ESQUI > ANTICIPO DE TEMPORADA
Esta temporada, la propuesta es no quedarse quieto: de San Martín de los Andes a la localidad chilena de Pucón, a través del paso Tromen, la nieve que se viene se disfruta a ambos lados de la cordillera. Atracciones y novedades en las pistas de Chapelco y las laderas del volcán Villarrica.
› Por Graciela Cutuli
El otoño todavía es el rey de la cordillera, con su romántica sinfonía de rojo y dorado tapizando laderas y valles. Pero lentamente el invierno se aproxima con su esperado manto de nieve. Cuando los ecos del verano todavía parecen escucharse, y las hojas se resisten a desprenderse de las copas, en los centros de esquí ya preparan a toda marcha la temporada que viene. Tanto de este lado de la cordillera como del otro, se ponen a punto los medios de elevación, se renuevan hoteles y restaurantes, y se organizan las actividades de invierno que dominarán el panorama hasta las últimas nieves de primavera.
Una propuesta original para esta temporada es combinar la nieve chilena y la argentina con escapadas a dos centros de esquí muy cercanos aunque estén en países diferentes: Chapelco, a pocos kilómetros de San Martín de los Andes, y Villarrica, a pocos kilómetros de Pucón. Desde San Martín de los Andes, o desde Junín de los Andes, se puede viajar a Chile a través del paso Tromen (que los chilenos llaman Mamuil Malal), recorriendo un camino de 100 kilómetros de ripio (con las precauciones del caso, nieve obliga). En el lado chileno, después de atravesar grandes bosques de araucarias, se desemboca en las orillas del lago Villarrica, dominado por el espléndido volcán siempre humeante, en cuyas laderas funciona el centro de esquí. Sólo se trata entonces de calzarse los esquíes, o animarse a la tabla de snowboard, para el placentero ejercicio de comparar las nieves de un lado y otro de los Andes.
En “la otra ladera”, la región de la Araucanía es un crisol donde se fundieron las costumbres nativas de los mapuches, que no sellaron la pacificación hasta fines del siglo XIX, con las que aportaron las oleadas de inmigrantes, entre ellos numerosos alemanes. El resultado hoy es tan diverso como pintoresco, tan rico culturalmente como contradictorio. Los colonos europeos fueron los primeros en desarrollar la cultura de atención al visitante que hoy es central en esta zona de Chile, ampliamente abocada al turismo, tanto en los centros de esquí como en los centros de turismo aventura y las termas que generosamente brotan entre las montañas y bosques patagónicos.
Para quien llegue de San Martín de los Andes, o elija la Araucanía como punto de partida para luego cruzar al lado argentino, los principales centros urbanos serán Pucón y Villarrica, a orillas del lago Villarrica y al pie del volcán. Pucón tiene unos 25.000 habitantes, y un aire muy parecido a San Martín, con sus casas de techo a dos aguas que bordean calles amplias de trazado regular. En plena temporada, los restaurantes y pubs de la calle O’Higgins –la principal, consagrada al héroe chileno del mismo modo en que de este lado las principales calles de todo el país se dedican a San Martín– desbordan de turistas en busca de diversión post esquí, trekking, rafting o termas. Los negocios muestran las artesanías mapuches y los tejidos en lana típicos de la región, pero también un recuerdo particular exclusivo de Pucón: las coloridas flores de madera, fruto de una larga tradición que hoy es muy buscada para la decoración. Las flores, de colores vivos, se realizan aplicando técnicas que recuerdan al tallado de los lápices con un sacapuntas, aunque sin duda para lograr estos resultados hay que contar con bastante destreza.
Villarrica, a 26 kilómetros de Pucón, tiene unos 36.000 habitantes, y también lleva bien marcada la herencia mapuche. En los alrededores se pueden visitar las “rucas”, las viviendas indígenas tradicionales, para dejarse guiar por los nativos en busca de las raíces de la antigua cultura mapuche, desde la gastronómica hasta la artística. Poco a poco, los mapuches se abrieron al turismo y hoy ellos mismos organizan las visitas guiadas que permiten asomarse a lo más auténtico del corazón araucano. Villarrica, como Pucón, recibe turismo todo el año, aunque sus dos temporadas fuertes son el verano –cuando se organizan la Muestra Cultural Mapuche y el Raid Interlagos– y el invierno, gracias los deportes de nieve. En la avenida Pedro de Valdivia, un museo reúne restos arqueológicos del Neolítico, cerámicas, joyas mapuches, ropajes de cuero y accesorios de plata.
El invierno que se viene tendrá eje en el centro de esquí Pucón, situado sobre la pared noroeste del volcán Villarrica, cuya cima ofrece un panorama impactante sobre cinco lagos de la región. El centro tiene una superficie esquiable que va de los 1200 a los 1800 metros sobre el nivel del mar, cuenta con nueve medios de elevación y veinte pistas para todos los niveles. En busca de sensaciones nuevas, hay áreas para el esquí fuera de pista, el trekking en la nieve y el snowboard, que aquí tiene una ventaja particular: los half pipes naturales, pistas semicilíndricas para realizar saltos y piruetas más arriesgadas que en otro tipo de pendientes. Esto es para expertos, pero los que se inician pueden dar sus primeros pasos en la Escuela Internacional de Esquí y la Escuela de Snowboard y Esquí Alpino que funciona en el centro.
Desandando el camino por el paso Tromen, del lado argentino espera la encantadora San Martín de los Andes, un rincón privilegiado de la Patagonia andina. San Martín, que se refleja majestuosa en las aguas tranquilas del Lago Lácar, tiene como centro de esquí el Cerro Chapelco, un nombre que le viene de la lengua mapuche: “chapelco” significa “trenzas de agua”, por los numerosos arroyos que se entrecruzan al bajar de la montaña, rumbo al lago y los ríos de la región.
El centro de la ciudad concentra la mayor parte de la oferta comercial y hotelera, además de las oficinas municipales, el Museo Primeros Pobladores y la intendencia del Parque Nacional Lanín, inaugurada en 1946, y construida en un estilo que recuerda a la intendencia del Parque Nacional Nahuel Huapi en la cercana Bariloche. En San Martín, cada uno se hace su propio recorrido: todos los alrededores son una maravilla de lagos, bosques y playas naturales que invitan al descanso y la conexión con la naturaleza. Desde el Mirador de las Bandurrias, al que se llega tras cruzar un puente y recorrer un sendero de 900 metros, se divisan todo el Lácar y parte de San Martín, además de los cerros Chapelco y Abanico (un antiguo volcán partido). En la orilla del lago opuesta a la Punta de las Bandurrias se encuentra la playa Catritre; también hay hermosas vistas de San Martín desde el Mirador Arrayán. Algo más lejos, recorriendo unos 90 kilómetros se puede llegar hasta los lagos Logog, Curruhé Grande y Chico.
El cerro Chapelco forma parte de un cordón montañoso, el Cordón del Chapelco, que se desprende de la cordillera en dirección norte-sur, a lo largo de 50 kilómetros. Es uno de los picos más altos, con 2394 metros de altura. Allí comenzaron, hace sesenta años –cuando los pueblos de los alrededores estaban muy lejos de ser los centros turísticos que son hoy– los primeros pasos para el desarrollo del centro de deportes invernales.
La temporada de este año, que abre oficialmente en menos de un mes, el 18 de junio, y cierra el 3 de octubre –pero que oficiosamente vive más al ritmo de las nevadas que impone la naturaleza que de los calendarios– tiene previstos eventos para todos los gustos.
En julio se realizan las Ocho Horas de Chapelco, una carrera de descenso con puntaje por tiempo, en la que participan equipos de distintos lugares del mundo y representantes de los principales centros de esquí argentinos. Es una competencia exigente durante la cual los equipos, formados por dos esquiadores, deben descender en forma alternada durante ocho horas ininterrumpidas. En agosto, la Fiesta del Montañés es el evento culminante de la Semana del Montañés, que incluye varias actividades en Chapelco y en San Martín de los Andes, entre ellas un agasajo a los pioneros del cerro. Durante esta Semana, la Escuela de Esquí demuestra sus habilidades, y se organiza también el concurso de hacheros, hasta terminar todo con la vistosa Bajada de Antorchas que cierra las celebraciones. Otra de las fechas destacadas es la del Tetratlón Chapelco, considerada como la pruebamás difícil de Sudamérica, que abarca etapas de esquí, kayak, cross country y pedestre. El snowboard, por supuesto, no podía faltar, y tiene su propio campeonato con puntaje para la clasificación nacional. Incluso quienes prefieren el esquí alpino tradicional no pueden dejar de sorprenderse con la destreza y audacia de quienes, los pies en una sola tabla, se deslizan sobre la nieve como un surfista sobre las olas, haciendo piruetas y cayendo sobre el blando colchón blanco como si estuvieran navegando sobre plumas.
Las 20 pistas de Chapelco permiten esquiar en todas las modalidades, tanto para los principiantes –que se reúnen en la base y en la pista 63– como para los expertos, que pueden ascender hasta la cumbre, refugio sólo de los especialistas en calzarse los esquíes para desafiar pendientes y desniveles. Otra ventaja de Chapelco es que la orientación y desnivel de las pistas permite practicar distintas disciplinas en la nieve: esquí alpino, nórdico, de travesía, free style, telemark, snowboard de bota blanda y de bota dura. Para estos últimos hay un halfpipe especialmente diseñado para las prácticas y competencias. También aquí, como en prácticamente todos los centros de esquí del país, hay una escuela para iniciarse en las distintas disciplinas o afinar la destreza en la práctica de las distintas formas del esquí.
Así, de un lado o del otro de los Andes, los cerros en plena explosión otoñal se van preparando para recibir el manto blanco que, primero tímidamente y después con abundancia, cubrirá sus laderas para invitar nuevamente a la experiencia de deslizarse libremente, sin ataduras, entre los grandes picos cordilleranos.
Los hoteles de Las Leñas, en Mendoza, también ofrecen promociones de apertura para las próximas semanas.
–Informes: Lavalle 710 3º C, Capital. Tel.: 5235-7253.
– Al entrar a Chile se pasa por los siguientes controles:
Carabineros (permiso de conducir y tarjeta verde)
Policía internacional (documentos personales)
Aduana (documentos del vehículo)
Servicio de Agricultura y Ganadería (SAG), control sobre lo comestible y plantas.
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