COLOMBIA > SANTA MARTA, SAN ANDRéS Y LAS ISLAS DEL ROSARIO
El Caribe colombiano está recibiendo cada vez más viajeros argentinos. Casi todos combinan los días en las bellísimas playas con una visita a la histórica ciudad de Cartagena de Indias. Santa Marta, las islas del Rosario y San Andrés son las principales opciones para disfrutar de un mar azulísimo que esconde increíbles sitios de buceo. Precios y alternativas para planificar unas vacaciones con mucho ritmo de salsa.
› Por Julián Varsavsky
“Buenos días, me llamo Lenin, voy a ser el guía de ustedes y mi función será que la pasen rico en Santa Marta”, dice un mulato color café al grupo de viajeros. “Esta es la tierra de Carlos Vives y del Pibe Valderrama, de quien ahorita mismo vamos a ir a ver una estatua de siete toneladas de bronce frente al estadio Eduardo Santos.” Y así es: un coloso de asombrosa cabellera con rulos amarillos y porte a lo David de Miguel Angel, dedicado a una persona viva que goza de buena salud.
Si de realismo mágico se trata, en el Caribe colombiano uno puede ir a una feria y comprar aceite de tiburón para aplacar la gripe mientras por las calles suenan a todo volumen la salsa y el vallenato. Pese a la constante informalidad, las personas se tratan por lo general de “usted”, incluso entre padres e hijos pequeños. Y si el destino específico del viaje es la isla de San Andrés, se descubrirá que allí todo el mundo escucha reggae y habla el inglés creole de los negros antillanos.
La ciudad de Santa Marta es el balneario más popular de Colombia y está ubicada en el noroeste del país. Su playa más famosa es El Rodadero, una franja de arena blanca bordeada de palmeras donde hay incontables hoteles, restaurantes, camping y hasta cines. Sin embargo, las playas más intimistas y paradisíacas están dentro del Parque Nacional Tayrona, a 34 kilómetros de Santa Marta. Dentro de este parque de 15 mil hectáreas se recorren senderos entre la selva tropical que desembocan en algunas playas desiertas cuyas aguas concentran toda la gama de verdes a azules que sea posible imaginar.
El Parque Nacional Tayrona se puede visitar con una excursión en el día desde Santa Marta, aunque lo ideal es alojarse allí. Las alternativas van desde dormir en una simple hamaca colgada en un quincho casi al aire libre, hasta un camping o un complejo de confortables cabañas circulares con vista al mar. Durante la estadía los viajeros alternan las distintas playas, una de ellas llamada Cañaveral, famosa por los atardeceres que se contemplan desde un hermoso acantilado. Además tiene una pequeña ensenada donde se forma una piscina natural.
Las costas de Santa Marta se consideran el mejor lugar del país para la práctica de buceo y snorkelling. Y el punto de partida para la excursión de buceo es un idílico pueblo de pescadores llamado Taganga, a 20 minutos de la ciudad, con playa propia. Aunque no se vaya a bucear vale la pena visitarlo una tarde y acaso almorzar junto a la costa un pescado del día acompañado con arroz y patacones (plátano verde frito).
Desde Taganga las compañías de buceo llevan a los viajeros en una lanchita hasta una isla cercana que se utiliza como base de actividades. Quienes quieran hacer su “bautismo” de buceo deben practicar en la costa antes de lanzarse al mar. Ya en el mundo surrealista que vive bajo el agua aparecen el sugestivo pez torito, de forma triangular y con dos cuernitos; la morena, que merodea con la boca amenazante aunque nunca muerde; o el pepino de mar, un pez sin cabeza ni cola que suele verse en las salidas de buceo nocturno. Los corales más llamativos tienen la forma de un abanico entretejido que se mece junto a otros conocidos como “cerebro” por la textura de su superficie. Entre ellos deambulan el pez arco iris, el mariposa –que tiene un ojo falso en la cola para desorientar–, el trompeta, el aguja y el piedra, que se mimetiza con las rocas.
El casco colonial de la ciudad de Cartagena –el mejor conservado de todo el continente– es la razón turística principal para visitar Colombia. Por eso la ciudad está incluida en todo paquete turístico y también está en el itinerario de todo viajero independiente que llega a Colombia. Pero el viaje a Cartagena no está completo si no se dedica un día para conocer las islas del Rosario, aunque lo ideal es quedarse al menos una noche.
El archipiélago de Nuestra Señora del Rosario, que está a 46 kilómetros de Cartagena, en la costa norte de Colombia, es un Parque Nacional creado para conservar el frágil ecosistema marino y la gran barrera de coral que rodea las 27 islas, islotes y cayos de arena blanca.
Desde la bahía de Cartagena, las lanchas turísticas tardan una hora en llegar a la Isla Grande. Al caminar por los senderos de esta isla se atraviesan manglares, lagunas costeras y un bosque seco tropical. Pero las excursiones más interesantes son los paseos por el mar. Hay quienes se calzan unas patas de rana y nadan plácidamente hasta una isla vecina. Otros salen a navegar en lanchitas fuera de borda conducidas por lugareños, y los más deportistas alquilan un kayak de fibra de vidrio para recorrer las islas y sumergirse de vez en cuando hasta la barrera de coral. Los que se alojan en las islas suelen visitar un oceanario perteneciente al Centro de Investigación, Educación y Recreación, donde el atractivo principal son los delfines amaestrados.
El archipiélago de San Andrés tiene 300.000 kilómetros cuadrados. Su principal isla se llama como el archipiélago, seguida de Providencia, otro destino turístico de playas. La isla San Andrés mide apenas 27 kilómetros cuadrados y tiene una población estable de 67.000 habitantes. La ciudad colombiana más cercana es Cartagena de Indias –a 700 kilómetros–, mientras que Nicaragua está a 125 kilómetros. Debido a su ubicación geográfica, San Andrés está más ligada culturalmente a la gente de las Antillas. Sus ritmos musicales son el reggae y el calypso, y su casa tradicional es típicamente antillana, con dos pisos elevados sobre pilotes, puertas y ventanas abiertas y construcción en madera. Pero como toda vieja tradición en casi todo el mundo, la casa antillana también está amenazada por las oleadas de modernidad que traen los materiales nuevos y más baratos. Sin embargo, las casas antiguas, con algo de estilo inglés y holandés, están por toda la isla. En una de ellas –la Casa Museo Isleña– se exhibe el mobiliario típico de estas casas alegres, espaciosas y coloridas, muy bien adaptadas al clima y a la geografía del universo caribe.
La isla de San Andrés está prácticamente rodeada por un anillo de arenas doradas, o sea es casi una única playa sin fin que se extiende por todo el perímetro isleño. Pero los dos lugares más bonitos son el cayo Johnny y el cayo Haynes (más conocido como “el acuario”). Estos cayos están a cinco minutos de lancha desde la isla y son las dos excursiones imperdibles de San Andrés. Visto desde la lancha, el Johnny Cay parece un oasis de palmeras amontonadas en el poco espacio de una pequeñísima isla rodeada por aguas de un color turquesa furioso. Aquí están las playas más hermosas del archipiélago, donde hay un restaurante dedicado a platos de mar que prepara un trago tradicional de la zona conocido como “cocoloco”.
“El acuario” –o Haynes Cay– es el otro cayo donde los visitantes creen encontrar un símil del paraíso. El sobrenombre del cayo no es exagerado, ya que el lugar parece un acuario natural. Allí uno puede irse caminando 500 metros sobre un banco de arena con el agua hasta las rodillas, entre peces de colores que retozan sin cesar. Justo enfrente del cayo hay otra pequeña isla a la que se llega caminando. El Haynes Cay carece de palmeras para guarecerse del sol, pero hay en cambio un restaurante típico con techo de palma donde se vende pescado frito. Y mientras se come en una mesa a un metro del agua, no es casual ver bajar de una lanchita a un isleño con pescados en las manos que en instantes son freídos en la sartén. Del mar directo al plato. ¿Que más se puede pedir?
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