Dom 14.06.2015
turismo

BRASIL. EL ANIVERSARIO DE RíO DE JANEIRO

450 años maravillosos

› Por Guido Piotrkowski

Fotos de Guido Piotrkowski

Río de Janeiro, la ciudad que mejor condensa el ideal de vida urbana y naturaleza en estado puro, cumple 450 años. En rigor, ya los cumplió, porque São Sebastião de Rio de Janeiro fue fundada el 1 de marzo de 1565. Entonces, si por acá se pregona aquello de que todo el año es carnaval, ¿cómo no se va a festejar semejante aniversario durante todo 2015?

La ciudad del Cristo Redentor y el Pan de Azúcar; la de las playas de Ipanema, Copacabana y Leblon; la del enorme Chico Buarque y el gran Jorge ben Jor; la de un clásico futbolero como Flamengo-Fluminense; la reina de las Escolas do Samba y señora del carnaval, festeja a lo grande. La famosa y eterna cidade maravilhosa, aquella que fue sede de la final del Mundial de Fútbol 2014, y que será sede de las Olimpíadas 2016, está atravesando un año a pleno.

Más de doscientos eventos entre conciertos, festivales de arte, seminarios y exposiciones, se vienen realizando y continuarán durante todo el año. Y los cariocas, siempre orgullosos de su Río, de su excéntrica belleza, de sus cuerpos esculpidos al calor del sol y la arena, de su música, sus olas para surfear y su jogo bonito, están doblemente orgullosos ahora, porque es tiempo de recordar y poner en valor el papel preponderante de esta metrópoli y su puerto, uno de los objetivos fundamentales de la catarata de eventos que forman parte de Río 450.

LOS FESTEJOS El inicio de las celebraciones lo marcó el famoso Reveillon o año nuevo, una tradición carioca que cada año convoca cientos de miles en la playa de Copacabana para ver un despliegue infernal de fuegos artificiales, que esta vez mostraron por unos segundos el logo “Rio 450”, dando así el puntapié inicial a este año que todavía promete.

El 1 de marzo se festejó con una torta gigante de 450 metros. Doce cocineros participaron de la faena durante varios días, que comenzó con una misa y terminó, como no podía ser de otra manera, con fiesta en las calles. La celebración comenzó con una ceremonia de salvas en el lugar donde se cree que llegaron los primeros navegantes portugueses al mando de Estació de Sá, quien fundó la ciudad a los pies del emblemático Pan de Azúcar.

También se inauguró el Museo del Mañana, diseñado por el arquitecto español Santiago Calatrava, un museo futurista que se convierte en el emblema de la transformación de la zona portuaria, un rincón que se busca revitalizar. Otro espacio nuevo es el Pabellón Río 450, enfocado en la historia de la ciudad, su paisaje y su desarrollo urbanístico, con un paseo virtual interactivo.

Una de las grandes iniciativas de la parafernalia de eventos y celebraciones es Memoria Carioca, una convocatoria que busca la participación de todos los ciudadanos, invitándolos a rescatar sus memorias familiares a través de fotos, documentos o artefactos antiguos que cuenten su historia personal con la ciudad. En ese sentido también trabajaron los creadores de Foto Río, un festival de fotografía que se hace cada dos años y que en 2015 cobra un sentido especial a partir de los festejos de este aniversario. Los organizadores, con el fotógrafo y antropólogo Milton Guran a la cabeza, invitaron a los fotógrafos locales bajo la idea del Proyecto “Ser Carioca”, para mostrar la ciudad “a través de las diferentes miradas y ángulos captados por sus fotógrafos”. Se seleccionaron 200 fotos de 67 fotógrafos, que pueden verse por estos días en las exposiciones que forman parte del festival en diversos museos y centros culturales de la ciudad.

En este mes de junio hay proyectados 64 eventos bajo la órbita de Río 450. Entre ellos se destaca el día de la música, un festival originado en París en la década del 80 que llega por primera vez hasta aquí con escenarios en varios puntos de la ciudad, durante los días 20 y 21 de junio. Y hasta octubre se lleva a cabo la segunda edición del Festival Carioca de Arte Público, que promueve espectáculos, cursos y debates en torno a los artistas callejeros. Se trata de un evento itinerante, que cuenta con la participación de grupos de circo y teatro callejero de vasta trayectoria local. El abanico es infinito, y llega hasta fin de año, en un conjunto de eventos que abarcan desde el campo cultural e intelectual hasta el deportivo y el de la vida al aire libre. Esa mezcla que hace de Río la ciudad perfecta.

RIO PARA INICIADOS Como Río está que arde, la ciudad brilla como en sus mejores tiempos. Es uno de esos rincones del mundo tocados por la varita mágica. Una metrópoli que se reparte entre su naturaleza exuberante y los toques exquisitos de una cultura propia que bucea hondo en sus raíces afro, europeas e indígenas, dando como resultado un carnaval único en el mundo. Un lugar donde en cada esquina aflora el instinto musical y una increíble e inagotable destreza para la danza, con el samba como estandarte. Río de Janeiro es un lugar al que le cabría, como a ningún otro, el verdadero mote de jungla de cemento: posee la selva urbana más grande del mundo, la Floresta de Tijuca.

El sur de la ciudad está bañado por una franja de playas famosas: Copacabana, Ipanema y Leblón. En estas costas, donde el culto al cuerpo es una religión, se abren paso mujeres de siluetas doradas que se deslizan en patines, y hombres de torsos marcados que moldean su cuerpo a la vera del mar. Surf, voley, futvoley, fútbol y pelota paleta son los pasatiempos favoritos de estos citadinos con alma playera. Ipanema es una de las preferidas por los jóvenes y artistas locales. En un extremo está el Arpoador, un morro ideal para ver la puesta del sol. Copacabana se distingue por tener gran cantidad de quioscos sobre el paseo de la Avenida Atlántica, una rambla decorada con un mosaico en forma de ondas, y por concentrar la mayoría de los hoteles frente al mar. Leblón, por donde cualquier peatón avispado puede cruzarse con Chico Buarque, es el último rincón de este conjunto de hermosas playas urbanas que choca contra el cerro Vidigal. Y tiene un mirador que resulta ideal para llevarse la postal playera.

Al otro lado se encuentra São Conrado, y más allá la Barra de Tijuca, un barrio moderno y chic, con playas extensas, centros comerciales y exclusivos complejos de departamentos. Hacia el oeste, alejadas y silenciosas, se encuentran Prainha y Grumari, ubicadas en medio de una reserva de Mata Atlántica. Con olas de hasta tres metros, son la gloria de los surfistas. La Prainha es una pequeña franja de 150 metros de arenas claras y aguas cristalinas ubicada entre dos colinas. Y Grumarí es mucho más extensa, pero conserva las mismas características paradisíacas.

POR EL CENTRO Alrededor del área conocida como Cinelandia se encuentran algunos de los edificios más bonitos y antiguos de Río. Hay que visitar el Teatro Municipal, una construcción inspirada en la ópera de París; el Museo Nacional de Bellas Artes, que cobija una gran colección de arte local y sudamericano; y la singular Catedral, una especia de pirámide circular de 75 metros de altura, con bellísimos vitreaux que van del suelo al techo.

A pasitos del centro está el barrio de Lapa, identificado con los Arcos da Lapa, un antiguo acueducto por el que hasta hace poco pasaba el bondinho, un simpático tranvía –fuera de servicio momentáneamente– que recorría el pintoresco barrio de Santa Teresa. Por debajo de los arcos, a lo largo de la avenida Mem de Sá, hay una serie de bares con música en vivo.

Santa Teresa está en un morro de cuestas zigzagueantes y empedradas: cada esquina es una panorámica. El barrio es, junto con Lapa, epicentro fundamental de la bohemia carioca. En este pedacito de Río hay hermosos y antiguos caserones y ateliers de artistas que dan vida a la agitada movida cultural, con muy buena oferta gastronómica, posadas y hoteles boutique.

LOS CLASICOS Ningún turista puede irse sin visitar dos emblemas, dos postales: el Corcovado y el Pan de Azúcar. Bajo los brazos del Cristo más famoso del continente se obtiene una de las más exquisitas vistas de la ciudad. Para acceder hay que tomar el trencito que parte desde la estación de Cosme Velho o subir en vehículo hasta las Paineras, y desde allí tomar una furgoneta que cubre el resto del trayecto. Antes del Mundial pasó por una reforma, en la que se incluyeron ascensores, rampas y escaleras mecánicas hacia el final del trayecto.

El Pan de Azúcar es un morro de granito de 400 metros de altura, que emerge como una punta de flecha redondeada desde las aguas de la Bahía de Guanabara. Para subir hay dos alternativas: escalando o en el teleférico que parte desde la Praia Vermelha. Tiene dos tramos, el primero hasta el Morro de Urca, con vista espectacular del Cristo, y el segundo hasta el mismo cerro Pan De Azúcar.

Aún quedan por recorrer la Lagoa Rodrigo Freitas, el Jardín Botánico, el Parque Lage, la Floresta de Tijuca y más, pero siempre hay que dejar algo para la próxima, porque Río de Janeiro es inagotable. Como cantan Caetano Veloso y Gilberto Gil, ilustres bahianos de corazón carioca: Río de Janeiro continúa lindo, Río de Janeiro continúa siendo ¡aquel abrazo!.

La escalera de Selarón, una obra “viva y mutante” en el barrio de Santa Teresa.

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