BUENOS AIRES. LA CASA CALISE
En el barrio de Balvanera un edificio atrae a los arquitectos de paso por Buenos Aires. Es la Casa Calise, obra de Virginio Colombo, inaugurada en 1911 como una “simple” casa con departamentos de alquiler, con el vuelo escultórico del secesionismo vienés.
› Por Julián Varsavsky
“La Casa Calise es para mí la obra maestra del arquitecto italiano Virginio Colombo: su exuberante creatividad y una libertad desbordada la hacen única en una Buenos Aires de principios de siglo XX que miraba más bien hacia el clasicismo académico de la Belle Epoque francesa que existe junto a la Plaza San Martín. Aquí –en Hipólito Yrigoyen 2568– estábamos en la periferia de Once, donde un joven arquitecto convenció o acaso engañó a un inversor llamado Calise para hacer una fachada modernista al estilo del secesionismo vienés, esculpida in situ por un gran artista, alcanzando un vuelo decorativo e incluso erótico que no existe en edificio alguno de la paqueta oligarquía porteña. Lo raro es que éste era un barrio de clase media o media baja y la obra era poco más que un conventillo, en un arrabal con 40 departamentos pequeños para alquilar y una fachada fastuosa que fue casi la ruina del señor Calise, ya que Colombo se excedió mucho del presupuesto original”, dice inspirado el arquitecto Eduardo Masllorens, semiólogo y docente de la UBA, durante uno de los paseos urbanos que guía para la agencia de viajes Eternautas.
ARTE EN LA CALLE La fachada es una fantástica composición de arte cuyas estatuas de mujeres con pechos prominentes al desnudo visten, apenas, una túnica muy al límite que cubre las piernas hasta el borde del pubis. Los querubines –con su toque diabólico– están por todas partes adosados a la pared, esculpidos en granito y sosteniendo balcones cual poderosos atlantes que miran a los ojos al transeúnte.
Bajo las ménsulas de los balcones sobresalen rostros de otras mujeres y en la parte baja de la fachada asoman fantásticas cabezas de león. A lo largo de los tres pisos del edificio hay molduras de yeso color carne y al final de cuatro pilastras la obra está coronada por el conjunto escultórico de una pareja de amantes en éxtasis, desnudos entre un remolino de velos, sosteniendo una antorcha que apunta al cielo.
El edificio tiene dos puertas centrales, una al lado de la otra, que se abren a palieres paralelos con una medianera calada entre ellos, es decir con aberturas que permiten mirar de un lado al otro observando las esculturas femeninas de mármol, aquí también con un alto nivel de erotismo.
Las puertas principales son casi el único elemento claro del estilo art nouveau en la casa, dos magistrales piezas de herrería artesanal con el motivo acaracolado de dos nautilus enlazados con hojas y estrellas de mar. El otro elemento de aquel “arte nuevo” surgido en Bélgica es un colorido vitral en forma de arco de medio punto en la separación de dos vestíbulos.
EL ARQUITECTO Virginio Colombo nació en 1885 en Milán y llegó a la Argentina en 1906, contratado para trabajar en la decoración del Palacio de Tribunales. A los 21 años se graduó de arquitecto en la Accademia di Belle Arti de Brera, donde fue alumno de Giuseppe Sommaruga, uno de los principales exponentes del entonces recién delineado estilo art nouveau en su vertiente más conocida como liberty milanés.
Decidió quedarse a vivir en Argentina y diseñó edificios muy reconocidos como La casa de los Pavos Reales (avenida Rivadavia 3216), la Società Unione Operai Italiani (Sarmiento 1374), la Casa Grimoldi (Corrientes 2560) y la actual Casa de la Provincia de San Luis (Azcuénaga 1083). Casi siempre trabajó para clientes de origen italiano que hicieron fortuna como industriales, diseñando unas cincuenta obras en su estudio de la calle Moreno 2091, donde se suicidó el 22 de julio de 1927.
El estilo de Colombo está más cercano al modernismo ecléctico que al art nouveau, recurriendo a elementos de la arquitectura medieval como los arcos redondeados, ornamentaciones florales y cornisas dentadas. Su influencia más fuerte fue el secesionismo vienés, también conocido como Jugendstil, que irrumpe apartando los cánones del academicismo francés.
Las controversias aparecen al tratar de definir el estilo de Colombo y el de su Casa Calise. En general se la incluye en un circuito que recorre la arquitectura art nouveau de Buenos Aires. Pero según el arquitecto Masllorens, para ver art nouveau como tal hay que viajar a Montevideo, ya que en Buenos Aires queda poco y nada. Se trata más bien de edificios como la Casa Calise, que tienen apenas algunos elementos ornamentales tomados de aquel estilo en el cual el arquitecto hacía un diseño integral, incluyendo por primera vez la decoración de los interiores (como barandas de escaleras, lámparas y hasta la vajilla, algo que por cierto no hacía Colombo).
El estilo de Colombo es un modernismo ecléctico que aprovechaba el clima de vanguardia en torno al Centenario de la Revolución de Mayo, poniendo acento en lo decorativo a través del uso del hierro, el vidrio y la escultura de personas que humanizaban las fachadas, dándoles vida también con motivos animales y vegetales. Esto incluye el cincelado de numerosas femmes fatales.
UNA CUESTION DE ESTILO Según explica Masllorens en sus recorridos, el art nouveau “fue como un juego formal que duró poco, muy interesante por cierto, ya que por primera vez el arquitecto diseñaba hasta los muebles de la casa. Pero el estilo derivó más bien en un exitoso diseño decorativo de gran aceptación en Buenos Aires: hasta había ropa art nouveau. Muchas de esas piezas están hoy en venta en los anticuarios de San Telmo”.
“Ni Virginio Colombo ni Mario Palanti –diseñador del Palacio Barolo– fueron arquitectos enmarcados en el art nouveau”, sentencia Masllorens abriendo la polémica.
Para este singular guía urbano, lo más fascinante de la Casa Calise es su desprejuicio artístico por un lado y el moral por el otro, resultando en el sugerente nivel de erotismo que reina en la obra, impensable para un palacio de los que brotaban por aquella época en el norte de Buenos Aires imitando la escenografía parisina. Porque los prejuicios morales pertenecían más bien a las élites que a las clases medias y bajas, donde los parámetros eran otros, en un tiempo en que a Lola Mora no la dejaban poner sus estatuas en las plazas.
En la fachada de esta casa están cinceladas las firmas del arquitecto, el talentoso escultor Ercole Pasina y el constructor Pedro Ferloni. La presencia de tres firmas es algo que no ocurre en ninguna otra casa de la ciudad, una muestra de la sofisticación de la obra.
Todos los edificios de Virginio Colombo en Buenos Aires fueron declarados Patrimonio Histórico Clase B y no se los puede demoler. Según Masllorens, esta casa es el sueño de todo arquitecto por su desparpajo algo kitsch, más el atrevimiento artístico y hasta la irresponsabilidad con que el arquitecto gastó dinero –siempre de otro– en su capricho constructivo. Tan sofisticada es la casa que tiene un remate en el techo que sólo se ve desde arriba. Por eso agrega el arquitecto: “Si yo me ganara la lotería, lo primero que haría es darme el lujo de comprarme la Casa Calise”.
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