BUENOS AIRES. PUNTA INDIO Y EL PARQUE COSTERO DEL SUR
Ecoturismo, historia y deportes náuticos en Punta Indio, a 150 kilómetros de Buenos Aires, donde también se encuentra el Polo Espacial de la CONAE. Un paisaje protegido declarado Reserva de la Biósfera, con espacio para tentaciones y mucho para interpretar desde lo natural.
› Por Lorena López
Fotos de Laura Gravino
La mariposa llamada bandera argentina debe su nombre al hermoso color celeste de sus alas. Pero no sólo es estéticamente bella: además, su presencia habla de una naturaleza sana y por eso en 2012 fue declarada especie emblemática del partido bonaerense de Punta Indio. ¿Por qué emblemática? Porque en verano –debido a la presencia del coronillo, árbol del que se alimenta- la siesta se llena de mariposas que revolotean de aquí para allá y deleitan con su presencia a todo el que se detenga a mirarlas. Este pequeño ejemplo de relación entre un árbol y un insecto demuestra la importancia de cuidar la naturaleza, y es el eje sobre el que se ofrece el turismo en el pueblo de Punta del Indio, históricamente conocido por su oferta de “sol y playa” ya que durante mucho tiempo fue parada obligada de todo viajero rumbo a la Costa Atlántica. Hoy aún es posible practicar deportes náuticos como kayak, windsurf y kitesurf y hacer vida de playa en el verano, pero durante todo el año es posible disfrutar y conocer la naturaleza del lugar gracias a la presencia del Parque Costero Sur, que pertenece a la red de Reservas de Biósfera de la Unesco, y a las iniciativas del municipio y de emprendedores privados.
PLANTAS PARA PROBAR “En la zona de quintas de Punta del Indio somos una treintena de propietarios interesados en conservar el monte y la biodiversidad”, explica el naturalista Alejandro Galup, mientras detalla que además de poseer un vivero de plantas nativas, realiza visitas guiadas para mostrar la flora de la zona y un paseo “comestible” donde le propone al turista “cosechar” plantas útiles para la gastronomía. “Cuando compré mi terreno y comencé a restaurar el monte, volvió la fauna que había desaparecido, como el gato montés”, describe con entusiasmo, “y como no tengo perros, los carpinchos pastan de noche alrededor de la casa, así que a la mañana cuando me levando veo las huellas y el pasto aplastado con la propia forma del carpincho”.
Este es el escenario con que se encuentra el turista cuando visita Punta Indio, sobre todo fuera del verano. Es entonces cuando todo está más solitario y los animales andan más confiados, como ocurre en la playa Arenas Blancas, donde entre los ceibales y falsos caraguatás, si uno va al atardecer y en perfecto silencio, puede ver carpinchos, gatos monteses y aves variadas, como el federal, que en muchos lugares ha comenzado a escasear debido a que es víctima del comercio ilegal.
CONOCER PARA VALORAR “Estamos ubicados dentro del Parque Costero del Sur, que es Reserva de Biósfera, Refugio de Vida Silvestre y tiene categoría Ramsar en la red mundial de humedales”, resume Ezequiel Calvano, director de Turismo de Punta Indio. “El turista que viene el fin de semana tiene visitas guiadas gratuitas por el sendero Arroyo Villoldo, donde se ve fauna y flora nativa y puede lograr un contacto directo con la naturaleza”. La idea de la propuesta turística es informar acerca de la biodiversidad del partido para generar conciencia y valoración de los recursos naturales. “Nuestra costa está repartida entre Punta del Indio y Punta Piedras, con casi cien kilómetros de playa, donde hay lugares inigualables para el avistaje de aves y reconocimiento de flora nativa”, destaca Calvano.
Por su parte Claudio Bertonatti, docente en temas ambientales y perteneciente a Mazama Destinos, coincide acerca de la importancia del Parque Costero del Sur para la conservación de la naturaleza bonaerense. “Estamos por conmemorar los 500 años del descubrimiento de este Río de la Plata, pero medio millar de años después la mayoría de los argentinos saben tanto como el piloto mayor Juan Díaz de Solís al avistarlo en 1516”, resume. “Por eso es imperativo reforzar las acciones para instrumentar esta gran área protegida, con lo cual se verá beneficiada tanto su naturaleza como la comunidad que vive en torno a ella”. En este sentido, visitar Punta Indio es una oportunidad para asomarse a un mundo natural que aún espera ser descubierto por muchos.
GASTRONOMIA Y RURALIDAD Toda la propuesta ecoturística se complementa con la visita al museo histórico de Verónica, ubicado en la antigua estación de ferrocarril, y con la compra de los típicos quesos y fiambres en Pipinas, producto de tambos y elaboradores de la zona. También con la rica gastronomía casera, como las empanadas “santiagueñas”… pero en Punta Indio.
Además, y por tratarse de una zona tradicionalmente ganadera, existe la posibilidad de visitar y alojarse en fincas productivas que han abierto sus puertas al turismo. Una de ellas es la estancia Punta Indio, que ofrece un entorno de 700 hectáreas para recorrer y disfrutar de la naturaleza “agreste”, como la describe su dueño, Alberto Rodríguez. “Coipos, zorros, ñandúes, aves y una manada de ciervos de más de mil individuos, eso es lo que ve todo turista que viene a visitarnos”, cuenta con orgullo. “Como el territorio es grande hacemos los recorridos a caballo o en camioneta y luego a pie, para poder acercarnos a la fauna en silencio; la clave es sentir respeto por la naturaleza y venir tranquilo, con mucho tiempo para andar y mirar”.
Tiempo. Paciencia. Ganas de aprender. Esas son las claves para disfrutar de verdad del ecoturismo. “Cuidar el monte es fundamental porque mantiene la diversidad biológica del ecosistema, es decir, preserva la vida de cientos de especies de animales que interactúan y de una forma u otra dependen de la flora nativa, como los pájaros que se alimentan de los frutos y de las orugas que allí viven”, resalta Alejandro Galup.
Se puede retomar aquí el caso de la mariposa bandera argentina, que en Punta Indio depende del coronillo para vivir, un árbol nativo de la zona. Lo interesante es que, a su vez, las orugas de esta mariposa son alimento de distintos pájaros, muchos de los cuales también dependen de los frutos del coronillo, como el zorzal colorado, el blanco y el frutero azul. Todo ser vivo necesita de su entorno para seguir viviendo. Ese es el mensaje.
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