ENTRE RíOS > VACACIONES SOBRE EL PARANá
Conocida también como La Ciudad de las Siete Colinas por sus lomadas, Victoria se ha convertido en uno de los destinos turísticos entrerrianos que más ha crecido en los últimos tiempos. Y no es casual: está en el delta del Paraná, a 350 kilómetros de Buenos Aires, tiene balneario con buenos servicios y áreas exclusivas para la tradicional pesca que ofrece el río.
› Por Leonardo Larini
A la tardecita, cuando el sol le regala al Paraná un suave manto con la tonalidad del bronce, caminar por la Avenida Costanera respirando la fragancia de los eucaliptos es un placer poco frecuente para aquellos que viven cotidianamente la intoxicación tecnológica y mental de las grandes ciudades. Sin embargo, es posible sentir esa placidez a sólo 350 kilómetros de Buenos Aires, en la ciudad de Victoria, ubicada en el sudoeste de la provincia de Entre Ríos, sobre el delta del Paraná. Y sobre todo en verano, ya que el gran río está ahí nomás, invitando a disfrutarlo.
Además de su atractivo como ciudad balnearia, Victoria también tiene un pasado que se remonta al siglo XVIII y quien la visite puede encontrar huellas de su historia en un paseo por la ciudad y sus alrededores.
Estas tierras entrerrianas fueron habitadas por los indígenas minuales hasta aproximadamente 1750, cuando fueron exterminados por los españoles. Por tal motivo, la zona fue denominada La Matanza, así como también el poblado que surgió tiempo después. Pero en 1829, el lugar fue rebautizado con el nombre de Victoria por decreto del entonces gobernador León Solá.
A comienzos del siglo XIX, la población original se incrementó con la llegada de inmigrantes de origen vasco y más tarde con otros de origen genovés que, lentamente, fueron marcando su impronta a la ciudad, como se puede comprobar al recorrer el centro urbano, declarado Patrimonio Histórico Nacional en 2002. Lo que asombra durante el paseo es la abundancia –y la delicadeza– de rejas; las hay de todos los motivos, pero sobre todo la clásica de barrotes cruzados cortados por dos barras transversales y las más elegantes con filigranas de cintas de hierro. Y es que en Victoria se fabrican rejas desde 1848, ya que fue en aquellos tiempos cuando llegaron y se instalaron en la ciudad expertos herreros italianos que transmitieron su arte y sus conocimientos de generación en generación.
Alrededor de la Plaza San Martín, están concentrados los edificios emblemáticos de Victoria: el templo parroquial, el Palacio Municipal, la Vivienda de la Confederación, la Casa de Quiterio Ruiz, el de la Sociedad Española, el Hospital, el Mercado Municipal, el Club Social, la Sociedad Sudamericana y la Sociedad Italiana, además del Museo de la Ciudad Carlos Alberto Anadón. Inaugurado en 1982, el museo tiene 400 metros cuadrados de superficie y cuenta con 8 salas de exposición, una biblioteca, una galería de arte y un soberbio jardín francés. Y a unas cuantas cuadras de la plaza principal, está el barrio Quinto Cuartel cuyas casas del siglo XIX merecen una visita pausada y paciente.
En la Avenida Costanera, además de eucaliptus, hay algarrobos, espinillos y lapachos a los que, en la zona del riacho Victoria, se le suman sauces, ceibos y la vegetación ribereña típica de la zona. El paseo por esta área plena de aire puro es ideal para después del almuerzo. Y en Victoria, si se habla de comida, se habla de pescados; la gran cantidad de variedades incluye dorado o sábalo a la parrilla, boga rellena, milanesas de raya y bagres a la criolla entre otras exquisiteces.
En 2003, cuando fue inaugurado el puente Rosario-Victoria, la ciudad adquirió un movimiento que no sólo se tradujo en la llegada de un mayor número de turistas sino también en el crecimiento de su infraestructura de servicios. Sin embargo, si bien las plazas hoteleras son muchas y variadas, durante las últimas vacaciones invernales se vieron desbordadas y muchos visitantes debieron recurrir al hospedaje en casas familiares. Y ahí es donde Victoria suma un valor agregado: la gentileza de sus habitantes para hacer más placentera la estadía de los turistas.
Fuera de la zona céntrica, uno de los atractivos más originales de Victoria es la reserva ecológica Monte de los Ombúes. La particularidad de este lugar es que, si bien este árbol crece de forma aislada en diferentes puntos de Argentina, Uruguay, Paraguay y el sur de Brasil, en Victoria lo hace entre otras de su especie, es decir, a modo de formación boscosa, algo inusual y digno de estudio. En las cercanías está el Cerro de la Matanza, otro sitio histórico de importancia que ya es la zona exacta donde fueron derrotados los últimos indígenas minuales.
Pero claro, estando en Victoria en primavera o verano es ineludible y obligatorio disfrutar de su balneario, que cuenta con una buena infraestructura: sanitarios, vestuarios, zonas con parrillas, áreas de recreación, una cantina-comedor y predios especialmente montados para la práctica de deportes náuticos como remo, velerismo, windsurf, kayac y jet-ski. Todo, claro, rodeado de los más variados verdes que caracterizan la provincia entrerriana. Asimismo, a sólo un kilómetro, sobre la zona portuaria, se encuentra el Complejo Municipal, con amplios espacios para el camping y zonas exclusivamente dedicadas a la pesca donde los aficionados a esta actividad pueden hacerse un festín, ya que las aguas del Paraná están pobladas por más de 300 especies de peces.
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