Dom 25.01.2004
turismo

SALTA SELVAS, VALLES Y GRANDES EMBALSES

Verano en “la Linda”

Salta es también un destino de verano. Además de sus quebradas, sitios arqueológicos y la arquitectura urbana de la capital, ofrece paseos cercanos a selvas tropicales, pueblos con historia y un embalse donde el descanso se combina con deportes acuáticos.

› Por Graciela Cutuli

Hay que reconocer que muy pocos piensan en Salta a la hora de elegir un destino de vacaciones en pleno verano. En el imaginario colectivo, la provincia norteña es un destino de otoño o de primavera, un destino ideal para los fines de semana largos que permiten combinar la visita a las joyas arquitectónicas de la ciudad con un paseo por el Tren a las Nubes y algunas excursiones entre las quebradas y los sitios arqueológicos de la región. Sin embargo, los que se atreven a elegir a Salta en verano y preferir sus montañas a las playas del Atlántico, y sus ocres a los verdes del sur, se recompensan con recuerdos de hermosos parajes, encuentros con gente amable y abierta, y vivencias auténticas, lejos de las modas que el verano impone en las playas de concentración masiva. Hay incluso viajeros, más que turistas, que creen que la belleza profunda de esta provincia sólo reluce bajo el sol veraniego, cuando el calor aprieta pero también resalta la profundidad de sus contornos y la áspera hermosura de sus paisajes.
Un dato más, por si aún hay que convencerse: en realidad Salta no es tan cálida como se cree en verano. La altitud y el efecto de los Andes templan las temperaturas tropicales que se padecen, por ejemplo, en las mismas latitudes en el Chaco. En las Quebradas y en Salta Capital, los veranos son cálidos sin ser agobiadores, y la siesta es el mejor truco para enfrentar las horas más calurosas de la tarde, que al ponerse el sol se transforman en atardeceres y noches llenos de movimiento y vida social en las peñas y calles de la capital. Antes de salir, hay que tener en cuenta que además de los tradicionales circuitos por las Quebradas, los Valles Calchaquíes y los paseos en la misma ciudad de Salta, en verano se agregan algunas opciones más, al sur de la ciudad, y en torno del Embalse Cabra Corral.

Saltos fuera de Salta. A unos quince kilómetros de distancia de Salta Capital, la ciudad de San Lorenzo es uno de los lugares preferidos por los salteños para pasar el verano. Se trata de un tranquilo y elegante lugar donde las casas se alternan con los locales de comidas regionales, tentadores como pocos gracias a la habilidad de expertas salteñas en la elaboración de empanadas y tamales. Sus antiguas casonas le dan carácter y respetabilidad a las calles, adornadas de ceibos que en esta época le ponen un toque de fuego a los paseos. La Quebrada que esta ciudad encabeza es una de las zonas más curiosas, a las puertas mismas de Salta, con una densa selva de yungas: así se llama a una selva tropical muy densa que logra desarrollarse a alturas nada despreciables (San Lorenzo, por ejemplo, se encuentra a 1450 metros de altura). En verano, esta quebrada y la selva están cubiertas a menudo por una neblina tan densa que puede llegar a dificultar la visión. Pero es también parte de su encanto. Se puede recorrer la selva y su exuberante vegetación a través de una red de senderos, caminando, a caballo, con mountain-bikes o en cuatriciclos. Uno de estos circuitos culmina en un punto panorámico que domina buena parte del Valle de Lerma y ofrece una vista espectacular sobre toda la región.
También se organizan excursiones por la selva en 4x4, en medio de panoramas que le valen a San Lorenzo la opinión que muchos tienen de este lugar como “el secreto mejor guardado de los alrededores de Salta”. Antes de dejarlo y hacer correr la voz, los amantes de historia podrán también pedir que los lleven a un punto de las sierras donde el General Dorrego y sus hombres libraron una batalla durante las guerras de la Independencia.

El “portal de los Andes”. Otro lugar situado en la periferia de Salta Capital, Campo Quijano, es conocido por todos los que viajaron alguna vez a bordo del Tren a las Nubes, ya que se trata de la primera estación de importancia que transita el convoy del tren luego de salir de la ciudad. Campo Quijano se encuentra a unos 30 kilómetros de Salta, y desde siempre es la puerta de acceso entre la capital y la Cordillera; por eso se la conoce como el “Portal de los Andes”, orientada hacia los misterios de esa Puna que sólo revela sus secretos a los más iniciados. Hoy la RutaNacional 51 cruza toda la Puna por San Antonio de los Cobres hasta el Paso de Sico, y el ferrocarril lo hace hasta el Paso de Socompa, un poco más al sur. Siglos atrás eran las sendas de los arrieros que conectaban la Argentina y Chile las que se transitaban por el pueblo, y permitían comerciar el ganado de ambos lados de los Andes.
Durante siglos, no pasó de ser más que un pueblo de frontera, un pueblo de gauchos y de contrabandistas. La llegada del ferrocarril en el año 1921 le dio sus títulos de ciudad: Campo Quijano se transformó en una importante estación sobre el Ramal C14, que hoy todos conocen como el “Tren a las Nubes”. Como recuerdo de aquellos tiempos, al lado de la estación un paseo exhibe con orgullo una locomotora a vapor que transitaba las vías a mediados del siglo pasado, cuando se inauguró la línea. Se trata del único monumento de la ciudad, cuyos encantos hay que buscar en la Quebrada del Toro, que se abre a pocos kilómetros. En esta misma quebrada corren casi paralelas las vías del tren y la pista de ripio de la RN 51.
Cuando el Tren a las Nubes funciona, algunas camionetas lo esperan en los puentes y otros puntos panorámicos para permitir que los pasajeros saquen fotos: este cortejo entre el tren y los autos, el ferrocarril y la pista, se prolonga durante horas e incluso es posible hacer un intercambio entre tren y autos en San Antonio de los Cobres, combinando los dos medios de locomoción para ir y venir a lo largo de un día en una inolvidable excursión hasta el corazón mismo de la Puna. Otras opciones en Campo Quijano son aprovechar las aguas del Dique Las Lomitas y conocer el pequeño caserío de Río Blanco, en medio de un hermoso paisaje.
En Rosario de Lerma y Cerrillos, dos ciudades más de las afueras de Salta, se pueden hacer altos en el camino hacia el Embalse de Cabra Corral. Rosario de Lerma tiene una iglesia neocolonial y Cerrillos presenta la curiosidad de tener muchas recovas a lo largo de sus calles. Chicoana, un poco más al sur, es un importante centro de producción tabacalera. Y es muy común ver secaderos de hojas de tabaco en las afueras de la ciudad, en realidad un pueblo tradicional que parece extrañar épocas pasadas y cuya tranquilidad se ve quebrada sólo un par de veces al año durante fiestas muy populares que organiza, como la Fiesta del Tabaco, cada 1º de agosto.

Corral de aguas. El epicentro del verano en Salta es el embalse de Cabra Corral, un espejo de agua de 115 kilómetros cuadrados que llega a medir más de 15 kilómetros en sus tramos más anchos. El clima tropical de la región le da un inesperado aire de playa exótica, y esto a pesar de estar en medio de los Andes. Su curioso nombre le viene de una confusión idiomática: se dice que los empleados de la empresa norteamericana que realizó los relevamientos topográficos previos a la obra habían identificado y divulgado sus trabajos como “Cabra Corral”... La transcripción aproximativa, pero anglosajona, de Corral de las Cabras.
El embalse es uno de los más grandes del país, con una capacidad superior a los de San Roque, Río Hondo y Río Tercero. Fue construido entre 1966 y 1972 en la confluencia de los ríos Guachipa, Rosario y Arias. Su función es a la vez servir como reservorio de agua para regar cultivos en Salta y hasta en Santiago del Estero, y producir energía eléctrica, gracias al Complejo Hidroeléctrico General Belgrano. La pared de la presa alcanza 93 metros de alto y 500 de espesor, ya que está hecha de arcilla, tierra y piedra –una combinación de materiales que resiste mucho mejor que el hormigón a los movimientos sísmicos–. Además de esta pared y de la planta eléctrica, otra obra de ingeniería de la represa es el puente que la cruza en una de sus angosturas. El desagüe de la represa forma el río Juramento, que más lejos se transforma en río Salado del Norte, uno de los afluentes del Paraná, lo que le vale tener la cuenca hídrica más extensa del país.
Al margen de estos datos técnicos y geográficos, lo que vale en verano son propuestas concretas. En Cabra Corral no faltan buenos hoteles,terrenos de camping, muelles de donde salen lanchas para paseos náuticos y deportes acuáticos (el esquí náutico en particular es muy popular). Hay también un complejo de diversiones con un tobogán de agua de más de 20 metros, que le pone una pizca de emoción a este verano salteño. Si se busca más tranquilidad, Cabra Corral es también un excelente pesquero, donde se buscan pejerreyes, bogas, bagres y dorados.

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