Lun 20.05.2002
turismo

SALTA TERMAS DE ROSARIO DE LA FRONTERA

Una estadía muy saludable

En el sur de Salta brotan las benéficas aguas que dieron origen en el siglo XIX al histórico centro termal, uno de cuyos habitués fue Domingo Faustino Sarmiento. Hoy, el remozado Hotel Termas de Rosario de la Frontera agrega a sus afamados baños un spa muy natural para brindar a sus huéspedes todos los bálsamos que necesiten.

Rumbeando por el noroeste argentino se van descubriendo lugares que invitan a una estadía muy placentera. Como la Ruta Nacional Nº 9 que cruza la frontera de Tucumán y entra al sur de Salta recorriendo una zona en la que se puede visitar la finca El Dátil, donde nació la escultora Lola Mora, o detenerse en Metán y rememorar la historia en la Posta de Yatasto. Pero ahí nomás, en una de las vueltas del camino, el viajero se encontrará con el inesperado placer de los baños termales de Rosario de la Frontera, cuyas aguas balsámicas lo retendrán con su tibieza, demorando el viaje hacia otro destino. Sobre todo a partir del 24 de mayo, cuando se abran las puertas de un spa muy completo en el tradicional Hotel Termas.

AGUAS LEGENDARIAS Como una paradoja, existe una leyenda trágica sobre el origen de las benéficas aguas de Rosario de la Frontera. Según esa mítica versión, tres hilos de agua caliente empezaron a brotar entre los cerros cuando las tribus chaquenses, tonocotes y lules exterminaron a los pacíficos candelarios, ancestrales habitantes del sur de Salta. Pasaron los siglos hasta que allá por el año 1500 llegaron los incas e impusieron su dominio sobre los tonocotes y lules. La tierra volvió a llorar y tres nuevos hilos de agua humeante surgieron del suelo. Y cien años más tarde, cuando los conquistadores españoles arrasaron a los incas, aparecieron otras tres nuevas vertientes de agua que bullían muy cerca de las primeras, en lo que es hoy la zona aledaña a Rosario de la Frontera. Más allá de esa legendaria historia, lo cierto es que las aguas humeantes estuvieron siempre allí, brotando de los últimos contrafuertes de los cerros de La Candelaria hasta que en 1880 se construyeron los primeros cuartos de baños que dieron origen al hotel termal, uno de cuyos habitués fue Domingo Faustino Sarmiento.

RESURGIMIENTO TERMAL Como suele ocurrir, los vaivenes del tiempo dejaron sus huellas sobre el complejo. Después de aquellos primeros años del siglo XIX en que arribaban a Rosario de la Frontera turistas provenientes de diversos lugares del país atraídos por las bondades de sus aguas termales, los sucesivos cambios de dueños y administradores del hotel, con sus aciertos y errores, afectaron el funcionamiento del complejo. Por suerte, desde hace pocos años, nuevas iniciativas han hecho resurgir –con precios muy accesibles– antiguos esplendores de este centro termal, enclavado en la base de los cerros, cuyo panorama se admira desde los ventanales de la galería.
Más allá de la geografía que rodea el hotel y de sus balsámicos baños, no hay que perderse la deliciosa comida casera, sobre todo para reponer fuerzas después de una caminata, cabalgata o pedaleada por los escarpados senderos de los cerros. Y en perfecta armonía con el placer del paladar y los paseos, nada mejor que entregar el cuerpo al Programa Integral de nutrición, estética, salud y control antiestrés que tiene preparado el flamante Spa Natural para ofrecer a sus huéspedes, aprovechando las virtudes de esas nueve variedades de benéficas aguas de Rosario de la Frontera.

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