TEMPORADA DE PESCA > EN SAN MARTíN DE LOS ANDES
Ya comenzó la temporada de pesca en la Patagonia. Y los ríos y lagos de la zona de San Martín de los Andes están rebosantes de truchas. Pero no se puede vivir de la pesca porque si el pescador atrapa un pez, debe devolverlo con vida al agua. Como la pesca con mosca tiene su técnica y es necesario conocer bien los lugares de pique, es conveniente contar con el asesoramiento y la compañía de un guía experimentado.
› Por Julián Varsavsky
Hace poco más de un siglo, el perito Francisco Moreno sugirió “sembrar” truchas en la Patagonia para poblar sus ríos y lagos. Estos salmónidos, que se traían en barco desde el Hemisferio Norte y luego en carreta desde Buenos Aires, se adaptaron rápidamente a la región, pasando a formar parte del equilibrio del ecosistema. Hoy en día, la trucha es el pez más buscado por los pescadores deportivos de todo el mundo.
EN RIOS O LAGOSDesde San Martín de los Andes se puede llegar a algunos de los mejores lugares de la Patagonia para la pesca con mosca –o fly-fishing– en ríos o en lagos. En los lagos, la buena transparencia de aguas más calmas juega en contra, ya que el pescador debe ingresar en el agua y es visto por el pez, que se pone en guardia o se va. Por eso, quienes pescan en un lago son generalmente pescadores avanzados que han desarrollado buenas técnicas.
El río, por su parte, trae un buen caudal de agua y el pez no ve al pescador, algo ideal para los principiantes. Los portes de los ejemplares son menores a los del lago, aunque salen en mayor cantidad. Sin embargo, para un buen “mosquero” lo que importa no es la cantidad sino la calidad, que se traduce en la “pelea” que ofrece la trucha para sacarla del agua.
Según el experimentado guía Braulio Huarriz, “a veces un cliente tiene la suerte de sacar una trucha de buen porte que le ha ofrecido resistencia, y luego de devolverla al agua ya se da por satisfecho, nos pide un whisky y se tira en el pasto a descansar”.
EL “BELLY BOAT”Una técnica alternativa para la pesca con mosca es el belly boat, una especie de flotador individual que se ponen los pescadores calzados con patas de rana. La ventaja es que este sistema, que se inventó en el 2001, permite meterse en lugares a los que no se podría llegar de otra manera, ya sea porque una escarpada pared de montaña en la costa imposibilita el acceso o porque el exceso de follaje no permite lanzar los “latigazos” con la caña. En los lugares de mucha correntada este método no sirve –aunque se puede usar lastre–, así que por lo general el belly boat se utiliza en lagos donde no está permitido navegar con motor y en ríos muy tranquilos. Por lo tanto es una pesca muy natural, relajada y silenciosa, que no ahuyenta a las presas, y los lanzamientos son cortos porque el pescador es el que se acerca a la pieza. No es sin embargo una técnica para principiantes. El belly boat es ideal en lagos como el Escondido, ya que sus orillas no tienen playas y es muy difícil introducir una balsa (un belly boat desinflado pesa un kilo).
En los alrededores de San Martín de los Andes, los lugares preferidos por los pescadores son los lagos Escondido, Queñi y Machónico, las lagunas Pudú Pudú y Frías, entre otros. Casi todos están dentro del Parque Nacional Lanín y algunos forman parte del Corredor de los Siete Lagos, a una hora promedio desde San Martín.
La pesca desde la orilla se practica en los ríos Colloncurá, Chimehuín, Caleufú y Melliquina, del Parque Nacional Lanín.
Como en toda jornada de pesca, nadie tiene la “felicidad” garantizada, pero un buen día pueden picar truchas con portes de entre 2,5 y 3,5 kilogramos, y una cantidad que oscila entre las 8 y las 15 piezas. La variedad que más se encuentra en esta zona es la trucha arco iris –la más peleadora–, pero también la trucha fontinalis, la marrón, la llamada trucha criolla o perca –la única autóctona– y el salmón encerrado. En el caso de la trucha arco iris, quizá la más buscada a nivel mundial, se capturan piezas cuyos portes van desde los 3 kilos hasta otras enormes de 10 a 15 kilos, que por supuesto son excepcionales y dificilísimas de sacar del agua para la foto.
LEER EL PAISAJE Cuando un pescador con mosca llega a un lugar que no conoce, necesita contratar un guía de pesca. Para dar con las truchas hace falta un bagaje de conocimientos de la zona y del comportamiento de los peces que lleva años de aprendizaje. Esta virtual semiología pesquera permite interpretar los signos e indicios que se leen en el ambiente. Por ejemplo, en tiempos de luna llena las truchas permanecen aletargadas durante el día –e inapetentes–, ya que la luz nocturna les permite alimentarse durante la noche. Inevitablemente habrá menos pique y lo recomendable es usar moscas imitadoras de insectos. Además, en los días de mucho viento, los insectos desaparecen de la superficie del agua y las truchas se van al fondo del curso del río. Entonces lo recomendable es usar un señuelo streamer.
En la Patagonia hay tres clases de trucha. La marrón –que proviene de América del Norte–, la arco iris y la trucha “del arroyo”, traídas desde Europa a principios del siglo XX. Estos peces migratorios recorren centenares de kilómetros remontando pequeños arroyos, caudalosos ríos e incluso cascadas. Otra especie muy común en la zona es el salmón “encerrado”, de color oscuro con flancos plateados. La trucha arco iris es una de las más preciadas por los pescadores porque presenta una gran resistencia y combate cuando pica. La trucha del arroyo (o fontinalis) se diferencia de las demás por sus aletas blanquinegras. La trucha marrón es el salmónido de mayor tamaño que se obtiene en los ríos de la Patagonia: en las aguas del lago Nahuel Huapi se llegó a capturar uno que pesó 16 kilogramos.
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