Dom 05.10.2014
turismo

MENDOZA LA RUTA DE LAS BODEGAS

El vino antes del vino

El comienzo de la primavera en Mendoza otorga al paisaje de las viñas un aspecto aún austero pero atractivo. Una recorrida por algunas de las principales bodegas y panoramas para confirmar –por si hiciera falta– que el vino está siempre de temporada.

› Por Frank Blumetti

Fotos de Lucía Grossman

La combi cargada de periodistas y fotógrafos discurre por las rutas argentinas hasta el fin, andando sin prisa y sin pausa el camino rumbo a la localidad de Maipú, más precisamente a la Bodega Trapiche. La excusa, como suele suceder, es simple: este viaje organizado para asistir a la premiación de quienes dan protagonismo a los caminos del vino en Mendoza dio pie a una somera recorrida por algunas de las mejores bodegas de la provincia, lo cual es mucho decir. Hay un detalle, claro: las viñas se observaban aún desoladas, sin frutos, ni su habitual exuberancia: apenas unos breves, minúsculos brotes que anuncian tímidamente el comienzo de la primavera. Pero esta austeridad, curiosamente, no hace perder el atractivo a la bodega ni al panorama: simplemente lo transforma y estimula la imaginación para lo que vendrá.

Así empieza el ciclo de vinos muy agradables, como el Trapiche Medalla 2010 o el Iscay Serie Nº 1 (inusual corte de la tinta Syrah y la blanca Viognier), que pudimos degustar junto a Julián Quesada, representante del centro de visitantes de la bodega, quien nos mostró las instalaciones que datan de 1912 y hoy –modernamente acondicionadas– son escenario de una más que interesante visita. La curiosidad está en las seis hectáreas de viñas a la entrada, donde se realiza la práctica de la polémica biodinámica. Esta práctica extrema de agricultura ecológica y biológica se basa en la influencia de las fases lunares en los cultivos y asimismo defiende lo natural, prohíbe compuestos químicos, herbicidas y fungicidas, busca el equilibrio del ecosistema, la diversidad biológica y la recuperación de la actividad bacteriana en el suelo. Por ahora sólo tienen Malbec y el éxito o no de esta práctica lo determinará el tiempo. Mientras tanto, la bodega tiene de todo para ver: conserva el andén donde los vinos a granel se cargaban y enviaban por tren para embotellarse en Buenos Aires, tiene un museo del vino, una bien puesta sala de degustación y hasta un microcine. Para 2015 planean la apertura de un restaurante, como para que la experiencia sea completa.

Justamente, el mediodía nos llevó al vecino Club Tapiz, una finca con alojamiento y restaurante a sólo 20 minutos del centro de la capital provincial, rodeada de 14 hectáreas de viñedos y olivares que producen vinos y aceites de alta calidad. Allí, en el Terruño Restó –un ambiente cálido de muros gruesos, pisos de madera y luces suaves– degustamos un suculento lomo a la parrilla en su punto justo, con ensalada de verdes y puré de papas y chorizo regados por un convincente Tapiz Malbec 2013, parte de un menú especial de cuatro pasos. Además del alojamiento, el establecimiento propone tasting de vinos y aceite de oliva, visita guiada a la bodega, gimnasio, piscina, jacuzzi, sauna y terapias alternativas, todo rodeado del mundo que hace al vino. Como si fuera poco, a metros del club Tapiz también cuenta con la Casa Zolo, que fuera residencia del gobernador de Mendoza. Son cuatro habitaciones con baño privado, piscina y playroom, ideales para ir en pareja o en familia y darse un gusto de esos tan postergados (www.tapiz.com.ar).

COMO VINO PARA CHOCOLATE La tarde concluyó visitando la bodega Trivento: inspirada por tres vientos, es decir, polar, Zonda y sudestada (este último no existe como tal, pero la palabra es típica de la idiosincrasia local), los que barren la árida tierra mendocina.

A sólo 25 minutos de la capital de la provincia, este moderno establecimiento fundado por Concha y Toro en Argentina busca producir vinos locales de alta gama para el mercado propio y extranjero: hoy exportan a más de cien países, destacándose Estados Unidos, Brasil, Bahamas, Inglaterra y los Países Bajos. El éxito de esta premisa quedó demostrado al catar un Malbec Amado Sur 2012 (con un porcentaje de Syrah y Bonarda) y el blanco cosecha tardía Brisa de Abril (corte de Sauvignon Blanc y Viognier, en partes iguales). Con la guía sabia del enólogo Maximiliano Ortiz y la responsable de comunicación María Victoria Acosta, ambos vinos fueron maridados con chocolate belga con 70 por ciento de cacao, en un ejercicio inusual que descubrió inusitadas posibilidades de sabor en la combinación. Esto es sólo parte de varias actividades novedosas que propone la bodega: muestras de arte, de cine, tapeos (desde este mes en adelante), bike tour por el viñedo Los Vientos, taller de cata y fotografía... Una visita final a la reserva de agua de la bodega, vecina a los vastos y desolados viñedos, permitió apreciar todo el conjunto desde lo alto y redondear una visita amena y reveladora.

Por la noche, todo concluyó con una visita al refinado Bistró M del Hyatt mendocino, con cocina a la vista y un destacado horno de leña, para probar los platos del chef Enrique Palacios. Una selección de entradas donde brillaron un carpaccio impecable, un jamón crudo de excelsa calidad y una fresquísima ensalada de verdes que dieron paso a principales donde las carnes y pastas fueron protagonistas: bondiola, lomo, salmón y un espectacular rotolo (arrollado de pasta con espinaca, ricotta y hongos con salsa de tomate y albóndigas), todo de excelente calidad, resaltada por la compañía de un Alta Vista Malbec en su mejor momento.

Las barricas de roble de Dante Robino, en Luján de Cuyo, maridan el arte con el vino.

PEREGRINACION A LUJAN El día siguiente nos llevó por la RN 40 con rumbo al departamento de Luján de Cuyo. La primera parada fue en la bodega Dante Robino de Perdriel, tranquila y apacible en una soleada mañana. En las instalaciones de líneas clásicas de esta empresa de la familia Squassini, que nació allá por 1920 y que hoy, además de sus vinos, se destaca por su firme apoyo a los artistas locales (que exponen sus obras dentro de sus muros, incluso en la cava, entre enormes barricas antiguas de 1920 originarias de Francia y traídas en tren), tuvimos ocasión de probar un robusto, aromático, bien estructurado Gran Dante Malbec ($ 325), gran orgullo de esta casa cuyos vinos son supervisados por el conocido enólogo estadounidense Paul Hobbs. El mismo fue precedido por el espumante Capriccio ($ 65, 100% torrontés), uno de los best-sellers que se destaca por su carácter perfumado, fresco y cítrico, ideal para noches de verano o a modo de aperitivo en cualquier ocasión.

Luego fue el turno de otro de los puntos altos del viaje: la bodega Terrazas de los Andes, sita en una antigua bodega de estilo español que data del año 1898, actualmente restaurada y modernizada pero con el peso de su historia presente a cada paso. Particularmente llamativa es la cava donde residen casi tres mil barricas de roble, provista de humidificadores que cada tanto expulsan nieblas de vapor de agua, dando un efecto muy particular al ambiente, casi fantasmal. El punto de mayor interés se dio en la vecina Casa Terrazas, donde es posible alojarse en alguna de sus hermosas seis habitaciones. Y también cenar o almorzar, claro: los chefs Marcos Zabaleta y Noelia Scquizziato presentaron un menú de cuatro pasos con empanaditas de molleja, abadejo grillado y lomo de ternera con croute de frutos secos y especias –todo maridado con Terrazas Torrontés 2013 y Malbec 2011– y un mini pie de ricotta y coco que deleitó a todos los presentes. Axel Cattaneo, director de Turismo de Luján de Cuyo, estuvo presente en el almuerzo y explicó un concepto clave: “El enoturismo atrae, genera, pero hay que complementarlo. Hay variadas actividades, pero la parte cultural es única: pintura, tango, música... Justamente estamos por inaugurar el ciclo Música Electrónica en los Caminos Del Vino, desde noviembre hasta febrero próximo. La idea es que el vino llegue a todos y puedan disfrutarlo todos, no sólo las personas de cierta edad ni los expertos”.

En el valle de Uco, los viñedos de DiamAndes tienen como escenario el paisaje cordillerano.

VALLE DE PASIONES El último tramo del recorrido comprendió la zona del Valle de Uco, por la ruta provincial 92 hacia los departamentos de San Carlos, Tupungato y Tunuyán. En Vista Flores, casi tocando las montañas, nos aguardaba la Bodega Diam Andes, una de las siete partes del enorme y prestigioso proyecto Clos De Los Siete, creado en 1998 por el célebre flying winemaker francés Michel Rolland. El edificio tiene una arquitectura de un estilo deslumbrante en su sobriedad, creada por el estudio Bormida-Yanzón. Son dos edificios conectados entre sí por un túnel: en uno se elaboran 450.000 litros de vino anuales, el otro incluye la casa de los propietarios donde es posible alojarse ($ 1700 la noche), un microcine, restó y sala de degustación. En esta última probamos un delicado y fragante L’Argentin de Malartic ($ 70), un notable rosado de Malbec, además de los Diamandes de Uco Chardonnay ($ 110) y Malbec ($ 129), todos con sus características propias pero con un denominador común: la elegancia.

La visita concluyó conociendo dos proyectos dedicados al alojamiento y la gastronomía, ambos premiados en la ceremonia mencionada al inicio: el primero fue The Vines, 670 hectáreas repartidas entre unos 130 inversores que pueden darse el gusto de elaborar sus propios vinos, bajo la guía del winemaker Santiago Achával. Y no sólo eso: también pueden alojarse en las lujosas habitaciones el exclusivo Vines Resort & Spa, realizar alguna actividad recreativa (cabalgatas, rafting, trekking, piscina) y disfrutar de las creaciones del reputado chef Francis Mallmann en el muy agradable restó Siete Fuegos: un ojo de bife cocido a la parrilla a fuego lento durante nueve horas, o un salmón al infiernillo en costra de sal, acompañados por uno de los vinos de la línea Recuerdos, pueden resultar una experiencia inolvidable.

El otro escenario fue Alpasión Lodge, mezcla de alma y pasión como su nombre lo indica: a 120 kilómetros de la capital mendocina, es un albergue de refinado estilo rústico con cinco lujosas habitaciones dobles con terraza privada, cable y wifi, cada una decorada con un estilo propio basado en uno de estos elementos: metal, madera, tierra, aire, agua, fuego. Tienen una hermosa piscina, jacuzzi, una terraza ideal para compartir asados y vino, cocina sencilla pero muy gustosa, una atención excelente y producen uvas en 30 hectáreas para lograr un exquisito Alpasión Malbec con diez meses en roble, amable y con personalidad al mismo tiempo. La recorrida por los caminos del vino, breve pero intensa y variada, concluyó con una certeza: aunque no lo veamos, el vino siempre está... y sus cultores también.

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