Junto al Parque Nacional Iguazú de Brasil está la entrada al Parque das Aves, un singular zoológico donde muchos de los pájaros están en grandes jaulas mimetizadas con la selva, adonde los visitantes pueden entrar. Las rejas casi no se ven porque están cubiertas por helechos y enredaderas. Allí dentro caminamos por pasarelas y puentecitos que cruzan estanques. Sobre las barandas se posan tucanes de varias especies y en la jaula de las guacamayas se oye un parloteo incesante de comadronas alborotadas, mientras las aves se lanzan a vuelo rasante sobre nuestra cabeza, apantallándonos con las alas. Una de las jaulas más asombrosas es la que alberga una infinidad de mariposas y colibríes, esas joyas aladas que parecen flotar con un vibrante aleteo. En total hay unas 900 aves de 150 especies, algunas traídas de Asia, Africa y Oceanía. La más extraña es el cassowary casuar oriundo de Nueva Guinea, una especie de avestruz de colores payasescos con gruesas patas y una cresta de hueso que parece salida de la película Jurassic Park. Pero también hay faisanes de Nepal, un reptilario con iguanas y boas constrictoras, unos monitos minúsculos que habitan en una pequeña isla rodeada por un estanque, y loros de todos tamaños y colores.