SUECIA. HISTORIA Y FANTASíA EN EL BáLTICO
Visby, en la isla de Gotland, reúne historia medieval y reminiscencias literarias. Ovejas y lana, las trenzas rojas de Pippi Mediaslargas y viejas leyendas jalonan el paseo báltico en una isla muy cercana a Farö, que fascinó a los cineastas Ingmar Bergman y Andrei Tarkovski.
› Por Dora Salas
Fotos de Dora Salas
La sonrisa y las trenzas pelirrojas de Pippi Mediaslargas, la transgresora protagonista de los relatos infantiles de Astrid Lindgren, invaden la imaginación al arribar al puerto de Visby, en la isla sueca de Gotland, una joya medieval del Báltico a sólo 90 kilómetros de la costa oriental del país.
Visby capital de Gotland, conocida como la isla de las ovejas surge poco a poco en el horizonte después de tres horas de navegación en ferry desde el puerto de Nynashamm, cercano a Estocolmo. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995, la ciudad nació a partir de un asentamiento vikingo y entre los siglos XII y XIV se convirtió en el principal centro comercial de la Liga Hanseática en el Báltico.
Las murallas y edificios del siglo XIII dan a Visby, que en el norte de Europa es la mejor preservada de las ciudades comerciales de esa época, un clima medieval que convive en armonía con la confortable vida actual y que, en muchos casos, yuxtapone en un mismo predio ruinas y estructuras contemporáneas.
Pero cada calle de adoquines, cada torre, cada casa pequeñita con tejado rojo y adornos marinos en las ventanas, cada templo en ruinas, todo habla en Visby tanto del pasado vikingo y sus relaciones con Oriente como del posterior comercio alemán en el Báltico.
La Ringmuren o muralla defensiva, de 3,5 kilómetros de largo y, según los tramos, de cinco a 11 metros de altura, en piedra caliza, con tres puertas principales, conserva 27 de las 29 torres que tuvo. El muro se comenzó a construir a fines del siglo XII para proteger la ciudad de enemigos exteriores. Se elevó entonces la Torre de la Pólvora (Kruttornet) en 1166, para controlar el viejo puerto vikingo, donde ahora se encuentra el parque Almeladen.
Se desató luego, en 1288, una guerra entre los habitantes de la ciudad y los campesinos que vivían en los alrededores, a causa del comercio que manejaba la zona urbana. Los ciudadanos de Visby fueron apoyados por los alemanes, y sus rivales campesinos por Estonia. Entonces la muralla sirvió para demarcar los límites con el campo, dando protección a la ciudad y su importante comercio. Las torres, de entre cuatro y seis pisos, alojaban a los soldados de Visby que la defendían de los ataques de los campesinos, no ya de ofensivas marítimas del exterior.
Ahora la isla la más grande de Suecia y del Mar Báltico tiene “60 mil habitantes y 60 mil ovejas”, explica un orgulloso artesano de la lana, mientras señala uno de los numerosos bancos de piedra en forma de carnero que adornan las calles de Visby. “Hasta el escudo de la ciudad tiene como figura central un carnero”, agrega el mismo vecino y nos ofrece vestidos, capas, bufandas, guantes y gorros de lana y cuero, de manufactura artesanal, elegante y colorida.
Ovejas y carneros son, sin duda, el símbolo de la isla, no sólo por su importancia como materia prima de diferentes artesanías sino también por tradición local. Y en los negocios de recuerdos hay manteles, repasadores, bandejas de metal o de cerámica, tazas, vasos y otros numerosos objetos, sin olvidar los peluches infantiles, con estilizados diseños de estos animales.
Sin embargo los objetos de lana y cuero no son la única artesanía de Visby, donde hay trabajos en vidrio, piedras, madera o metal de delicada factura y diferentes precios. Una verdadera tentación que compite con la que provocan los bares y restaurantes al recorrer la ciudad.
Porque en Visby la invitación a dejarse llevar y disfrutar de una estadía placentera es constante, sea para el que llega con espíritu deportivo y quiere gozar de cabalgatas, paseos en bicicleta o de las playas si es verano, como para quien prefiere caminar y enfrentar el desafío de las calles empinadas, los recodos y las escaleras, incluyendo las que llevan a un espléndido mirador que permite observar la ciudad y la costa báltica. O para quien desea sentarse frente a una cerveza local o un plato típico. Y todo en una ciudad con magia e historia, referencias literarias y leyendas. Una de ellas cuenta que en una de las torres de la muralla, conocida como Jungfrutornet (la Torre de la Doncella), fue tapiada viva una joven de Visby que había dado las llaves de la ciudad a los enemigos daneses porque estaba enamorada de su rey.
Además de sus leyendas, la ciudad tiene otro atractivo para quien la visita durante la primera semana de agosto, pues en esa fecha se celebra la Semana Medieval, una fiesta iniciada en 1983 que transporta en el tiempo a habitantes y turistas. Pero también en otros momentos del año la Edad Media está presente a cada paso, como en las ruinas de la iglesia románica de San Olof, cerca del Jardín Botánico, y las de Santa Katarina, esta última junto a la Plaza del Mercado (Stora Torget). Y luego, espléndida y abierta al culto, la Catedral de Santa María (Domkyrka), también medieval pero perfectamente conservada, con sus paredes blancas y sus tres cúpulas de madera.
Vale la pena visitar el museo de Gotland para tener una visión histórica sobre la vida en la isla. Y, por supuesto, la aldea vikinga de Tofta, en un asentamiento del siglo X, donde es posible experimentar algunas prácticas de esos tiempos, como el lanzamiento de hachas.
BERGMAN Y TARKOVSKI Al norte de Gotland y casi pegada a ella, una pequeña isla –Farö, de solo 113 kilómetros cuadrados– fue “el lugar en el mundo” del director de cine sueco Ingmar Bergman. Nacido en Uppsala en 1918, el cineasta falleció a los 89 años en su refugio de Farö, que había comenzado a frecuentar en los años ‘60 y donde convivió con la actriz Liv Ullmann y filmó seis de sus más celebradas películas.
Farö sedujo también a otro gran director de cine, el ruso Andrei Tarkovski (19321986), cuando decidió abandonar su país. Radicado en Suecia y ya muy enfermo, Tarkovski deseaba filmar Sacrificio, que fue su última película, en la diminuta isla de Bergman, pero no pudo hacerlo pues los extranjeros no podían entrar en ese territorio. Por ese motivo el cineasta ruso rodó Sacrificio muy cerca de Farö, en Gotland, ayudado por colaboradores de Bergman.
Además de ser una visita de culto para los admiradores de Bergman, las costas de Farö deslumbran a los viajeros amantes de la naturaleza por unos promontorios naturales de piedra caliza que dan al paisaje marino un aspecto surrealista y sobrecogedor.
Gotland, asimismo, es el escenario de las primeras novelas negras de la periodista y escritora sueca Mari Jungstedt (nacida en Estocolmo en 1962). Casada con un oriundo de Visby, el matrimonio frecuenta la isla durante el verano y sus primeras obras (como Nadie lo ha visto y Nadie lo ha oído) se desarrollan en la atrayente ciudad báltica. Además, el ambiente mágico de Visby fue el escenario perfecto para las serie televisiva basada en las aventuras de la pequeña Pippi Langstrump (Pippi Mediaslargas), de la escritora sueca Astris Lindgren.
LA PELIRROJA TRANSGRESORA Visby es, sin duda alguna, “la casa” perfecta de Pippi Mediaslargas, la pequeña de cara redonda y pecosa, trenzas rojas, ojos curiosos y una amplia sonrisa creada por Lindgren en los años ’40 del siglo pasado. Y en 1969, cuando el relato de sus aventuras se transformó en una serie de televisión, el escenario elegido para el rodaje fue esta encantadora localidad.
Entonces Pippi, de nueve años, su caballo blanco con lunares negros y su monito proveniente de “los mares del sur” están presentes en Visby y acompañan a los turistas que, como ella, “quieren ser siempre niños” y toman sus “píldoras para no convertirse en adultos” que, en realidad, son garbanzos resignificados por su fantasía.
La ciudad, que en sí misma parece preparada para la escenografía de un cuento de hadas, ofrece un recorrido “Around Gotland with Pippi Lonnstocking” (que se puede ver en www.gotland.info), para “visitar 19 lugares donde se filmaron las películas de Pippi”, entre ellos la multicolor Villa Kunterbunt (en sueco Villa Villekula) en la cual la protagonista, que quiebra todas las convenciones de las familias tradicionales, vivía y se divertía con sus amigos.
Además de esta zambullida en los relatos infantiles, Visby atrapa con la ilusión de vivir en la Edad Media. El hotel St. Clemens, cerca de la Plaza Mayor, es un ejemplo de este fuerte llamado a la fantasía: habitaciones que en realidad son casas de madera que parecen construidas para gnomos pero con todo el confort contemporáneo, jardincitos que vinculan cada edificio y la joya del complejo, las ruinas de piedra del templo medieval. Y el desayuno con dulces caseros y aromático té: una delicia.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux