La tradición cervecera de Alemania es muy antigua. Ya en 1487, el duque de Bauer, Albrecht IV, redactó el primer edicto de la historia sobre la fabricación de la cerveza para combatir las múltiples y malas elaboraciones. Así sentenció que la cerveza debía hacerse sólo con lúpulo, malta y agua (la levadura se incorporó más tarde para acelerar la fermentación). Y hasta la actualidad, esta “ley de pureza” sigue vigente. Las marcas tradicionales de la ciudad son Löwenbräu, Paulaner, Spatenbräu, Augustiner, Hacker-Pschorr y Hofbräu. La cervecería de esta última, Hofbräuhaus am Platzl, es visita obligada, muy cerca de la concurrida Marienplatz. El ruido y la música en vivo acompañan las grandes jarras que los camareros, uniformados al uso tradicional, llevan mesa por mesa. Sus orígenes se remontan a 1589, cuando el duque Guillermo V de Baviera estableció como proveedora de dicha bebida a la familia Wittelsbach y tiempo después, en 1828, fue admitido el público en general. Este bullicioso y tradicional lugar tiene un hall principal que alberga 1500 personas. Grandes sucesos históricos tuvieron lugar aquí, ya que fue el centro de la vida política y popular muniquesa. Si bien fue totalmente destruida durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, se reconstruyó en 1958.
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