) hasta las lagunas Las Mellizas o a la villa de Copahue, para verlo desde otro punto de vista. Esta excusión cuenta con el atractivo adicional de ver un pueblo entero bajo la nieve, que desaparece en invierno para renacer en verano. Se puede caminar por los techos de las casas y hoteles de Copahue y ver el vapor de la terma emanar debajo de la abundante nieve. Estos circuitos son organizados tanto por el centro de esquí Caviahue como por las agencias de turismo receptivo de la localidad.
En cuanto a la “selfie” con el gigante, hay que tomársela en un punto panorámico llamado Mirador del Volcán, a 800 metros de Caviahue. La vista incluye el valle escondido, las pistas del centro de esquí, el pueblo de Caviahue, y de fondo, el volcán Copahue y todo su edificio volcánico.
Las manifestaciones de la naturaleza no se pueden predecir, pero sí apreciar, sobre todo cuando existen acciones preventivas de seguridad. Caviahue cuenta con un plan de contingencia y realiza simulacros de evacuación periódicos. Los pobladores saben que viven al pie de un volcán activo, tal como saben que viven del turismo y cómo cuidarlo.
Por eso, en lugar de achicarse, Caviahue apuesta al futuro. Tiene 1200 plazas hoteleras –la mitad de ellas inauguradas luego de la erupción de 2000– y en sus calles se ven siempre nuevas construcciones. En cuanto al centro de esquí, construido en la ladera del volcán, pasó de tener en 2001 cinco medios de elevación y ocho pistas a contar este año con veinte pistas y doce medios de elevación. Siempre bajo la sombra protectora del Copahue.
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