Dom 16.10.2005
turismo

INGLATERRA > EL MONUMENTO MEGALíTICO DE STONEHENGE

Las ruinas circulares

Es el monumento prehistórico más famoso y enigmático que testimonia las costumbres y conocimientos de los primeros hombres. Y su significado último sigue siendo un gran misterio. ¿Un templo de rogativas paganas consagrado al sol o un primitivo calendario astronómico cuyo punto culminante es el solsticio de verano?

Texto: J. V.
Fotos: Oficina de Turismo Britanica

Stonehenge fue una las primeras grandes construcciones que hizo el hombre utilizando la piedra, pero lo más extraño es su subsistencia a lo largo del tiempo sin siquiera haber sido sepultada por el polvo de los siglos. En ese inimaginable lapso –siendo Stonehenge ya milenaria–, se levantó y desapareció sin dejar un solo rastro la Torre de Babel; surgió de la arena del desierto y fue sepultada por ella la babilónica ciudad de Nínive; Cartago fue reducida a cenizas –mucho después–, y las Torres Gemelas se derrumbaron convirtiéndose en polvo. Y mientras tanto Stonehenge permaneció en su lugar durante cinco milenios, con su primitiva estructura más o menos en pie y a la vista de todos, con visos de eternidad. Lo más increíble de la perdurabilidad de estas piedras es que se mantuvieron también a salvo del impulso destructivo de los hombres y ejércitos que pasaron a su lado en todos estos milenios, quizá por el aura de respeto y extraña calma que siempre han despertado en quienes se enfrentan al monumento más antiguo de la historia del hombre (aun en aquellos lejanos tiempos en que no se sabía que lo era).

Los círculos concéntricos de piedra que conforman Stonehenge son en realidad un conjunto de monumentos que se fueron adicionando a lo largo de miles de años. Pero lo único que realmente se ha podido comprobar a ciencia cierta sobre su significado es que la disposición de las piedras fue hecha de acuerdo con la posición del sol, de forma que el globo “mágico” se elevara justo por encima de la roca principal. A partir de allí, ya todas son meras conjeturas.

Básicamente hay dos hipótesis bastante probables. Por su estructura, la construcción no tenía ninguna función práctica como habitación, defensa o tecnología de producción. Y por amor al arte difícilmente el hombre primitivo se habría tomado el trabajo de transportar semejantes piedras, sobre todo cuando las urgencias eran otras. Así que sólo quedarían las opciones de que fuera un recinto sagrado –claramente ligado al sol– o un calendario astronómico que marcaba el comienzo del ansiado verano, en un tiempo en que el hombre acaso no sabía contar y se comunicaba de manera rudimentaria. Lo más probable de todas formas es que hubiese una relación entre las dos funciones, dando lugar a un almanaque sagrado a través del cual el Dios sol enviaba un mensaje celestial.

EL ORIGEN

El monumento de Stonehenge fue erigido por tres culturas diferentes conocidas como Windmill, Wessex y Beaker, pertenecientes al período comprendido entre las edades de piedra y del bronce, y su construcción comenzó alrededor del año 5000 a.C. De todas formas, la parte del monumento que ha llegado en buenas condiciones hasta nuestros días son los restos de la última serie de piedras, instaladas entre el 3000 y el 1600 a.C.

Stonehenge fue construido en tres fases. La primera consistió en un círculo de postes de madera rodeado por una zanja y un terraplén. La zanja fue cavada usando huesos de animales y astas de antílopes que servían de pico para aflojar la tierra, y luego se utilizaban como pala unas escápulas (equivalentes al omóplato) de buey. Una serie de excavaciones dentro de esa zanja permitieron recuperar estas herramientas que, al ser sometidas a pruebas de radiocarbono, dieron una antigüedad de cincuenta siglos (alrededor del 3100 a.C.). Los restos de la fase más antigua del monumento –que siempre ha estado a la vista desde su construcción– fueron descubiertos en el año 1666 por un anticuario inglés llamado John Autrey, quien en la parte correspondiente a la zanja identificó una serie circular de cincuenta y seis hoyos en la tierra que alguna vez habrían sostenido postes de madera. Estos totems serían el origen de Stonehenge –hace 5050 años–, y quizás hayan servido como modelo para el posterior monumento, para el cual se cavaron nuevos hoyos más grandes que todavía sostienen los bloques de piedra.

Hace unos 4500 años el monumento sufrió su primera gran reconstrucción con las piedras más pequeñas que se observan hoy en el lugar. Estas piedras fueron acarreadas a lo largo de 380 kilómetros desde las montañas de la zona de Pembroke, en el sur de Gales. El método consistió en arrastrarlas sobre trineos hasta el mar y luego traerlas a flote en balsas por el río Avon (cada piedra pesaba unas cinco toneladas). Después de unos 200 años de aparente abandono, hace 4300 años empezó la tercera construcción, para lo cual se trajeron desde Malborough, a treinta y dos kilómetros de Stonehenge, piedras de arenisca más grandes que las anteriores. Para darles forma, las piedras eran golpeadas con unas bolas rocosas denominadas “mauls”, cuyas marcas los expertos pueden reconocer en la superficie de los megalitos. Las piedras fueron levantadas de a pares en forma vertical, con una tercera colocada horizontalmente sobre las otras dos, uniéndolas como un dintel. ¿Cómo se hizo para parar estas piedras y elevar el dintel por sobre las otra dos? Nadie lo sabe a ciencia cierta. El mayor de estos megalitos pesa 45 toneladas y su manipulación requirió sin duda de un cierto desarrollo tecnológico con sogas y poleas y el trabajo de centenares de hombres. Este nuevo monumento es el que perduró en mejores condiciones hasta nuestros días.

LA ESTRUCTURA

Stonehenge tiene un círculo interior de treinta rocas verticales, de las cuales diecisiete permanecen en pie. Esas piedras estaban unidas en la parte superior por un anillo continuo de dinteles horizontales, aunque muy pocos de ellos permanecen en su posición original. Las piedras de este círculo fueron cuidadosamente trabajadas y los dinteles están unidos por un sistema de encaje bastante elaborado. Además los bordes fueron cuidadosamente limados para seguir la curva del círculo interior.

El círculo exterior de rocas consistía originalmente en sesenta piedras, muchas de las cuales se cayeron o rompieron (además hay piedras faltantes que en la Edad Media fueron retiradas para usarlas en otras construcciones). Dentro de los dos círculos principales hay una parte central en forma de herradura con grandes bloques, que en un principio consistía en cinco trilitos iguales a los de afuera (dos piedras verticales unidas por un dintel). El más alto de estos mide 6,7 metros, aunque la mayoría se ha caído.

DE LA HUMANIDAD

Stonehenge y su campiña circundante de Avebury –158 kilómetros al sudoeste de Londres– fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, no sólo por el valor del famoso monumento megalítico sino también por sus tumbas prehistóricas, sus cuatrocientos monumentos rituales, y una amplia senda cavada en la tierra de 2,8 kilómetros de largo que podría haber sido utilizada como una pista de carreras o quizá como una avenida procesional que llevaba hasta el gran monumento.

La referencia más antigua sobre Stonehenge data del año 1135, cuando el cronista Geoffrey de Monmouth se topó con él y lanzó la teoría estrambótica de que fue traído por una tribu de gigantes desde Africa hasta Irlanda y desde allí transportado a vuelo rasante sobre el mar por obra del mago Merlín. Pero la realidad es que Stonehenge remite directamente a los orígenes mismos de la cultura. Allí están reflejadas las primeras tecnologías del hombre, cuyo desarrollo llevó a alcanzar la luna. Para los arqueólogos su significado último es el enigma más lejano que inquieta sus pensamientos. Pero es evidente que aquellas piedras misteriosas fueron el primer ensayo primitivo por darle algún sentido –divino– a la existencia humana, enfrentándonos así al enigma filosófico de nosotros mismos.

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