MINITURISMO CENTRO ECOLóGICO TORRE BLANCA
Una escapada muy naturista
En la localidad bonaerense de Capilla del Señor, a 80 kilómetros de Buenos Aires, el Centro Ecológico Torre Blanca ofrece una alternativa de descanso orientada hacia la meditación, el yoga, el Tai Chi Chuan y la comida
naturista, en un confortable complejo a orillas del Arroyo de la Cruz.
Por J.V.
Al llegar a Torre Blanca a través de un camino de tierra, sólo se ve una llamativa construcción con forma de hexágono, dos edificios para huéspedes con paneles solares y campo por los cuatro costados. Luis Salas e Irene Imperiali –los mentores del proyecto– dejan el trabajo en el jardín y salen a recibir a los huéspedes con las herramientas en la mano. Según los anfitriones, la consigna es muy concreta: “Buscamos simplemente que la gente venga a desestresarse, disfrutando del silencioso contexto natural de 27 hectáreas junto al Arroyo de la Cruz, y si lo desean, que participen de las actividades de autoconocimiento y meditación que llevamos a cabo durante el día. Los invitamos a experimentar algo distinto y a conectarse con la naturaleza”.
Cita en el Hexágono Hay turistas que visitan Torre Blanca sólo para descansar y no participan de las actividades grupales. Pero la originalidad de la propuesta se basa, justamente, en compartir momentos del día con pequeños grupos de personas que no se conocen entre sí. Para ello se ha ideado un programa que comienza los viernes por la noche. En la mañana del sábado, la actividad se inicia en el edificio denominado “El Hexágono”, donde se ingresa descalzo para pisar un reluciente piso de parqué. Entonces se realizan ejercicios que pueden ser una elongación muscular, una sesión de Tai Chi Chuan o una de yoga, a cargo de un especialista. Recién entonces se desayuna en un comedor con grandes ventanales para continuar luego con una caminata a la vera del arroyo y a través de las diversas chacras de la zona.
El almuerzo llega con platos en base a vegetales cultivados en una huerta orgánica (sin conservantes químicos), como sopa de calabaza o de crema, ensaladas, budines de verdura y tartas de zapallito o cebolla. También se sirven pastas, pescado y locro, y para quien lo desee, se puede pedir carne de vaca. Los postres suelen ser flan casero, panqueques o lemon pie, y la bebida que la mayoría elige es simplemente el agua de pozo sacada de una napa de 72 metros de profundidad, que se acumula en lo alto de la torre blanca que le da nombre al lugar. Tanto la cena como el almuerzo son con el sistema autoservicio.
Como suelen decir en el campo, la siesta es sagrada. Y esto se cumple en Torre Blanca de manera rigurosa, aunque a nadie se lo obligue. Por eso, después del almuerzo, el programa de actividades se suspende hasta las 17, hora en que comienza en el Hexágono una serie de ejercicios de respiración que se hacen sobre colchonetas con almohadones. Una música tranquila acompaña la experiencia, que apunta a lograr un profundo estado de relajación corporal, y al final se realiza un charla grupal donde cada uno relata lo que sintió en ese momento. Al día siguiente las actividades incluyen nuevos ejercicios de meditación y relajación en base a danzas sufíes, y hay quienes optan por realizar una visita al interesante pueblo de Capilla del Señor. Por la noche se suele ver una película acorde con la filosofía del lugar y se realizan conversaciones junto a un fogón a la luz de la luna.
Todo ecológico El Complejo Torre Blanca, inaugurado en agosto de 1997, dispone de 12 habitaciones triples muy confortables, algunas calefaccionadas con el sistema Trombe de aprovechamiento del calor, que consiste en un panel de vidrio detrás de la pared exterior más expuesta al sol, de modo que el aire caliente quede atrapado e ingrese al cuarto a través de una abertura en la parte superior (además hay calefacción a gas). El agua para bañarse se calienta mediante un sistema de paneles solares, y el complejo tiene su propia planta de tratamiento de efluentes. Y para completar el perfil ecologista de Torre Blanca, en sus 27 hectáreas de campo con numerosos frutales suelen verse lechuzas, chimangos, teros, perdices, liebres y a veces, cerca del arroyo, algunas nutrias y comadrejas.
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