Dom 22.11.2015
turismo

LA RIOJA. LA RUTA DE LOS CAUDILLOS

Los caminos del Chacho

El corredor de los llanos, en La Rioja, no sólo es un espacio de serena y majestuosa belleza custodiado por los cóndores: también fue escenario de parte importante de la historia provincial y argentina, donde discurrieron líderes como el Chacho Peñaloza, Felipe Varela o Facundo Quiroga.

› Por Frank Blumetti

En la intersección de Ortiz de Ocampo y Félix de la Colina, en el ingreso a la capital riojana, la todavía flamante estatua de Ángel Vicente “El Chacho” Peñaloza impresiona. La creación del escultor boliviano Juan García Guzmán, traída desde Cochabamba y emplazada con motivo del 150º aniversario de la muerte del caudillo federal, se yergue sobre un pedestal de seis metros de altura, pero no sólo eso: mide otros diez, concentra siete toneladas de resina y fibra de vidrio y con su color oscuro, ominoso, casi recuerda a un superhéroe de película. La imponente figura se muestra indómita, desafiante, como si en cualquier momento fuera a cobrar vida: hay determinación en su rostro, hay decisión en ese brazo que señala hacia algún lugar… es casi un anuncio de lo que nos espera al grupo de periodistas que viajamos hacia estas rojas tierras para recorrer la Ruta de los Caudillos, un camino de inesperados tesoros naturales y culturales que reside en los llanos sureños de la provincia. Y hacia allí nos dirigimos.

CAUDILLOS, ERMITAS Y CÓNDORES Tras un pernocte en la capital, el amanecer del día siguiente nos sorprende viajando hacia el sur por la RN 38. La Ruta de los Caudillos se inicia en el departamento Independencia, que tiene a Patquía (en quechua, “cruce de caminos”) como punto de inicio y engloba además a los departamentos de Facundo Quiroga, Rosario Vera Peñaloza, Ángel Vicente Peñaloza, Chamical, General Belgrano, General Ocampo y General San Martín. Tras cruzar Patquía, la ruta nos llevó al paraje de Punta de los Llanos, a la salida de la localidad de Chamical. Allí se encuentra la ermita de Monseñor Angelelli, que marca el lugar donde fue asesinado en 1976 junto a los curas Carlos Murias y Gabriel Longueville durante la última dictadura. Esos predios fueron declarados en 2014 como “lugar histórico nacional”, y una sobria estatua –rodeada de muestras de afecto de la gente, en forma de placas y ofrendas florales- rinde homenaje al religioso de gran corazón y triste final.

Nuestro viaje prosiguió con rumbo al Paraje Pacatala, a unos 40 kilómetros de Tama (cabecera del departamento de Ángel Peñaloza, a la cual también se puede acceder desde las rutas 29 y 31) desde donde nos dirigimos a la Sierra de los Quinteros: allí se encuentra la llamada Quebrada del Cóndor. Las palabras no alcanzan para describir la apacible belleza de este lugar, uno de los pocos apostaderos de cóndores donde su lugar de avistaje se halla por encima de sus nidos. Hay que recorrer casi 11 kilómetros –a caballo o a pie, uno elige su destino- entre ida y vuelta por caminos agrestes de valle y de montaña para llegar al mirador de bloques de piedra que se pronuncia sobre un profundo precipicio, al pie del cual está el río Los Chocallos. Cóndores, águilas y jotes planean plácidamente, a pocos metros de las miradas asombradas –y deleitadas, claro que sí- de los visitantes.

Semejante esfuerzo tiene su premio en la Posta de los Cóndores, posada de cinco cabañas –se dice que en una de ellas paraba el mismísimo Chacho Peñaloza, para descansar mientras transportaba sus arreos de ganado- propiedad de los hermanos Juan y José de la Vega, ideal para reposar lejos del mundanal ruido: no hay señal de celular ni Internet ni nada parecido, y allí es posible realizar caminatas, cabalgatas, excursiones, pesca o simplemente disfrutar de la paz del vecinísimo río Santa Cruz, del microclima distinto al del llano, con más lluvia y más verde, y -por qué no- de un exquisito chivito asado al horno de barro, regado con aromáticos vinos de la provincia.

Entre sus sencillas maravillas, la posada alberga una inesperada: en lo alto de uno de los montes que la rodean, un enorme jaulón es el hogar de una pareja de cóndores, Ona la hembra y Olta el macho, ambos con el ala izquierda amputada por distintos motivos: a Olta lo balearon y a Ona la encontraron así en Ushuaia. Aquí se están recuperando en su hábitat natural y ya fueron padres de cuatro pichones que fueron reinsertados en la sierra de Pailemán en Río Negro, según nos cuenta Juan, también director de turismo del departamento Peñaloza. La noche cayó, tan tranquila como la zona, y nos permitió reposar para la etapa final del viaje.

BANDERITAS Y CAPILLAS SOBRE RUEDAS Una mañana soleada y ventosa nos recibe en Tama, antiguo pueblo de los indios olongastas colonizado por los españoles, años más tarde cuna de Victoria Romero, la mujer del Chacho. Aquí se halla la sencilla casa de adobe (hoy Lugar Histórico Nacional) donde se ratificó el famoso Tratado de La Banderita en 1862, firmado por el ubicuo Chacho Peñaloza y el coronel Ángel Rivas. Su objeto fue acordar la paz entre unitarios y federales y procurar un intercambio de prisioneros, que no se concretó ya que el ejército de Mitre había fusilado a los prisioneros riojanos... A la derecha de esta casa, una solemne estatua del Chacho precede al Museo Federal de la ciudad, cuya más preciada posesión es el uniforme de gala que usara el general. Un poco más cerca están las ruinas de la casa materna del obispo, escritor y pintor Abel Bazán y Bustos, otro de los hijos dilectos del pueblo. Tama posee otras joyas en su corona, como la plaza principal y sus hermosos tamarindos, o también la Iglesia de la Virgen del Rosario, erigida en 1887, dotada de un sencillo pero atractivo altar colonial al igual que las antiguas imágenes y pinturas –muchas de origen alemán- que adornan su interior. Aquí predicaba Monseñor José Gollbach, un alemán que se enamoró de la zona e hizo traer de su tierra natal una camioneta Opel, que pintó de blanco y cuya parte trasera convirtió “en una capilla móvil”, como nos explican las guías de la Dirección Municipal de Turismo (vecina a la plaza, donde se exhiben piezas arqueológicas de pueblos originarios y muestras de arte sacro); sus puertas se abrían y un práctico altar permitía que los sacerdotes realizaran misas, casamientos y bautismos por toda la zona. El sorprendente vehículo –acaso un antecesor del moderno Papamóvil- está estacionado en un galpón de la iglesia hasta nuevo aviso, esperando una providencial restauración o quizá una vuelta al servicio: los milagros son posibles, sobre todo si uno cree en ellos.

SUR, EXCURSIÓN Y DESPUÉS Además de los mencionados, la ruta cuenta con variados atractivos en distintas localidades. Desde la Sierra de los Cóndores se puede recorrer todo el sur de la provincia, visitando por ejemplo Los Colorados, pueblo ferroviario rodeado de formaciones rocosas donde se halla la famosa Cueva del Chacho (que más bien parece una chimenea) donde se afirma que el caudillo se escondía de sus enemigos. Otros sitios de interés son San Antonio, pueblo que vio nacer a Facundo Quiroga, o Malanzán, donde vivió; Huaja, lugar natal del Chacho (todos los años se celebra una cabalgata gauchesca entre este punto y Tama); Atiles, cuna de la célebre maestra Rosario Vera Peñaloza; la reserva de usos múltiples Guamasayo, el dique y la localidad de Olta; y Loma Blanca, donde fue asesinado el Chacho… Desde lo alto de la sierra, no sólo los cóndores sino la historia viva del país nos contempla: contemplemos entonces la posibilidad de viajar a conocerla.

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