MINITURISMO HISTORIA, PESCA Y NATURALEZA EN SAN PEDRO
La ciudad bonaerense de San Pedro, ubicada a 153 kilómetros al nordeste de la Capital Federal, ofrece una escapada de fin de semana que combina el paseo histórico por la Vuelta de Obligado con salidas de pesca en el río Paraná y visitas a sus atractivos viveros (por sus plantas y por sus precios) y al campo de frutales La Campiña. Además, un recorrido por las calles de este pueblo bicentenario que ha preservado varios edificios del siglo XIX y comienzos del XX.
De todos los pueblos bicentenarios
de la provincia de Buenos Aires -ahora convertidos en pequeñas ciudades–,
San Pedro probablemente sea uno de los que mantiene en mejor estado la arquitectura
de su centro histórico. Para conocer la historia de cada edificio, conviene
hacer la visita con un guía turístico bien preparado. Marcela
Cuñer –una guía sampedrina– nos comenta que el hecho
fundacional del pueblo se remonta a agosto de 1748, cuando se tomó la
decisión de construir un convento de recoletos franciscanos. La autorización
llegó desde España poco después, junto con los frailes,
pero sin el dinero para la construcción. De todas formas, el pueblo siguió
creciendo alrededor del lugar donde se instalaría el convento. Para apurar
el trámite, en 1750, se envió al Alto Perú al limosnero
del pueblo –Fray Alonso del Pozo– en busca de fondos. Aunque tardó
12 años en regresar, volvió con el oro necesario para erigir el
convento, y una Virgen del Socorro que le regalaron en Oruro. El convento fue
construido en poco tiempo, pero en 1812 una invasión portuguesa lo dañó
irremediablemente, y en 1888 fue derrumbado para levantar en su lugar el Palacio
Municipal, actual sede del Concejo Deliberante, en cuyas bancas del Salón
Dorado se sientan los turistas para escuchar las explicaciones históricas.
Alrededor de la plaza Constitución, sembrada con palmeras de 40 metros,
hay varios edificios del siglo XIX y comienzos del XX, como la vieja sede del
Banco Nación y la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos, fundada en 1873,
que aún hoy sigue impartiendo clases de italiano. En una esquina, está
la casa más antigua de San Pedro –con sus alargadas ventanas enrejadas
al estilo colonial–, que ya figuraba en los planos de 1830. A 20 metros
está la Biblioteca Popular Rafael Obligado, fundada en 1872 mediante
la Ley Sarmiento, y cerca de allí se encuentra la sede de la tradicional
Sociedad Rural Argentina.
El edificio más llamativo de la plaza es la Iglesia de Nuestra Señora
del Socorro, con fachada de estilo italiano, que comenzó a construirse
en 1860. Su particularidad es que el campanario se encuentra en la parte trasera,
opuesto a la entrada. Esto ocurrió porque hubo dos arquitectos que trabajaron
en el proyecto: el primero optó por orientar la entrada hacia el río,
pero el segundo, encargado de terminar las obras, era de la opinión de
que la entrada debía darle la espalda a las aguas e invirtió los
planos. Como resultado de esto, el campanario –que ya estaba hecho–
quedó en la parte de atrás de la iglesia, un “detalle”
casi inédito en todo el continente.
La Vuelta de Obligado A 15 kilómetros de San Pedro, en Vuelta de Obligado, el Parque Histórico de la Soberanía rememora el combate del 20 de noviembre de 1845, cuando las tropas argentinas al mando del general Lucio Mansilla, lugarteniente de Juan Manuel de Rosas, enfrentaron a la escuadra anglofrancesa que quería imponer la libre navegación extranjera de los ríos con fines comerciales sin pagar impuestos. El parque está ubicado en el mismo lugar en que se libró la batalla. Allí puede verse todavía la construcción circular de ladrillos donde se colocaron las cadenas de 700 metros –cruzando el Paraná de lado a lado– que entorpecieron por unas horas el avance de los barcos extranjeros. También se exhibe un fragmento de las famosas cadenas. Desde lo alto de la barranca del parque se obtiene una panorámica muy amplia del Paraná y de los numerosos barcos de gran porte que zarpan del puerto sampedrino cargados de cereales y frutas de exportación.
Pesca en el Parana El
otro atractivo clave de San Pedro es el río Paraná. La pesca de
pejerreyes, dorados y surubíes atrae a numerosos pescadores cada fin
de semana. El mes pasado se realizó en el Club de Pescadores la primera
Fiesta Sampedrina de Pejerrey, que a partir de ahora se realizará cada
9 de Julio. Además, San Pedro ofrece una presencia constante a lo largo
del año de la llamada “pesca variada”, que incluye patíes,
bogas,tarariras, bagres, dorados y surubíes. Los mejores resultados se
obtienen mediante la pesca embarcada, ya que permite encontrar buenos lugares
de pique en los diversos brazos y canales del Paraná a la altura de San
Pedro.
A partir de septiembre comienza el auge de las tarariras, que en la zona de
esteros y lagunas se sacan con las modalidades de spining, carnada y fly-cast.
A lo largo de septiembre, todo pescador tiene el éxito garantizado, ya
que la pesca por persona ronda los 30 o 40 ejemplares de tararira. A partir
de diciembre, y por todo el verano, es la época de los codiciados surubíes
y dorados, que alcanzan un porte promedio de 4 kilos.
Para la pesca “variada” conviene llevar una línea de fondo
con uno o dos anzuelos. En cambio, para la pesca del dorado y el surubí,
se recomienda usar un “leader” de acero con anzuelo 8/0. Las carnadas
más efectivas son la anguila y el cascarudo, que se venden en el puesto
de venta Fabián Pesca, ubicado en el camino que conduce al puerto.
Viveros y frutales
A lo largo de la ruta 9 que conduce a San Pedro, abundan los durazneros en flor,
las plantaciones de cítricos y una serie de grandes viveros que se han
convertido en uno de los atractivos más populares de la zona. En el vivero
Rústicos, ubicado en el cruce de General Belgrano e Independencia, se
venden plantas de rosas desde $ 1,5 en adelante. Los cítricos son de
producción propia, y un cajón de naranjas o mandarinas de 15 kilos
cuesta $ 2,5. Las nueces pecans, más dulzonas que las comunes, cuestan
$ 3 el kilo.
El mayor vivero de San Pedro es Santa Isabel, ubicado también sobre la
ruta 9, en el kilómetro 165. Allí se venden más de 150
variedades de rosas, como por ejemplo una sin espinas de color bordó,
y otra blanca llamada Iceberg (entre $ 3 y 4). También se venden durazneros,
palmeras de varios metros y sauces llorones ($ 30). El vivero dispone de un
campo de varias hectáreas donde sólo se cultivan rosas.
La Campiña, de Mónica y César, ubicada en el cruce de la
ruta 9 y el acceso de San Pedro, es el campo de producción de naranjas
y duraznos que pertenece a Mónica Cahen D’Anvers y Cesar Mascetti,
los conductores del noticiero de Canal 13. Cada fin de semana, llegan centenares
de turistas con la aspiración de ver a los conductores, quienes muchas
veces están en el campo y conversan con los visitantes. La visita comienza
con la proyección de un video donde los anfitriones relatan los placeres
e inconvenientes de la vida de campo. Luego se pasa al galpón de empaque,
donde una sofisticada maquinaria sirve para limpiar y seleccionar la mejor fruta,
que se destina a la exportación. También se visita la plantación
y el “palomar de César”, lugar de esparcimiento de Mascetti,
quien es aficionado a las palomas mensajeras. Por último, la parte más
sabrosa del recorrido es la degustación de dulces y frutas que se producen
en La Campiña. La visita es gratuita, y se realiza de 10 a 20 horas los
fines de semana y feriados.
Para aquellos que no vuelven contentos de un viaje sin un souvenir bajo el brazo,
la compra de un vigoroso rosal o un cajón de naranjas de calidad a precio
regalado, seguramente será el corolario de una escapada perfecta z
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