Dom 28.06.2015
turismo

PARAGUAY A ORILLAS DEL PARANá

Selva y agua guaraníes

Saltos de agua de 40 metros de altura, monumentos científicos frente al río Paraná y ciudades con grandes contrastes entre la tradición y la modernidad, un sello que invita a conocer la exuberancia paraguaya.

› Por Nora Goya

Cinco horas en auto separan Asunción de Ciudad del Este, durante las cuales se atraviesan kilómetros de tierra roja con grandes plantaciones de soja, que comenzaron a desarrollarse –como en otros países de la región– en los años ’90. “El turismo es la séptima en la lista de actividades económicas”, explica la directora general de Productos Turísticos, Carmen Silva, pero destacando que en el último año esta actividad “creció el 6,4 por ciento, un dato que se reflejó en inversiones en gastronomía y hotelería”. Ciudad del Este, junto con Encarnación y Asunción, son tres de las ciudades más visitadas por el turismo nacional y extranjero que llega a esta tierra aún misteriosa que es Paraguay.

Castellano y guaraní Las dos lenguas conviven, y la gente con quien nos cruzamos de un lado a otro mezcla en forma permanente el castellano y el guaraní. En Paraguay, que es oficialmente bilingüe, viven siete millones de personas: “Aprendemos en nuestras casas las dos lenguas”, dice Maura Barreto, una de nuestras guías a lo largo de todo el recorrido. Y este contraste que se da con los idiomas está implícito también en otros aspectos de las ciudades guaraníes: en un mismo barrio existen casas coloniales y construcciones modernas, mientras los centros comerciales de doce pisos con marcas de lujo se ven enmarcados por calles con puestos callejeros que conforman el mercado donde el público busca productos baratos.

En estos días, Paraguay está en la mira por otros motivos: entre el 10 y 12 de julio, el papa Francisco visitará el país luego de pasar por Ecuador y Bolivia, en el marco de su gira por Latinoamérica. Para la ocasión, muchos se anotaron como voluntarios a través de un sitio web, ya que la llegada de peregrinos –tanto de ciudades cercanas paraguayas como de países vecinos– prevé la necesidad de micros, hotelería y suficiente espacios para que los fieles participen de los actos. Durante su visita, además de reunirse con el presidente Horacio Cartes, Francisco se encontrará con los obispos paraguayos y la misa central será en la Base de la Fuerza Aérea, en Ñu Guasu.

Monumento científico “Ka’a he’ê”: así llamaban los guaraníes a una planta que utilizaban como edulcorante para sus infusiones. Fue registrada como Stevia Rebaudiana Bertoni a fines del siglo XIX por el investigador suizo Moisés Bertoni, que había decidido vivir junto al río Paraná. Su casa de dos plantas, hecha de madera, funciona hoy como museo y se encuentra dentro de las 199 hectáreas que constituyen el Monumento Científico Moisés Santiago Bertoni, rodeado de la abundante vegetación de la selva altoparanense.

Selva altoparanaense, una experiencia envolvente que define el viaje por Paraguay.

Biólogo, meteorólogo, cartógrafo y agrónomo, luego de vivir en la Argentina entre 1884 y 1887 Bertoni llegó a Paraguay y allí, frente al río Paraná, decidió establecerse para llevar a cabo sus investigaciones y experimentos sobre la naturaleza y cultura de la región.

Esta vivienda, abierta como museo para las visitas turísticas, cuenta con diez salas donde se pueden encontrar objetos personales, manuscritos de libros, cartas y parte de la biblioteca de 7000 volúmenes, periódicos, revistas y mapas de los siglos XIX y XX que pertenecieron al científico. En una de las habitaciones hay insectos disecados y recipientes con semillas, con indicaciones estrictas para que quienes deseen puedan tomar “sólo un grano de alguna de las especies pero con la obligación de plantarla en la tierra al llegar a sus hogares”, subraya Barreto durante la recorrida por la vivienda.

Además el museo cuenta con una reconstitución del laboratorio y de la gráfica usada por Bertoni para imprimir sus publicaciones, así como una estación de correos y telégrafos. De esta manera, el biólogo suizo se aseguraba una comunicación fluida que le permitiera la divulgación de sus investigaciones y producción científica.

Recorrer parte del monumento científico implica caminar entre palmitos, grandes helechos y otras especies autóctonas hasta una playa en la orilla del río, que como toda la zona forma parte del corredor ecológico más importante de la región.

Bertoni, enamorado de la selva altoparanense, eligió este lugar para pasar el resto de sus días. Algunos metros separan la vivienda del cementerio familiar, que siguiendo las tradiciones europeas se encuentra a los pies de un ciprés: allí están sus restos, los de su madre, cuatro de sus trece hijos, una nuera y un nieto.

Dentro de las 199 hectáreas que conforman el monumento científico vive una comunidad del pueblo mby’a guaraní de alrededor de 300 personas. Nancy y Cintia, dos nenas de entre cinco y siete años, se acercan a los grupos de turistas para exhibir y vender sus artesanías, sobre todo representaciones de animales realizados en madera tallada, así como collares y adornos con semillas de la región. Ellas, al igual que los otros niños, asisten a la escuela de la comunidad, por lo que pueden mantener sus ritos, costumbres y creencias. Del mismo modo que los mby’a, la comunidad avá guaraní también viven en esta zona protegida y, como sus antepasados, tiene a la agricultura como medio de subsistencia.

“Agua que roba” El Salto del Río Monday constituye una interesante alternativa para quienes disfrutan del turismo activo. Este río atraviesa los departamentos de Caaguazú y Alto Paraná, para desembocar en el Paraná formando tres caídas de agua de 40 metros de altura a un kilómetro y medio de la Triple Frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil.

Quienes visiten este salto pueden caminar por las pasarelas para llegar hasta uno de los miradores, bien cerca de las caídas de agua. “Hasta que el agua salpique”, sintetizó una joven de cabello negro y ojos celestes, que disfrutaba del paseo con su madre. Frente a ellas, un gran arcoiris aparecía sobre la espuma blanca formada por el correr de agua entre las rocas. El sonido del río y la vegetación exuberante de la región completan este paseo de inmersión en la naturaleza.

En el mismo predio, administrado por Aqua Parana Tour y desde donde se accede a los miradores del salto, se puede practicar arborismo. Allí unas plataformas ubicadas sobre los árboles, a 25 metros de altura y unidas por puentes colgantes hechos de troncos, sogas y cables, permiten a los visitantes cruzar de árbol a árbol. La excursión finaliza con una tirolesa, que le pone al paseo un sello final de adrenalina puraz

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