Dom 14.09.2014
turismo

GRECIA. VISITA TRADICIONAL A LA CAPITAL GRIEGA

Atenas paso a paso

De la Acrópolis al Cerámico, pasando por el Agora antigua, las callecitas de Plaka y la concurrida Plaza Sintagma, Atenas ofrece al visitante una vívida inmersión en los orígenes de la fascinante historia de la cultura occidental.

› Por Mariana Lafont

Fotos de Mariana Lafont

Basta conocer el origen de su nombre para saber que una visita a Atenas depara una zambullida en el laberinto de los mitos y la historia. El término viene de Atenea, diosa de la sabiduría, quien según la leyenda conquistó la ciudad tras una disputa con Poseidón: desde entonces, su victoria quedó inmortalizada con la construcción del célebre Partenón. Si bien muchos de los visitantes que llegan a Grecia buscan sol y diversión en las islas del Egeo, vale la pena quedarse unos días en la capital griega, cuna de la civilización occidental.

Atenas se ubica en la península de Atica, salpicada de varias colinas: Licabeto, Acrópolis, Filopappos y Tourkovounia. Sus orígenes se remontan 3000 años, lo suficiente para convertirla –junto con Jerusalén– en una de las ciudades habitadas más antiguas del mundo. Durante la época clásica griega fue una poderosa ciudad-estado y un importante centro cultural que acogió a grandes artistas, escritores y filósofos cuya huella moldeó la cultura occidental. Por ello al caminarla se respira historia en cada rincón colmado de restos arqueológicos. Aunque la primera impresión puede ser de caos citadino alrededor de la Plaza Sintagma, el corazón de la ciudad, en el fondo Atenas conserva cierto aire de pueblo, en especial en sus cafés, tabernas y mercados alrededor del conjunto histórico de Plaka, al pie de la Acrópolis.

Atenas tiene una prolífica y larga historia con momentos de apogeo y decadencia, como el fin de la Era Clásica en el año 529, al cerrar las escuelas de filosofía. Su esplendor fue en el siglo V a.C. con Pericles y un impresionante auge intelectual que duró tan sólo 50 años. De esa época vienen el concepto de democracia, las bases de la filosofía occidental y el nacimiento del teatro. Además la arquitectura se desarrolló muchísimo y varios símbolos de la Grecia antigua datan de entonces: el Partenón, el Erecteón, el templo de Hefesto y el de Sounion. Los tiempos de ocupación y declive comenzaron con el cristianismo hasta 1456, y siguieron luego con cuatro siglos de dominio turco. El golpe final fue a fines del siglo XVIII, cuando gran parte de su pasado clásico fue saqueado por coleccionistas adinerados. La moderna Atenas recién surgió en 1834 como capital de Grecia independiente.

Vista desde la Acrópolis hacia la densa ciudad que creció a su alrededor a lo largo de los siglos.

CAMINATA BARRIAL Para tener un buen pantallazo, un paseo debe incluir los barrios más antiguos de Plaka y Monastiraki, donde están la mayoría de los restos arqueológicos. Son turísticos y muy pintorescos, con calles estrechas e irregulares, tienditas, hostales y varios exponentes de arquitectura neoclásica. Por su parte, en la parte más alta de Plaka está Anafiótika, pequeño barrio cuyo estilo transporta a las idílicas islas del Egeo. En la plaza y alrededores de Monastiraki abundan las tiendas de souvenirs, ropa o arte, con sus dueños sentados en plena calle tomando algo o fumando. La caminata sigue, y al acercarse a la Acrópolis y el Agora antigua están los barrios de Psirí, Thissio y Gazi, con sus cafés, galerías de arte y locales para deleitarse con buena música. Para aquellos que desean ver comercios y restaurantes de categoría, hay que ir hasta el señorial barrio de Kolonaki, zona de embajadas al pie del monte Licabeto. Y siguiendo hacia el norte se llega a Exarchia, un típico barrio universitario con mucha vida cultural y cuna de movimientos estudiantiles contestatarios. Finalmente, en la alargada línea costera hay varios puertos, marinas y playas. Unos 10 kilómetros al oeste del centro están los puertos comerciales e industriales del Pireo, mientras al sudeste y alejados del centro se hallan aquellos orientados al ocio. Y desde el Pireo parten ferries que recorren las rutas entre Atenas y las concurridas islas del Egeo.

La riqueza excepcional en yacimientos arqueológicos hace de Atenas una ciudad única. Los restos –desde la época arcaica de Grecia hasta la dominación romana– están esparcidos por toda la urbe, pero los más destacados son los cinco grandes complejos ubicados en pleno centro: la Acrópolis, el Agora antigua, el Agora romana, el Cerámico y el templo de Zeus Olímpico. Lo bueno es que estos complejos están integrados dentro de parques conectados entre sí por paseos peatonales que facilitan enormemente su visita. Y para que su recorrido por la fascinante historia griega sea completo no hay que dejar de visitar algunos museos. El más importante es el Museo Arqueológico Nacional, con la mayor colección mundial de objetos y obras de arte de la Grecia antigua, como la máscara funeraria de Agamenón, el Zeus de Artemision, la estatua de bronce de Poseidón y los frescos recuperados en la isla de Santorini. Además la Acrópolis, el Agora Antigua y el Cerámico tienen museos in situ. Y para los más fanáticos hay museos especializados en otros períodos históricos, como el interesante Museo Cristiano y Bizantino.

El anfiteatro de Dióniso en la Acrópolis, la colina que reunía los principales templos y edificios públicos.

ARQUEOLOGIA URBANA Tan sólo caminar hacia la Acrópolis ya es una experiencia y la imponente colina eriza la piel. Con la idea de tener una mejor defensa, los primitivos griegos emplazaban sus asentamientos en elevaciones naturales del terreno, y con el tiempo dicha zona se convertía en el núcleo alrededor del cual se desa-rrollaba la urbe. Por esa ubicación privilegiada las acrópolis solían albergar los edificios más emblemáticos, como templos o plazas de reunión. En la Acrópolis de Atenas se halla el templo del Partenón, una armónica construcción de mármol dedicada a la diosa de la sabiduría, Atenea, que se levantó en la Edad de Oro de Pericles. El complejo incluye cuatro edificios sagrados y su empinado ascenso lleva hasta la Propylaia, una monumental entrada de estilos jónico y dórico. De camino al Partenón se ve el Teatro de Dionisio, un auditorio de piedra del siglo IV a.C., con capacidad para 17.000 espectadores y donde se representaban tragedias de Esquilo, Sófocles y Eurípides, así como comedias de Aristófanes.

Por su parte, el templo de Erecteo se halla en el lado norte de la Acrópolis y rinde culto a los dioses Atenea y Poseidón y a Erecteo, rey mítico de la ciudad. La construcción se levantó en el sitio donde, según la leyenda, ocurrió la batalla entre Atenea y Poseidón: por eso se encontraba aquí también el olivo sagrado que Atenea dio a la población tras su disputa con el dios del mar. Casi todas las construcciones se conservaron bastante bien hasta el siglo XVI, cuando durante la dominación otomana el Partenón se convirtió en mezquita, el Erecteión en harén y los Propileos en polvorín. Luego, durante el asedio de Atenas de 1687, los venecianos bombardearon e hicieron grandes destrozos.

Luego de recorrer la Acrópolis se puede bajar hasta el Agora caminando por senderos colmados de olivos. Vale la pena aclarar que hubo en Atenas dos ágoras vecinas, pero diferentes. El Agora de Atenas propiamente dicha, que data del siglo VI a.C., y el Agora que se remonta a la dominación romana. La segunda se ubica al este de la primera y al norte de la Acrópolis, en el actual barrio de Plaka. Durante los períodos bizantino y otomano se levantó aquí un barrio de casas, talleres e iglesias, junto con una mezquita, pero en el siglo XIX se excavó la zona y se demolieron los edificios modernos. Caminando por ambas sólo hay que cerrar los ojos para imaginar el lugar lleno de gente en el esplendor ateniense, ya que el Agora era el centro comercial y corazón político, administrativo y cultural de Atenas. En el Agora ateniense había juzgados, templos y oficinas públicas donde se congregaba gente de todo tipo: desde mercaderes y tenderos a oficiales, políticos y filósofos. Este emblemático lugar –hoy un caos de monumentos y ruinas– está dominado por el Templo de Hefesto, uno de los templos antiguos mejor conservados de Grecia. Finalmente, el fascinante Museo del Agora alberga una colección un tanto extravagante de objetos encontrados en la zona.

Y por allí se encuentra el Cerámico, el barrio de alfareros de la antigua Atenas, aquí establecido porque se hallaban los depósitos de arcilla del Erídanos, pequeño río que atraviesa el lugar. Pero como las zonas próximas a la orillas sufrían desbordes, pronto se transformó en un cementerio que llegó a ser el más importante de la ciudad. Posteriormente el Cerámico fue dividido en dos: la parte fuera de la ciudad servía de cementerio de soldados y el ágora se hallaba en la parte interior. Hoy se conservan una parte del muro que lo atravesaba y dos puertas importantes: la Puerta Sagrada y el Dípilon, la puerta más grande y formal de Atenas. En la Puerta Sagrada comenzaba la Vía Sacra y del Dípilon salía el camino que llevaba a la Academia de Platón. Otro resto arqueológico destacado es el Olympieion o Templo de Zeus Olímpico, muy cerca de los Jardines Nacionales y de Plaka. Fue uno de los templos más grandes de la antigüedad, dedicado al dios de los dioses, Zeus. Su construcción comenzó en el año 515 a.C. y no se terminó hasta 700 años más tarde, bajo el gobierno del emperador romano Adriano. Tal vez como testimonio de su grandeza, hoy todavía se ven 16 de las 104 columnas de mármol originales.

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