Dom 27.06.2004
turismo

MENDOZA INVIERNO ENTRE CUMBRES Y VIñEDOS

Placeres al pie de los Andes

Nieve, vino, una ciudad para la dolce vita, aventuras en el cañón del Atuel. Mendoza lo tiene todo para disfrutar unas vacaciones de invierno bajo el signo del placer y el turismo activo.

Por Graciela Cutuli

Más que otras ciudades de la Argentina, Mendoza tiene una fuerte impronta itálica. Por su gente, que desciende en gran parte de inmigrantes de la Península. Por sus paisajes, que fueron trabajados y construidos de una forma tal que la planicie de Mendoza tiene cierto aire de parentesco con las planicies del Po, por supuesto salvando las distancias. Y por sus productos, que nacieron del mismo savoir faire y de las mismas tradiciones: vinos, aceitunas, frutas, gastronomía e industrias avanzadas, manejadas en empresas familiares.
Herederos de los indios huarpes, los colonos transformaron el árido desierto cuyano en un próspero oasis. Al pie de la gran barrera montañosa de los Andes, Mendoza y su región son un centro turístico que combina y alterna sus distintas facetas todo el año. En verano, deportes de aventura en el sur. En otoño, vendimias en las numerosas bodegas abiertas al turismo a lo largo de la famosa Ruta del Vino. En invierno, esquí en los cuatro centros de la provincia (Las Leñas, Los Penitentes, Los Puquios y Vallecitos) y degustación de vinos en las bodegas. En primavera y durante todo el año, centros termales, sitios históricos y arqueológicos, paisajes espléndidos donde se combinan los verdes de los cultivos, los ocres de las montañas y los azules intensos de un cielo raramente oscurecido por nubes.

Dolce vita all’argentina Puerta de entrada y verdadera capital regional de todo el oeste argentino, Mendoza es una ciudad pujante. Su reputación de modernidad, de limpieza, de amistosa y de activa no es un mito sino un hecho. Basta pasar una tarde en sus ramblas céntricas y tomar un café en la vereda para darse cuenta de que allí se inventó una especie de “dolce vita all’argentina”. Italia, en el decorado desmedido de los Andes más elevados.
Mendoza es una ciudad verde, una ciudad de múltiples plazas. En su microcentro, cuatro plazas menores –de una manzana cada una– enmarcan la Plaza Independencia, de cuatro manzanas de superficie, que reúne espacios verdes, un teatro subterráneo, un anfiteatro al aire libre y áreas de juego. Cada una de las otras cuatro plazas fue dedicada especialmente: una a España, otra a Italia en homenaje a los colonos que hicieron la prosperidad de la región, otra a Chile, el vecino que ayudó a la reconstrucción de la ciudad luego del terremoto de 1861, y la última al General San Martín. En esta plaza, una estatua del Libertador enfrenta la silueta de los Andes, los caminos seguidos por su ejército y -.por ironía de la urbanización– a su propia figura. Es que una segunda estatua le hace frente, desde lo alto del Cerro de la Gloria, en el Parque San Martín. Allí, arriba de una gigantesca y muy académica escultura, el general está representado a caballo delante de una enorme figura de la Libertad guiando al pueblo.
Los parques recuerdan la historia de Mendoza, ya que sus monumentos no pueden hacerlo. Los sucesivos terremotos derrumbaron los edificios más antiguos y los que databan de la colonia. Apenas si quedó en pie la basílica de San Francisco, en el microcentro, construida en 1875 y dañada por un sismo en 1927. Sus campanarios fueron demolidos por seguridad, pero la fachada –copia de la iglesia de la Trinité de París– fue preservada. En su nave descansan los restos de la hija de San Martín y su familia. Otros edificios entre los más antiguos son el ex Banco Hipotecario, de estilo renacentista español, hoy sede de la Subsecretaría de Cultura de la provincia, el Colegio Nacional (en un edificio de 1910) y el Museo del Pasado Cuyano, en una casona de 1873, residencia de los gobernadores Civit.
En el centro de Mendoza también hay que ver las galerías comerciales techadas con cúpulas vidriadas, como las de Lombardía; el Museo Popular Callejero, que recrea la historia de un callejón de la ciudad; el Serpentario Anaconda (donde se ve una colección de reptiles de toda la región cuyana); el Acuario municipal; el Museo del Area Fundacional (que rescató los testimonios de la ciudad salvados de los terremotos) y lasruinas de San Francisco. Se trata del único vestigio de la ciudad colonial. Algunos trozos de paredes son lo poco que queda de la iglesia del siglo XVIII fundada por la Compañía de Jesús.

Siguiendo a Baco En esta época del año, el principal atractivo de los alrededores de Mendoza son las pistas de esquí de las tres estaciones cercanas. La más popular de todas es Los Penitentes, en el camino hacia el cruce fronterizo con Chile. Vallecitos, por el contrario, es más familiar y su cercanía la convierte en un lugar donde los mendocinos pueden ir por el día o por unas horas a disfrutar de los deportes de nieve. Y si no hay suficiente nieve en sus pistas, la opción es Los Puquios, un campo de nieve sin hotelería ni construcciones, montaña arriba.
Pero no es todo nieve, aun en invierno. Fuera de la ciudad, se puede conocer el Calvario y la iglesia de la Carrodilla, un centro de peregrinación en Semana Santa, y el Museo de Bellas Artes Emiliano Guiñazú, que todos en la región conocen como la Casa de Fader (el famoso pintor decoró algunos de sus salones). Para tener una vista sobre la planicie de Mendoza, se puede subir hasta el mirador del cerro Angostura. La Ruta de los Vinos es otra opción de paseos que se pueden realizar desde Mendoza Capital. Lleva a bodegas donde se visitan las instalaciones, hacer degustaciones y seguir los procesos de elaboración del vino. Este circuito pasa por la Bodega La Rural, que tiene su propio Museo del Vino, las Bodegas Trapiche, la Bodega Peñaflor y las Bodegas López, y la antigua Bodega Giol, transformada en el Museo Nacional del Vino y de la Vendimia.
Para combinar con los placeres del espíritu, si hay que creer en los adagios que dicen que el vino complace las almas de los hombres, están los placeres del cuerpo. Mendoza cuenta con varios centros termales, una opción muy válida en las frescas veladas invernales cuyanas. El Hotel Termal de Cacheuta es el complejo más conocido de la región. Fue construido en 1986 sobre el emplazamiento de un hotel más antiguo, y se encuentra en la localidad de Cacheuta, a pocos kilómetros del conurbano, en dirección a Chile.

Aventuras en el cañon El sur de Mendoza es el segundo centro de atracción de la provincia a nivel turístico, y funciona todo el año con propuestas de invierno y de verano. A lo largo de la cordillera se puede visitar y disfrutar como un viaje independiente, o como una prolongación de una estadía en Mendoza. San Rafael es el principal centro de esta parte de Mendoza, una pequeña ciudad con buenas infraestructuras y cuya posición geográfica la ubica como puerta de acceso a los cañones donde practicar deportes y turismo de aventura. También es la puerta al moderno centro de esquí de Las Leñas.
San Rafael se formó alrededor del fortín del mismo nombre, que había sido fundado por el virrey Sobremonte en 1805. Las ruinas del fortín se pueden ver todavía en un predio de las afueras de la ciudad. Los pocos atractivos de San Rafael en sí se concentran en el Centro Cultural (en la casa de un escritor local, Fausto Burgos), el edificio del Correo (con interesantes murales) y el Museo Ferroviario (recuerdo de tiempos en los que se llegaba a San Rafael en tren desde Buenos Aires). En realidad, San Rafael es sobre todo el punto donde convergen todos los que van luego a conocer los espectaculares paisajes de los embalses y ríos de la región. En medio de montañas áridas y coloridas, en sutiles gamas de amarillos, rojizos y marrones, el agua hace resplandecer todos sus intensos azules creando un paisaje de ensueño.
Sobre el río Diamante se encuentra la represa del Agua del Toro, un embalse de más de 1000 hectáreas que alimenta una central hidroeléctrica. Aguas abajo otra represa, la de Los Reyunos, más pequeña, es un centro de deportes náuticos y de pesca. Al sur de San Rafael, los embalses del Nihuil y de Valle Grande son también centros de pesca y deportes acuáticos. En el Nihuil termina el famoso cañón del Atuel, una maravillanatural de poco más de 60 kilómetros, donde las aguas erosionaron las rocas de las mesetas andinas dándoles formas tan extrañas como caprichosas. La naturaleza puso el agua, los colores, las formas. El hombre tiene que poner nada más que su imaginación para descubrir múltiples siluetas en los complejos contornos de las rocas. La más conocida de ellas es el Sillón de Rivadavia, una enorme mole que tiene la forma, justamente, de un cómodo sillón. En todo el cañón se pueden practicar muchos deportes de aventura y hacer turismo activo: caminatas, bajadas en rafting, escalada de las paredes rocosas, kayak son algunas de las propuestas de los guías locales. También se visitan sitios prehistóricos, escondidos en las rocas.
En toda la zona hay muy buenas infraestructuras para el turismo, y en invierno la proximidad con Las Leñas convierte al cañón en una interesante opción y complemento de la nieve.

Al sur del sur de Mendoza Malargüe es el centro urbano más sureño de Mendoza. Esta pequeña ciudad se encuentra al pie de los Andes, no muy lejos de la provincia de Neuquén. Es el punto de partida de caminatas y cabalgatas en los Andes, una actividad que se hace únicamente en verano y que llega hasta el glaciar Las Lágrimas, el lugar donde vivieron su tragedia los rugbiers uruguayos que se estrellaron sobre la cordillera en 1972. No tan lejos de Malargüe se encuentran las termas del Sosneado, donde existen todavía las ruinas de un importante hotel que fue destruido por las avalanchas. Las aguas termales siguen brotando, y aunque ya no es posible hospedarse en el lugar sí es posible disfrutar de sus beneficios. También hay que conocer en la región las Salinas del Diamante, la laguna de la Niña Encantada (cuyo trazado forma un círculo tan perfecto que parece haber sido creada artificialmente), la laguna Blanca (que en realidad tiene aguas verdes...), el Pozo de las Animas (una laguna encajonada entre montañas, donde el viento produce un extraño silbido cuando sopla). Los Castillos de Pincheira (rocas en forma de fortificaciones donde se escondieron bandidos famosos en la zona), el fortín de Malal-Hué (que dio origen a Malargüe) y la Caverna de las Brujas son los demás lugares que no hay que perderse cuando se visita la región.
En invierno sobre todo, pero también en verano desde hace algunos años, Las Leñas es uno de los principales atractivos en torno de Malargüe. El moderno resort fue construido en medio de parajes desérticos, y sus lujosas y completas instalaciones contrastan con la crudeza y la rudeza de los Andes. Es uno de los centros de esquí más renombrados del mundo, y en invierno turistas de todas partes aprovechan sus instalaciones, incluyendo a los equipos europeos de esquí alpino que se entrenan en contra temporada.
Ultimo regalo de Mendoza, casi en su límite con Neuquén, la Reserva Natural de la Payunia es un lugar de gran diversidad faunística, donde abundan maras, guanacos, zorros y ñandúes, además de las colonias de flamencos (y más de otras 70 especies de aves) que viven en las orillas de la laguna de Llancaneló.

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