El correteo del choique con su cuello erguido es uno de los espectáculos más elegantes de La Payunia. Como los guanacos, también forman harenes de varias hembras, que ponen los huevos en un mismo nido a lo largo de 15 días. Luego es el macho el que se sienta a empollar durante 38 días sin levantarse siquiera para comer (las hembras no lo ayudan en nada). Casi famélico, aguanta con estoicismo. Cuando nace el primero de los “charitos”, el macho aparta un huevo de los 35 que suele tener y lo rompe a picotazos. La podredumbre atraerá insectos con los que se alimentará el resto de la cría, gracias al sacrificio de un hermano. Al nacer el último pichón, el macho se para y salen todos a caminar. La única arma de defensa que tienen es la velocidad, haciendo unas fintas asombrosas para desorientar al puma y al zorro, y también dando patadas hacia atrás.
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