Dom 15.08.2004
turismo

CORDOBA - VILLA GENERAL BELGRANO

Encanto alpino

Entre las Sierras Grandes y las Sierras Chicas, Villa General Belgrano tiene tradición europea y lo demuestra en su gastronomía, arquitectura y fiestas tradicionales, en un paisaje idílico de montaña, bosques y arroyos. Desde la Villa, paseos y excursiones a La Cumbrecita, a sólo 35 kilómetros, y al cerro Champaquí.

› Por Graciela Cutuli

La historia de Villa General Belgrano, una de las más lindas localidades cordobesas, empieza allá por los años ‘30, entre ambas guerras mundiales, cuando muchos inmigrantes europeos buscaban tierras más tranquilas donde empezar una nueva vida. El paisaje montañoso y diáfano de las sierras cordobesas atrajo entonces a numerosos centroeuropeos, sobre todo suizos y alemanes: dos de ellos, Jorge Kappuhm y Paul Heintze, fundaron en el paraje entonces conocido como El Sauce, la pequeña Villa Calamuchita, que años más tarde tomaría el nombre de Villa General Belgrano.
Para ese entonces, ya se habían instalado en el lugar alemanes sobrevivientes del hundimiento del acorazado “Graf Spee” en aguas del Río de la Plata: una pequeña plazoleta y un monumento los recuerdan hoy en el corazón de la Villa, donde contribuyeron a reforzar las tradiciones de su país en la gastronomía, la arquitectura y el idioma. Esos vínculos con los países natales de muchos de sus habitantes, los suizos en particular, siguen vigentes hoy en día gracias a la voluntad de conservar los orígenes y las tradiciones, además de iniciativas oficiales como el “hermanamiento” con la localidad suiza de Sigriswil, que genera una importante corriente de intercambios comerciales y culturales entre las dos ciudades.

Sol y cerveza
Orgullosa de su carácter alpino, que exhibe en incontables pequeños detalles (los típicos techos a dos aguas, las construcciones de madera, los balcones siempre floridos), Villa General Belgrano tiene además un clima privilegiado, con casi 300 días soleados al año. Uno de sus corazones late en la cervecería Viejo Munich, establecida en un antiguo edificio restaurado, donde se elabora cerveza con técnicas artesanales, sin colorantes ni conservantes. Los ingredientes son cebada cervecera malteada, levaduras importadas de tipo Pilsen, lúpulo de El Bolsón y agua de las sierras cordobesas. Con ellos se fabrican cerveza blanca extra, de mediano contenido alcohólico y fermentación a baja temperatura, cerveza negra extra, de graduación más alta y realizada con malta tostada y cerveza de estación (variedades propias de cada temporada). Todo el que visite el Viejo Munich saldrá conociendo el proceso de elaboración, y sobre todo se llevará una recomendación: “beber la cerveza fresca, pero no helada, para no disminuir sus intensos sabores”. El Oktoberfest –que este año cumple 41 ediciones– es naturalmente la ocasión ideal para dejarse llevar por la alegría de la fiesta y los aromas de la cerveza.
Antes de irse de excursión por los bellísimos parajes de sierra, bosque y arroyos de los alrededores de la Villa, hay que visitar también el Museo Arqueológico Ambrosetti, que contiene objetos de la cultura de los comechingones, y el Museo del Carruaje El Tacú, con varias curiosidades de la historia del transporte: entre ellas, carruajes antiguos (vehículos de carga, de pompas fúnebres, mateos berlinas, sulkies) y sus primeros sucesores, como un clásico Ford T. Además, la colección contiene un buggy norteamericano de fines del siglo XIX, y una carta escrita por el único argentino que viajó en la trágica travesía del “Titanic”, en 1912. Menos serio, claro, es el Museo OVNI, cuya muestra y disertaciones atraen a los turistas curiosos del tema, en tanto para los chicos lo más divertido es el Bosque Encantado de Don Otto, que permite pasearse entre los árboles por puentes y pasarelas de madera, desafiando la Ley de Gravedad.

Excursiones alpinas
Villa General Belgrano es uno de los mejores puntos de partida para recorrer el valle de Calamuchita, que tiene cabecera en Santa Rosa de Calamuchita, donde se concentra la mayoría de las infraestructuras y servicios. Esta ciudad de veraneo, una de las más tradicionales de Córdoba gracias a los balnearios de los alrededores, nació sobre lo que fue una estancia y capilla levantada por los frailes dominicos, en el siglo XVIII, en homenaje a Santa Rosa de Lima. La antigua capilla hoy es un museo donde se conservan históricas imágenes religiosas. A sólo 35 kilómetros de Villa General Belgrano, otro paraje encantador espera a los turistas: es La Cumbrecita, a la que se accede por dos caminos: uno que pasa por Los Reartes –donde está la más antigua capilla del valle de Calamuchita– y otro que pasa por Athos Pampa, en un recorrido más largo. En camino a Los Reartes, hay hermosas vistas panorámicas de las Sierras Grandes, el d ique Los Molinos y las zonas cercanas a la Sierra de los Cóndores: desde aquí se divisa el Champaquí, el pico más alto de las sierras de Córdoba. También se pasa por Villa Berna, un pueblito nacido a mediados del siglo XX por impulso de colonos suizos, como recuerda el oso –símbolo de Berna– que lo identifica. De aquí sale la bifurcación hacia Athos Pampa.
La Cumbrecita es un pueblo típicamente alpino, con sus chalets de techos a dos aguas y sus tonos rojos dorados durante el otoño, que las nevadas invernales viran al blanco. Tiene además un encanto adicional: desde hace poco menos de una década, es casi exclusivamente peatonal, ya que sólo pueden ingresar con sus autos los residentes y los proveedores; los demás deben moverse exclusivamente a pie. Uno de los lugares más lindos es La Cascada, una caída de agua escondida entre los pinos, que termina en La Olla, una depresión de unos nueve metros de profundidad. A poca distancia, los 1500 metros del cerro la Cumbrecita deparan hermosas vistas sobre los alrededores, las mismas que atrajeron tantos años atrás a los inmigrantes que eligieron asentarse en esta zona.

Para la aventura
Pocos menos de 100 kilómetros separan Villa General Belgrano de Villa Alpina, un caserío sobre el río Los Reartes, punto de partida para los que eligen los deportes de montaña y quieren ascender los 2790 metros del Champaquí. El ascenso requiere una larga aproximación, de modo que se hace cumbre en dos días, durmiendo en Puesto Domínguez. Según la leyenda, en la cima del Champaquí vive una hermosa sirena que canta tristes canciones al tiempo que se peina con un peine de oro: con su hermoso canto, atrae a los viajeros, mostrando sólo medio cuerpo fuera de la laguna. Otras versiones dicen que todos los atardeceres una mujer rubia baila entre las brumas de la laguna, tal vez una joven raptada por un jefe indio que vivía con su gente en las cuevas de la falda oriental del cerro. Aunque la imagen de la muchacha sólo haya sido un espejismo, fue el origen de las primeras expediciones hacia la cima, donde la esquiva “novia de la laguna” da paso a una espléndida vista de las sierras.
Cuando se deja esta región, hacia el norte, los circuitos turísticos cordobeses llevan hacia Alta Gracia, las estancias jesuíticas, Villa Carlos Paz y el Valle de Punilla, que a lo largo de todo el año –pero sobre todo en primavera y verano– son el centro de todo tipo de deportes de aventura, aéreos, náuticos o en tierra, a través del variado relieve serrano. Ese toquecito alpino de Villa General Belgrano y La Cumbrecita, sin embargo, se lleva para siempre en un rincón de la valija hasta que el tiempo y las vacaciones traigan a los turistas de vuelta.

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