CHUBUT > LA VILLA LAGO PUELO Y EL PARQUE NACIONAL
Ubicada a 120 kilómetros de Bariloche, Lago Puelo es una idílica villa andina rodeada de ríos y arroyos que bajan de la montaña y desembocan en un lago cristalino cuya tibieza lo convierte en el balneario por excelencia de toda la zona. Complejos de cabañas, comidas patagónicas y plantaciones orgánicas de cereza, frutilla y frambuesa para relamerse con la repostería artesanal.
› Por Julián Varsavsky
En el noroeste de la provincia de Chubut –casi en el límite con Río Negro al norte y Chile al oeste–, Lago Puelo y sus alrededores encierran algunos de los espacios de la Patagonia con mayor riqueza natural y al mismo tiempo mejor preservados del país. Si bien esta localidad cordillerana de 5500 habitantes vive principalmente del turismo y de las plantaciones de fruta fina, su rasgo diferencial es que se mantiene al margen de la masividad de otros lugares y eso le permite mantener el encanto de ser más silenciosa, más sustentable desde lo ecológico y más placentera para un perfil de turistas cuya elección básica es por la naturaleza exuberante y no contaminada.
La vida cotidiana de los privilegiados habitantes de Lago Puelo transcurre prácticamente duplicada y con los pies para arriba en el reflejo de ese espejo de aguas verde-azuladas que es el Lago Puelo. Es decir que viven de cara al lago y al pie del cerro Currumahuida, “encerrados” en un gran valle de origen glaciar, cuyo escenario central son los reflejos del lago que concentran en la superficie acuática toda la belleza del lugar. Y para completar la postal, cada atardecer las chimeneas de las casas despiden el aroma a dulce de la repostería artesanal, ya que una de las principales premisas de Lago Puelo es que –en lo posible– todo se haga con las propias manos. Esto va desde obtener la miel hasta cosechar las hierbas aromáticas para el té y las frutas para las tortas. Y entre los placeres secretos de Lago Puelo –que a veces el azar permite combinar con el placer de las tortas–, está escuchar un concierto de Javier Lescano, un luthier e intérprete local de gaitas escocesas versado en armonías de origen celta.
Una de las excursiones más atractivas que se realizan desde Lago Puelo es un trekking por el cañadón del Motoco. El nombre remite a Motoco Cárdenas, un indígena habitante de unas tolderías mapuches que, a fines del siglo XIX, huyó de su asentamiento con la hija del cacique Ñancucheo para ser la primera persona en instalarse de manera estable en el actual Lago Puelo. El paseo comienza con una caminata de treinta minutos por este cañadón donde confluyen los ríos Blanco y Azul. A la hora de caminata se llega a una cascada y después de pasar por unas pasarelas que cruzan diferentes cursos de agua, se arriba a un mirador en el Puesto de Lozada, desde donde se tiene un panorama completo del valle. Los más atléticos ascienden hasta la cima del cerro, donde hay hermosos glaciares de altura y pequeñas lagunas que premian el esfuerzo.
Ubicado a 5 kilómetros del pueblo, el Parque Nacional Lago Puelo es el más pequeño de los parques nacionales andinopatagónicos. Fue creado en 1937 como un anexo del vecino Parque Nacional Los Alerces, pero en 1971 pasó a ser un parque en sí mismo manejado por las autoridades de Los Alerces. Lo singular del valle del Lago Puelo es que fue labrado por las glaciaciones que abrieron un paso cordillerano por donde se cuela desde Chile la flora y la fauna de la selva valdiviana, exclusiva del otro lado de los Andes, salvo en este valle. Algunas de las especies valdivianas que llegaron a la Patagonia argentina por este paso son el guevín, conocido como avellano silvestre; el tique, reconocible por una suerte de “escamas” de color óxido en el tallo; el ulmo de flores blancas y las lianas voqui blanco.
Uno de los “pobladores” más esquivos del parque es el huemul, un ciervo de origen autóctono que está en peligro de extinción por la caza furtiva y la depredación de los bosques. Su hábitat natural son las escarpadas laderas andinas de la Patagonia, donde ha sobrevivido más o menos seguro, fuera del alcance de la mano del hombre. Solamente los viajeros más afortunados podrán divisar su silueta de color pardo, vigilando el valle desde alguna saliente de roca.
El centro de atracción del parque Lago Puelo es su espejo de agua color celeste-esmeralda que rodean imponentes cerros como el Tres Picos, el Currumahuida y el cordón del Motoco. Una particularidad del parque es que se encuentra a sólo 200 metros sobre el nivel del mar, y por eso la temperatura es más cálida que en otros lugares de la Patagonia (la máxima es de 36 grados). Por esta razón, mucha gente llega atraída por La Playita, un rincón de arenas blancas y aguas transparentes con una temperatura de 20 grados centígrados, lo cual permite nadar a placer y practicar actividades acuáticas como el canotaje y el buceo.
Junto al lago hay un área con sanitarios, baños y servicios turísticos para trekking, rappel, cabalgatas y excursiones lacustres embarcadas. Además está la oficina de los guardaparques y otra donde se brinda información, y dos campamentos, uno libre y otro con instalaciones.
Juana de Arco es una embarcación histórica construida en 1931 con acero galvanizado para recorrer el delta del Tigre bonaerense, que en 1960 fue traída al lago Nahuel Huapi en ferrocarril y durante 25 años navegó entre Puerto Blest y el Bosque de Arrayanes. Finalmente, en 1985 fue llevada por tierra hasta el Lago Puelo y desde entonces –totalmente reacondicionada– transporta viajeros por el lago.
A bordo del Juana de Arco, se navega por el brazo oeste del lago hasta la frontera con Chile. Al llegar al final del brazo lacustre se desembarca en el muellecito de Los Hitos, donde se pueden ver arrayanes, maquíes, coihues y radales, todos pertenecientes a la flora autóctona. Pero lo interesante es que uno está parado justo en el lugar de transición entre la selva valdiviana y los bosques andino-patagónicos, menos densos y frondosos que la selva por las escasas lluvias.
Las caminatas por el bosque son también ideales para descubrir los panoramas idílicos de la Patagonia. Uno de los circuitos es la Senda del Pitranto Grande, que comienza a 100 metros de La Playita. A lo largo de un kilómetro, se recorre un bosque de pitras, un árbol de la familia de los arrayanes. Otra zona muy visitada por los caminadores es el extremo sur del lago, conocido como El Turbio. Allí está uno de los asentamientos de pobladores más antiguos de toda la comarca. El lugar es muy agreste y con diversas playitas y arroyos alrededor de los cuales se concentra la flora de la selva valdiviana. Pero éste es apenas el punto de partida para diversos trekkings hacia La Plataforma, el Cerro Tres Picos, el Lago Esperanza y las nacientes del río Turbio.
En el recorrido por el circuito de Los Hitos, en el extremo oeste del parque, se ven los rápidos del río Puelo y los hitos que marcan el límite argentino-chileno. Inclusive se puede realizar un corto paseo por el país vecino, visitando una chacra abandonada. En total son unas 9 horas de caminata, pero algunos aprovechan para acampar en un puesto de Gendarmería.
Los distintos paseos permiten conocer árboles patagónicos como el ciprés de la cordillera, el coihue, el espino azul, el alerce y el arrayán, y también ejemplares de la fauna –casi siempre ocultos en la espesura– como el zorro colorado, el puma, el cisne de cuello negro, el pato vapor, la bandurria y el pájaro carpintero. A pesar de su relativa pequeñez (23.700 hectáreas), Lago Puelo es uno de los parques nacionales con mayor biodiversidad del país.
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