Dom 07.04.2002
turismo

AUSTRALIA VIAJE A LA GRAN BARRERA

Corazón de coral

Australia es uno de los países más sorprendentes del mundo por la exuberancia de la naturaleza. La Gran Barrera de Coral, la única formación natural de la Tierra que los astronautas pudieron divisar desde la Luna, es uno de los hitos del turismo internacional.

Texto y fotos: Graciela Cutuli

En qué otro lugar del mundo podría verse un corazón natural, perfectamente dibujado sobre el agua por la inconsciente gracia de los corales marinos? Ese pequeño prodigio aflora en la Gran Barrera de Coral australiana, junto a las costas del estado de Queensland, donde una infinita alfombra de coral logra el raro privilegio de ser la única formación natural distinguible desde la Luna. Más de 400 especies diferentes de corales forman esta suerte de Atlántida donde se agrupan 3000 arrecifes, casi mil islas y unos 70 cayos, hábitat perfecto para miles de especies de peces, esponjas, delfines, ballenas y tortugas: de hecho, la Gran Barrera de Coral es la más extensa de las estructuras de nuestro planeta formada por seres vivientes. No en vano es uno de los hitos del turismo mundial, y uno de esos lugares que bien valen “el viaje de una vida”.
Las islas de la Gran Barrera gozan de una estricta protección: en 1938 se creó el Parque Marítimo que busca resguardarlas de cualquier abuso, y a partir de los años 70 se empezó a controlar la difusión de las estrellas de mar gigantes, una de las grandes enemigas del coral: estas estrellas habían puesto en serio peligro la supervivencia de la Gran Barrera, ya que los pescadores capturaban masivamente a su principal predador y por lo tanto invadían excesivo espacio, atacando al coral. Hoy día, sin embargo, la situación está perfectamente controlada y la intervención humana restableció el equilibrio ecológico.

Turistas en los arrecifes Hay muchas maneras de acercarse, y todas ellas sin duda permiten estar en contacto con turistas llegados de los lugares más diversos. Los australianos prefieren en general el archipiélago de las islas Whitsundays, las más cercanas a la costa, donde se concentran importantes resorts con todos los servicios y ofertas deportivas: surf, navegación a vela, buceo, snorkeling. También es posible –previa autorización de la Oficina de Parques Nacionales– acampar en alguna de las islas que han sido protegidas del turismo y están por lo tanto totalmente desiertas.
Otra posibilidad es ir más allá, al corazón de los arrecifes, navegando o volando: la visión aérea del Heart Reef o de Lady Elliot Island –una isla engarzada en un círculo perfecto de corales– es inolvidable. Para ello se pueden tomar pequeños aviones panorámicos o bien subir a los helicópteros que, después de surcar el cielo por unos 40 minutos, llevan hasta las estaciones flotantes de la Gran Barrera. En esas estaciones se pasa el día: los turistas bajan ya entrada la mañana, disfrutan de un almuerzo liviano a base, naturalmente, de frutos de mar, y por la tarde se dedican a bucear -.hay “bautismos” para principiantes y salidas un poco más audaces para los buzos más avezados–, practicar snorkeling o bien navegar en barcos de fondo transparente, donde los secretos de la vida en la Gran Barrera pueden apreciarse con tanta claridad como si se estuviera completamente sumergido.

Cuando y donde La mejor época del año para visitar la Gran Barrera empieza justamente ahora, a fines de abril, hasta octubre, cuando el cielo está siempre despejado y los vientos permiten practicar sin problemas los deportes náuticos. Sólo hay que tener en cuenta, si se va a nadar o bucear, que entre la abundante fauna hay también tiburones, peces-piedra (de espinas venenosas) y urticantes medusas. En general no son muy frecuentes en las costas de las islas, y los guías conocen perfectamente los lugares seguros, pero los turistas solitarios deben prestar atención. Quienes quieran permanecer en alguna de las islas con servicios turísticos, por su parte, pueden agendar que Hamilton Island es la más grande y popular (la suelen comparar con Disneyland...), Hook Island una de las más accesibles, Hyman Island y Heron Island las más caras y Lizard Island una de las más exclusivas para un deporte que también es pasión en la zona: la pesca del marlín. De regreso en la costa continental, no hay más problemas que la dificultad de elegir entre un enorme abanico de opciones: a lo largo de Queensland se extienden la Costa de Oro, ideal para el surf, la Costa del Sol, al norte de Brisbane, o el Gran Norte con capital en Cairns. Si bien las distancias son enormes, y el corazón de Queensland es auténticamente salvaje, hay que pensar que el turismo es una de las principales fuentes de recursos de Australia, y por lo tanto en todas partes –sobre todo saliendo de las principales ciudades– hay algo que ver y dónde distraerse. En Port Douglas, al norte de Cairns, se toman los barcos de Quicksilver –uno de los principales operadores turísticos de la Gran Barrera– y se puede visitar la interesante reserva de fauna y flora The Rainforest Habitat; además es el punto de partida ideal para conocer la espléndida selva tropical que se extiende a partir de Port Douglas. Esta selva, que abarca más de 900.000 hectáreas, es una joya para los científicos: aquí se conservan intactas especies vegetales que datan de la prehistoria, y la edad de algunos de los árboles se estima en unos 3000 años. Una de las mejores maneras de visitarla es con el telesférico de Kuranda, que a lo largo de 8 kilómetros de recorrido sobrevuela los altísimos árboles, tan densos que forman una única y apretada alfombra verde. El telesférico permite bajarse en cada estación para internarse por senderos balizados; otra posibilidad es tomar un tren histórico que también recorre los principales puntos de la reserva.

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